Los conflictos
dentro de las empresas familiares
FORBES- 8 de may. de 19
Los lazos familiares se rompen con facilidad.
El cariño se rasga a la menor dificultad. Por eso, es necesario fortalecerlos y
la mejor forma de hacerlo es profesionalizar a las empresas familiares.
Al pensar en familia, generalmente evocamos una
comida dominical en la que abuelos, tíos, primos, hermanos y padres conviven
alegremente. También asociamos a la familia con un lugar de seguridad en el que
nos sentimos protegidos, apapachados, seguros: amados. Esto es y debiera ser
así, pero, las peores pesadillas, las mayores tragedias se dan en los senos
familiares. ¿No fue el tío de Hamlet el que lo asesinó? Su propio hermano
instiló las gotas de veneno en el oído del Rey de Dinamarca para acceder al
trono. Y, efectivamente, la realidad supera a la ficción.
El espacio familiar debe ser preservado, se le
debe de tener un máximo cuidado. Ningún padre en su sano juicio dejaría la
puerta de su casa abierta mientras sus hijos duermen. No hay madre que le daría
a un hijo una piedra cuando le está pidiendo un pan porque tiene hambre. En
general, buscamos proteger a los nuestros, a los cariños y quisiéramos poner un
campo de fuerza en torno a la familia para protegerla, cuidarla y que nada les
haga daño.
No obstante, algunas veces, nos distraemos.
Olvidamos la importancia de cuidarnos, damos por hecho el equilibrio familiar y
creemos que el cariño viene blindado a prueba de todo. Tristemente, no es así.
Peor, cuando se mezclan intereses financieros, corporativos, de emprendimiento.
El lenguaje familiar y el de los negocios es distinto. El amor es ciego y el
mundo empresarial no. Es al revés, para tener éxito, hay que tener los ojos
abiertos. En casa el cariño basta, en la oficina no. El mercado no perdona, la
competencia es ruda y el mundo no se detiene.
Hay un hecho incontrovertible: las empresas
familiares son el principal motor de la economía. Por eso mismo, debemos
cuidarlas y también porque cuando no lo hacemos se pierde mucho más que cuando
se cierra un negocio y ya. Los lazos familiares se rompen con facilidad. El
cariño se rasga a la menor dificultad. Por eso, es necesario fortalecerlos y la
mejor forma de hacerlo es profesionalizar a las empresas familiares.
Hoy por hoy, si analizamos las empresas que
cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores, nos daremos cuenta de que un gran
porcentaje de ellas tienen altas representaciones familiares. Muchas de ellas
son controladas por una familia. Asimismo, gran un alto índice de proyectos de
emprendimiento se llevan a cabo por padres e hijos, hermanos, y gente con lazos
sanguíneos. Sin embargo, para prosperar, enfrentan grandes retos y una alta
mortalidad. La mayoría nace con el fin de generar trabajos y patrimonio, pero
necesitan fortalecerse para sobrevivir.
De hecho, sólo una pequeña proporción consigue
llegar a la segunda generación y pasar a la siguiente. Aun así, los riesgos
pueden reducirse con planeación estratégica y estructuras de Gobierno
Corporativo que apuntalen mejores decisiones. Para cumplir estas metas, existen
programas públicos y privados que pueden encauzarlas y contribuir a su
continuidad.
Lo primero que tenemos que hacer es tomar
distancia y poner a la empresa en el escenario y analizar junto con la familia.
Es necesario entender que empresa y familia no son lo mismo y que los impulsos
que se tienen de la puerta de la casa hacia adentro son diferentes e incluso
divergentes de los que rodean de los perímetros de la empresa.
He visto grandes descalabros empresariales
porque el padre le retira el control de una empresa exitosa a su hija para
dárselo al varón que termina destrozando un proyecto en marcha, he visto a una
hermana confabularse con su cuñada para arrebatarle el control de la dirección
general de una empresa con porcentajes de utilidad después de impuestos de
doble dígito que cuando consiguieron concretar su empeño, no supieron que hacer
y despeñaron el negocio. Conspiraciones de padres contra hijos, de madres que
quieren favorecer a un hijo por encima del otro, ¿recuerdan el plato de
lentejas del Génesis?
Sí, desde Caín y Abel hasta nuestros días,
existen historias en las que asuntos extra corporativos tienden a convertirse
en un plato de lentejas. Por eso digo, necesitamos tener capacidad de análisis
y objetividad. Ver a la familia y a la empresa en su justa dimensión. Valorar
qué roles le tocará jugar a cada quien y respetar los límites entre el negocio
y la casa. Las combinaciones perversas pueden darle al traste a un negocio
prospero.
¿Qué pasa cuando el fundador se retira? A
veces, hay alguien dentro de la familia que parece ser el candidato ideal, pero
¿y si ese candidato no está interesado o si no está preparado? ¿Qué pasa cuando
un heredero no quiere trabajar dentro de la empresa y tiene una tenencia
accionaria mayoritaria? He visto casos en los que el viudo heredó un negocio de
su esposa y no tenía idea de cómo operarlo ni intenciones de hacerlo, ¿debía
perder esa empresa que sería para sus hijos al llegar a la edad adulta? O,
casos más sencillos: todos tenemos sabemos del caso del tío que no quiere
trabajar, pero quiere aparecer en la nómina, de la familia política que
interviene y quiere opinar, de pleitos que se originan por antipatías entre
concuños y terminan en la corte porque se mezcló la magnesia con la gimnasia.
El tema merece una reflexión a fondo, una
empresa familiar es diferente a cualquier otro negocio por muchas razones,
empezando por el hecho de que enfrenta el desafío de alinear los intereses de
la familia, la propiedad y los objetivos de negocio. Tarde o temprano, tienen
que enfrentar decisiones para balancear estos temas, incluyendo el delicado
reto de diseñar una cadena de mandos y un plan de promociones. ¿Quién será el
próximo gerente: el hijo del dueño o un profesional graduado y con experiencia?
Aunque haya empresas y familias que respondan
que ya habrá tiempo para ocuparse de esos asuntos, postergarlos no es buena
idea; es útil construir los caminos por los que comenzará a desplazarse y
formarse el personal –hijos, sobrinos, empleados competentes–, destinado a
pasar a la siguiente generación. De esta manera, se diseña un plan de sucesión
que ayuda a fortalecer el futuro del negocio.
También es importante pensar cuál es el futuro
de empleados competentes en una empresa familiar. Cualquier trabajador quiere
progresar y todo ejecutivo tiene aspiraciones. ¿Se debe perder talento para
favorecer a una persona de la familia? ¿Cuál es el futuro de una persona
profesional y competente, podrá llegar a la junta de administración, ser parte
del consejo directivo?
El papel de los asesores y consultores en estas
empresas es muy importante. Es curioso cómo, en ocasiones, las familias
escuchan más a un tercero que entre ellos mismos. La responsabilidad de quien
asesora a miembros de un consejo familiar o a una junta directiva es muy
relevante y tiene efectos de amplio espectro. No cualquiera puede ser consejero
familiar, es preciso entender las peculiaridades de estos negocios ya que, como
se estableció anteriormente, son corporaciones diferentes y estas distinciones
marcan su operación, su planeación y su control.
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