¿Qué habilidades se requieren para innovar?
FORBES- 29 de
noviembre de 2017
La capacidad que
tiene una organización para resolver problemas, generar valor y ser más
relevante depende de las habilidades de innovación en sus integrantes.
Una de las
prioridades que tienen hoy las organizaciones es “transformarse en una
organización innovadora”, pero muchas veces se pone tanto esfuerzo en ser
“innovador” que se pierde el foco en el verdadero beneficio. La innovación no
es un fin en sí misma, sino un medio para lograr resolver problemas que limitan
la capacidad de transformar la organización en un ecosistema más eficiente,
competitivo, productivo o relevante. La verdadera necesidad que tienen las
empresas no es “innovar”, “transformarse”, o “ser disruptivas” sino ser más
relevantes para sus clientes; resolver los problemas que limitan su
crecimiento; o crear más valor para el mundo, la innovación, transformación o
disrupción son solo herramientas que permiten hacer esto.
Hacer innovación
no es solamente desarrollar nuevos productos, sino resolver problemas.
Problemas en el sentido más amplio de la palabra, problemas que ni siquiera se
consideran como tal, y que muchas veces son difíciles de detectar debido la
velocidad de cambio, la tecnología o el surgimiento de actores inesperados que
alteran nuestra relevancia en el mercado. Los problemas que tenemos hoy son
cada vez más complejos, ambiguos y difíciles de definir.
Esto ha provocado
que las organizaciones tengan que adaptarse a un nuevo ambiente más desafiante
y con una alta incertidumbre, demandando nuevas capacidades que permitan
detectar problemas, crear soluciones apropiadas e implementar éstas de manera
efectiva. Pero son pocas las empresas que han logrado desarrollar una cultura
de innovación propia que asegure el crecimiento sustentable a largo plazo,
muchas organizaciones siguen delegando la responsabilidad de innovar a una
persona o departamento aislado del negocio actual. La creencia de que la
innovación debe de gestarse fuera de la una organización una premisa que hace
varios años se comprobó errada.
Hoy existen
varios modelos sobre cómo implementar procesos de innovación dentro de una
organización, desde fomentar colaboraciones con empresas externas hasta la
creación de equipos multidisciplinarios, pero en todos estos modelos tienen una
coincidencia: todas las personas en una organización tienen la responsabilidad
de innovar.
Para hacer esto,
se requieren de habilidades distintas a las que normalmente tienen los líderes
de hoy. Según nuestra encuesta “El Estado de la Innovación Insitum” solamente
30% de los líderes de innovación reconocen haber desarrollado habilidades
expertas para implementar proyectos de innovación en su propia organización.
Una de las
habilidades que se requieren para fomentar la innovación es la creatividad.
Aunque muchos piensan que es la habilidad más importante, esto es una falacia.
La creatividad es solamente un ingrediente importante sin duda pero no el único
para implementar innovación.
Con base en
nuestra experiencia profesional, hemos detectado cuáles son las principales
habilidades que se requieren para hacer innovación. Las explicamos a
continuación con el fin de poder detectarlas, desarrollarlas y explotarlas en
los equipos de trabajo que se conformen alrededor de iniciativas innovadoras.
Obsesivamente
observador. El hecho de ser sensible a los detalles y cuidadoso al observar
todo lo que ocurre a su alrededor nos permite detectar problemas que nadie más
ha visto. Cuando uno es suficientemente paciente y logra dominar el arte de
observar, entiende mejor el mundo, conoce mejor por qué suceden las cosas; y
permite descubrir problemas, oportunidades y necesidades que no han sido
satisfechas. Como dijo Peter Drucker, “Perception is more important than
analysis” (la percepción es más importante que el análisis).
Empatía e
interés por los demás. Nuestra capacidad de sentir lo mismo que siente la otra
persona nos hace más cercanos a sus necesidades y nos permite conocerlos mejor.
Por esta razón las innovaciones más trascendentales, desde el Internet hasta
Facebook, han surgido a partir de una persona que se hizo experta en los
problemas, necesidades, deseos, y percepciones de otros. El diseño inspirado en
el usuario nunca podrá fracasar.
Curiosidad y
aprendizaje constante. La gente más innovadora es curiosa por naturaleza y no
restringe su deseo por investigar, aprender y explorar situaciones nuevas y
desconocidas. Esto permite “coleccionar” ideas y referencias que son la materia
prima para el proceso creativo. Sin información no se puede diseñar y entre más
información tenga, mayor será tu producción creativa.
Insatisfacción
con el statu quo. La habilidad de cuestionar constantemente el mundo actual,
ser crítico de los detalles y nunca acostumbrarse a la realidad actual es una
habilidad indispensable para notar problemas que se pueden mejorar. El tener un
ojo crítico para todo producto, marca, interacción, experiencia o solución es
parte de la búsqueda constante que se requiere para lograr una mejor solución.
Creatividad y
pensamiento divergente. Una de las habilidades más reconocidas y útiles para
innovar es la capacidad de generar ideas diversas y originales. A esto se le
llama “pensamiento divergente” y surge a partir de nuestra capacidad para
multiplicar y combinar ideas. La gente que no tiene miedo a generar soluciones
(buenas, malas, ridículas, imposibles o geniales) es aquella que más creativa
es.
Tolerancia a la
incertidumbre. Muchas veces, el proceso de innovación está lleno de incertidumbre,
y la gente más innovadora brilla cuando trabaja en problemas poco definidos,
complejos y con alta incertidumbre. El tener un razonamiento de “detective” nos
motiva a generar soluciones posibles aunque no tengan necesariamente una
justificación o fuente de respaldo confiable detrás.
Poco miedo a
experimentar, prototipar. Nadie puede generar ideas sin antes experimentar con
ellas—aunque sea a un nivel hipotético. Muchas veces el innovador prefiere
hacer que planear. Esta capacidad de ejecución (prueba y error) le permite
aprender más rápido, generar más ideas y desarrollar soluciones más certeras
que otras personas que solo se enfocan en la planeación.
Optimismo y
pensamiento futuro. La certeza de que cualquier idea es posible, y de tener una
conexión emocional con la solución final permiten ver el futuro mucho antes que
otros. La gente innovadora es naturalmente optimista y siempre apuesta por
hacer vivir una idea y no matarla antes de tiempo.
Desafortunadamente,
muchas organizaciones no son conscientes de estas habilidades y no fomentan el
desarrollo de éstas en sus empleados, incluso ni siquiera valoran si un
empleado las tiene o no. Las claves para desarrollar estas habilidades son:
Estar
convencidos que cualquier persona tiene la capacidad para desarrollarlas.
Fomentar y
valorar éstas en sus líderes.
La capacidad que
tiene una organización para resolver problemas, generar valor y ser más
relevante depende de las habilidades de innovación en sus integrantes.
Esperamos que, en el futuro, más empresas se den cuenta de la importancia de
esto y que demuestren que en realidad apuestan a la innovación, no solo en la
teoría sino en la práctica también.
*Luis Arnal es
Fundador y CEO de Insitum, una de las consultoras de innovación más grandes del
mundo con presencia en siete países y más de 160 colaboradores.
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