¿Gato por liebre? Inteligencia artificial en
los negocios
FORBES – 9 de noviembre de 2017
Es tiempo de reflexionar cómo
están impactando los avances tecnológicos a la forma en que hacemos negocios.
Llegó el futuro que nuestros
abuelos no podrían haber imaginado. La ciencia ficción deja de ser un tema
fantástico y la posibilidad de convivir con máquinas y robots hoy es real.
Están quedando atrás los años de promesas extravagantes y desilusiones
garrafales que las máquinas nos hacían padecer. Hoy las compañías empiezan a
cosechar beneficios de adoptar y adaptar avances tecnológicos que implican
inteligencia artificial. Las aplicaciones son cada día más comunes en la
cotidianidad de empresas que nos son accesibles. Seguramente, la marca que te
llega a la mente en este momento ya usó un robot. El término deja de ser
exclusivo para los laboratorios o para las agencias de inteligencia. La robotización
es real. La ficción salta de las pantallas y llega a nosotros con más rapidez
de la que nos gustaría confesar.
La convergencia de adelantos está
impulsando esta nueva ola de desarrollo de inteligencia artificial. La eficacia
de la computadora está creciendo, los algoritmos y los modelos de inteligencia
artificial se están volviendo más sofisticados y, posiblemente, lo más
importante de todo sea que el mundo está generando volúmenes de información que
alguna vez fueron inimaginables y que alimentan los datos de la Inteligencia
Artificial. Miles de millones de gigabytes por día, recolectados por
dispositivos en red que van desde navegadores web hasta sensores de turbinas.
Hay tecnología que encuentra rutas autónomas para solucionar problemas. Incluso,
tienen maneras de innovar y de ser creativas.
Para dimensionar el tema es
necesario tener parámetros. Los números son aliados magníficos. Según McKinsey,
la actividad emprendedora desatada por estos desarrollos atrajo tres veces más
inversión en 2016 entre 26 mil millones y 39 mil millones de dólares con
respecto a los tres años anteriores. Hay interés en este segmento y mayor
número de inversionistas apuestan a este rubro con mejores certezas. La mayor
parte de la inversión en Inteligencia Artificial consiste en el gasto interno
en Investigación y Desarrollo realizado por las grandes empresas, de por sí
nativas digitales, y ricas en efectivo, como Amazon, Baidu y Google.
Las cifras impactan en términos
del crecimiento que han logrado en tan corto período. A primera vista, parece
que todo es miel sobre hojuelas. Sin embargo, la evidencia preliminar sugiere
que hay un proceso de reflexión en el caso de estos negocios que se debe hacer.
La Inteligencia Artificial puede ofrecer un valor real a las empresas que
desean usarla en todas las operaciones y dentro de sus funciones básicas, pero
antes de correr hay que aprender a caminar. En la encuesta hecha por McKinsey
al respecto se ven los siguientes resultados:
Los primeros en adoptar y arropar
Inteligencia Artificial con éxito tienen un método: combinan una capacidad
digital sólida con estrategias proactivas que se traducen en mayores márgenes
de ganancia y esperan que la brecha de desempeño con se amplíe en los próximos
tres años.
Este patrón de adopción está
ampliando la brecha entre los primeros adoptantes digitalizados y otros. Los
sectores en la parte superior del Índice de Digitalización son empresas de alta
tecnología, telecomunicaciones o servicios financieros. Son líderes en la
adopción de Inteligencia Artificial y tienen planes de inversión de en el tema
muy ambiciosos.
Estos líderes usan múltiples
tecnologías en múltiples funciones o implementan Inteligencia Artificial en el
núcleo de su negocio. Los fabricantes de automóviles, por ejemplo, la usan para
mejorar sus operaciones, así como desarrollar vehículos autónomos, mientras que
las compañías de servicios financieros lo utilizan en funciones de experiencia
del cliente. A medida que estas empresas amplíen la adopción y adquieran más
datos, a los rezagados les resultará más difícil ponerse al día.
El riesgo que enfrentamos es que
la brecha que se genera entre quienes están adoptando estos avances
tecnológicos hagan que el mundo de los negocios se convierta en un club
exclusivo al que sólo se pueda acceder por obra y gracia de capacidad de
invertir. Así, los mercados ricos se afianzarán mientras que los que no lo son
tenderán a desaparecer. En una especie de preservación natural de especies, los
más aptos engullirán a los que se quedaron atrás.
La visión no debe ser
catastrofista. Los empresarios deben de empezar a ponerse al día en temas de
avances tecnológicos para entender los impactos que pueden traer a su quehacer
y evaluar sus riesgos y debilidades. El avance no va a parar, así que, para no
vernos ahogados por la ola progresista, es necesario ponernos a la vanguardia.
Los gobiernos también deben
ponerse al día; es más, deben adelantarse a este cambio que ya es imparable,
adoptando regulaciones para alentar la equidad sin inhibir la innovación. No
podemos parar el cambio por decreto, pero sí lo debemos encausar. Hay que
identificar proactivamente los trabajos que tienen más probabilidades de ser
automatizados y asegurar que los programas de reentrenamiento estén disponibles
para las personas cuyos medios de vida están en riesgo por la automatización
impulsada por inteligencia artificial. Estas personas necesitan adquirir
habilidades que funcionen con máquinas, no que compitan contra ellas.
No se trata de poner a competir
humanos contra máquinas. Se trata de hacer que las tecnologías nos sirvan de
herramienta para hacer más y mejor en menor tiempo. Se trata de rentabilizar la
operación y de generar mejores condiciones de mercado que impulsen el consumo y
ayuden a que los clientes tengan opciones que les resulten más convenientes.
Por supuesto, la reflexión debe ir en este sentido.
¿Qué caso tiene robotizar toda la
operación, si con ello voy a dejar a mis clientes potenciales sin ingresos?
Entonces, estaríamos pateando a la gallina de los huevos de oro. Sin
consumidores no hay negocio. Las personas tienen que tener capacidad de consumo
que se genera a partir de una actividad productiva. Si les quitamos esta
opción, matamos el propósito de cualquier empresa. Sin clientes no hay ventas.
Así de sencillo.
La reflexión debe ir en el
sentido de valorar los beneficios que la Inteligencia Artificial tiene,
evaluarlos y sopesarlos para, en un momento determinado, no estar comprando
gatos por liebres. Así de fácil: la mirada tiene que estar puesta en nuestros
clientes y los beneficios que estos avances les pueden representar.
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