Tendencia a digitalizar
relaciones en el trabajo
FORBES- 30 de noviembre de 2017
El lugar de trabajo es un espacio
de interacción humana, la llegada de la era digital nos lleva a una evolución
en la forma de comunicarnos, colaborar y compartir cotidianamente.
El proceso evolutivo de la
especie humana tanto en lo individual como en lo colectivo se acelera en
función del uso de las tecnologías que hemos creado, primordialmente las
aprovechamos para mantenernos vivos en nuestro entorno y consecuentemente para
facilitar nuestra estancia en el mismo.
Una de las primeras tecnologías
creadas por el ser humano fue la comunicación. Sí, ese sencillo proceso de
expresar ya sea con gestos, movimientos corporales, sonidos vocales o símbolos
escritos; fue lo que posibilitó que hoy estés leyendo este texto a través de un
dispositivo electrónico.
Se dice que el principio de las
relaciones humanas emergió cuando las primeras formas de lenguaje entre dos
individuos se manifestaron, cuando la comunicación tuvo lugar y permitió así a
nuestros ancestros colaborar para subsistir y con ello compartir en beneficio
de su comunidad. Ese histórico instante puso en marcha la tecnología que
facilitó las relaciones entre personas.
Hoy el salto evolutivo nos coloca
en una dinámica de relación digital, que trae consigo un nuevo reto evolutivo
para la humanidad; nuestras capacidades de interactuar con otras personas se
están transformando y van más allá de la esfera social, implica también una
adaptación compleja en los espacios de trabajo.
Es innegable que en estos
primeros veinte años del siglo XXI todas las organizaciones y empresas han sido
intervenidas digitalmente, la llegada de Internet influyó en la manera que las
personas se comunican, colaboran y de comparten cotidianamente en su lugar de
trabajo; nuevas formas de relación se conforman y con ello la necesidad de
adaptar la cultura organizacional.
La comunicación digital presenta
múltiples ventajas, la inmediatez parece ser la más apreciada, ya que permite
mantener relaciones instantáneas con otros a través de un dispositivo
electrónico, sin necesidad de levantarnos de nuestro escritorio, podemos
mantener un flujo constante de información con las personas que colaboramos.
Sin embargo, también conlleva
riesgos para el bienestar individual dentro de los lugares de trabajo. La
infoxicación caracterizada por una sobrecarga o exceso de información que es
posible encontrar o recibir de los múltiples medios de comunicación con los que
interactuamos, puede detonar una sensación de agobio por el cotidiano bombardeo
de información que reciben los colaboradores.
De acuerdo con Castro, W. A en su
estudio sobre “El problema de la infoxicación en el manejo de correos
electrónicos corporativos”, algunas de las consecuencias que afectan las
relaciones laborales son un notable déficit de atención, dispersión de la tarea
actual y la acumulación de trabajo incompleto.
La información continúa creciendo
imparablemente, existe un flujo constante de transferencia de datos entre las
personas y la mayor parte del tiempo estamos produciendo contenidos. Para
asegurarse de que la información correcta llegue a la audiencia correcta, en
los mejores lugares para trabajar, los colaboradores son dotados con
herramientas que soporten la comunicación en ambos sentidos y facilitan la
personalización del contenido.
Es imperante que en los espacios
de trabajo se promuevan prácticas para que las personas tomen mayor consciencia
de esta situación, racionalicen el uso de los mensajes instantáneos y correo
electrónico, empleándolos para notificar situaciones que requieren atención
inmediata y postergando aquellos otros asuntos que pueden tratarse
personalmente.
Las relaciones digitales en el
espacio de trabajo no sólo refieren a los momentos de comunicación, hoy las tecnologías informáticas también están
apoyando a que las personas puedan colaborar más allá de la oficina o la planta
de producción.
Tradicionalmente la colaboración
sucede en salas de juntas, con pizarrones blancos, galletas y café; hoy la colaboración es un documento que se
encuentra alojado en la nube, editado en tiempo real, por muchas personas
dispersas en diferentes ciudades. Es compartir pantallas y enviar mensajes
sobre la misma.
Sin embargo, la colaboración
digital va más allá, se trata de preservar el conocimiento a través de toda la
organización. Javier Celaya en su libro “La empresa en la web 2.0” argumenta
que el alto grado de colaboración e intercambio de información entre millones
de ciudadanos ya existente en la web social, será lo que propicie el cambio en
las organizaciones empresariales
En un momento donde la generación
Baby Boomer empieza a despedirse de los centros de trabajo, es necesario
preservar toda esa capacidad, experiencia y talento que durante la segunda
mitad del siglo XX permitió a las organizaciones emerger al término de la
postguerra.
Pronto la Generación Z que se
están formando en escuelas y universidades, utilizando las nuevas tecnologías
en procesos de aprendizaje e intercambio de conocimiento, se encontrarán
colaborando en las organizaciones y demandarán empleos donde tengan en cuenta
esta nueva forma de intercambiar y gestionar el conocimiento.
Para algunas personas el mundo
digital se percibe frio y ajeno a la expresión emocional que también forma
parte de nuestra comunicación, demostrar aprecio hacia una persona se resume
usualmente en un simple like en la nueva foto perfil dentro de las redes
sociales. Sin embargo, en las organizaciones se enfrentan retos que envuelven a
las personas en relaciones reales y en compartir emociones.
Mucho se dice que la llegada de
la era digital está promoviendo la autosuficiencia y el aislamiento de las
personas, esta hipótesis resulta poco alentadora en Los Mejores Lugares para
Trabajar ya que en ellos más que garantizar únicamente la efectividad de corto
plazo, se promueve el enfrentar los desafíos que envuelven a las relaciones
cotidianas, una confrontación cara a cara y la inversión de la energía de una
persona dispuesta a escuchar a un compañero de trabajo que está sufriendo.
Los colaboradores necesitan
programas culturales que les permita mantener una conexión con toda la
organización, atractivos espacios de convivencia en las áreas comunes para
incentivar la participación dentro de actividades colectivas, tecnología que
facilite la creación de grupos de comunicación instantánea para compartir
experiencias más allá de asuntos relacionados de trabajo.
En el portal de la tercera década
del siglo XXI las organizaciones tienen en claro que al menos uno de sus
objetivos estratégicos, debe estar alineado a la inversión en Tecnologías de la
Información y la Comunicación; ante la demanda de posicionarse en la vanguardia
de sus sectores. Pero ¿qué ocurre con las personas que aprovecharán esta
inversión, sus colaboradores?
Si la supervivencia de la
humanidad se posibilitó con la evolución de una tecnología tan compleja como el
lenguaje, hoy es necesario dentro de las organizaciones replantear cuáles serán
las estrategias por seguir para que sus colaboradores aprendan a desarrollar
relaciones digitales efectivas, que promuevan comportamientos colectivos de
colaboración, comunicación y encuentro compartido entre las personas.
Podemos confiar en que el poder
de las relaciones humanas trascenderá a esta maravillosa nueva era digital.
*Dafne Navarro Miranda es
Asociada de Gestión del Conocimiento de Great Place to Work® México.
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