Los cuatro señores Trump
FORBES- 16 de mayo de 2017
La velocidad con la que cambian
las cosas en la Casa Blanca requieren un marco lógico para leer las
transformaciones que vienen. Aquí encontrarás una aportación.
La exposición mediática de Donald
J. Trump a lo largo de cinco décadas, su desempeño al corte como presidente de
Estados Unidos y las circunstancias actuales tanto dentro como fuera de EU, han
desencadenado el debate de, ¿quién es realmente Trump?
Al ver las acciones de Trump,
parecería que existen inconsistencias que son imposibles de amarrar con
coherencia. Sin embargo, al analizar con detenimiento las experiencias, los
pronunciamientos y las políticas de Trump -más allá de las escenas controladas,
apariencias y representaciones escenificadas- se puede encontrar que el
inquilino de la Casa Blanca de Pennsylvania Ave. Es un hombre de varias y
complejas identidades. Este marco permite darle una narrativa lógica al
trumpismo, así como su agenda y efectos en el sistema político.
Sin ser mutuamente excluyentes,
estas diferentes identidades se imponen entre sí y se manifiestan en diferentes
pensamientos, interacciones y decisiones del mandatario. Son generalmente reactivas a los estímulos
del entorno. Vale la pena revisar este
tema, pues los efectos de las decisiones tomadas cuando alguna identidad es
dominante pueden ser los que marquen los resultados y el legado de la
Administración Trump.
El objetivo de este ejercicio no
es aprobar ninguna de las identidades o definirla como exacta, sino ayudar a
comprender cuál parte de ellas compone a Trump en cierto momento. Dichas identidades son paralelas, no secuenciales;
se mezclan entre sí y fueron pensadas al analizar información relevante de las
actividades y posiciones de Trump.
1) El Hombre de Negocios
Donald Trump es el primer
mandatario estadounidense cuya principal credencial es haber sido Director
Ejecutivo de varias empresas, accediendo a la presidencia sin haber ocupado
puestos de elección popular o altos rangos militares. Día tras día, Trump está
mejorando en conocer y ejercer el puesto de presidente, no necesariamente por
su esfuerzo enfocado en ampliar sus conocimientos y habilidades, ni por su
asertividad para enderezar el rumbo, sino porque aprende a través de la prueba
y error.
El mandatario tiene una auto
visión idealizada de ser el CEO y Presidente de la Junta de Estados Unidos
S.A., a la que dirigiría con un estilo adaptado de su historial empresarial:
reuniones a puerta cerrada, poca rendición de cuentas más allá del círculo
cercano, contacto a modo con la prensa, despidos espectaculares de
colaboradores y trato exquisito a los clientes.
Los antecedentes de Trump como
empresario de bienes raíces y hotelero han causado que tenga una obsesión
personal con la pregunta de “¿por qué cosas están pagando los demás?” y a
partir de ello, sus esfuerzos están encaminados a hacer que otros paguen,
aunque sea poco, pero a efecto de que se perciba que está obteniendo
resultados. Cabe destacar que esta prioridad va más allá del espectro típico de
cosas de las que los mandatarios suelen preocuparse.
Por ello, la transacción como
dogma rector igualmente acerca a Estados Unidos a Rusia que cuestiona las
alianzas y sociedades que ha desarrollado el país norteamericano a lo largo de
décadas. En ideas de Trump, “si no nos pagan, que las naciones se defiendan
solas”. Mientras en The Art of the Deal
todo puede ser negociable o usarse como moneda de cambio, Trump ha encontrado
que no todas las premisas políticas lo son.
La realidad le ha enseñado que
necesita elegir sus batallas políticas y su obsesión con las transacciones le
inclinan a hacer alianzas y pactos para cumplir su agenda. Esto ha derivado que
ponga a competir a su equipo o que decida ya sea alejarlos o ponerlos bajo los
reflectores, ganando o perdiendo influencia sobre el presidente constantemente.
A pesar de sus pocas
convicciones, la parte central de la agenda coincide con algunos postulados republicanos:
disminución de impuestos, desregulación, achicamiento del gobierno e impulso a
los negocios. Quizá la mejor síntesis la dio el canciller ruso después de su
histórica visita a la Oficina Oval, comentando que la gente de la
“Administración Trump son personas de negocios, lo que permite hablar libres de
ideologías, como sucedía en la era Obama”.
2) El Líder Autoritario
No han pasado desapercibidas las
quejas de Trump sobre los límites del ejercicio presidencial, así como los
controles y equilibrios del sistema estadounidense. Dada su trayectoria
empresarial, en la que nunca fue sustituido como CEO, no alcanza a comprender
que el sistema gubernamental tenga mecanismos de auto regulación y contra
pesos, o que tenga que depender de otras personas. Se ha declarado decepcionado
de los republicanos en el Congreso, a pesar de sus “excelentes relaciones con
ellos”.
Así, ha calificado al sistema de
equilibrios como “muy duro” y arcaico, “malo para el país”, coincidiendo conque
no ha logrado que ninguna de sus prioridades se convierta en legislación
relevante. Los primeros intentos de lograr cambios fueron a través de órdenes
ejecutivas ambiguas y escuetas, en general carentes de profundidad, detalle y
poco orientadas a la acción, por lo que no han podido ser defendidas en las
cortes.
La convicción dogmática de Trump
en las negociaciones y los acuerdos traiciona su convicción en cualquier cosa,
lo cual lo ha llevado a una
imprevisibilidad nunca vista en la presidencia estadounidense, con cambios
sustanciales de posturas. Si bien la ambivalencia no es ninguna novedad -Trump
fue demócrata algún tiempo y ha tenido posturas tanto duales como
contradictorias-, la magnitud de sus consecuencias sí lo son.
Desde hace años, Trump ha tenido
repulsión a Obama, pero su estancia en la presidencia ha confirmado que el
antagonismo alcanza niveles obsesivos. Las acciones -y no sólo las palabras-
han ido más allá de niveles de diferencias políticas, tratando de desmantelar
políticas, acciones, órdenes ejecutivas, programas y legislación que forman
parte del legado de Obama.
Con posturas tan flexibles
conjuntadas con una naturaleza reactiva, Trump se define a sí mismo y a varias
de sus posturas como una oposición a los demás, como si fuera un contra
golpista natural. Así, varias de sus
opiniones iniciales son una reacción antagónica a las posiciones establecidas
por Obama. En varios casos, sus puntos
de vista han sido construidos sobre la pregunta, “¿qué haría Obama?” para luego
hacer lo contrario.
Al conjuntar la repulsión a Obama
con ciertas acciones muy orientadas a la ejecución, Trump ha logrado velocidad
y obtenido efectos de golpe sobre la mesa. Por ejemplo, el bombardeo de
tomahawks a la base aérea siria, y en menor grado, el lanzamiento de la madre
de todas las bombas en Afganistán y el envío de una armada al Golfo de Corea
han ganado apoyo -inclusive de opositores a Trump- y han sido interpretadas
como voluntad para el uso de la fuerza y una reafirmación de su toma de
posesión como presidente de Estados Unidos.
Por otro lado, la despedida
fulminante de la Fiscal General Interina, el Fiscal Federal para el Distrito
Sur de Nueva York y del Director del FBI ha desatado preguntas de las
motivaciones reales para su destitución. Si bien la administración Trump dio
diversas razones alrededor de un mal desempeño de funciones, todos los despidos
coinciden con investigaciones de estos funcionarios a Trump, y han sido
catalogados como golpes autocráticos.
3) El Populista Estrella de TV
El uso que Trump le ha dado a
Twitter, donde “le habla directamente a los votantes” también permite ver en
qué está pensando el presidente. Al contrastar la hora y los temas de los
tweets, los analistas se dan cuenta que por la mañana ve “Fox and Friends” o
“Morning Joe”, que por la noche ve programas de Fox News donde lo elogian, y
que a veces ve CNN o NBC para luego despotricar contra ellos.
El contacto con los medios, con
quienes tiene una relación de amor y odio, ha resultado en que tengan mucha
influencia sobre él y viceversa, aprovechando su adicción a ver la televisión
por cable. En la historia reciente, es el presidente más obsesionado con su
imagen personal y por la forma en que lo cubre la prensa.
Donald Trump siente una necesidad
muy profunda de ser querido por los demás, y de que la gente sea amable con él.
Como resultado de esto, durante la campaña, se manifestó a favor y en contra de
muchas agendas, continuamente contradiciéndose a efectos de mostrar
convicciones y pasos encaminados a una política pública.
Asimismo, si descubre que algo
sube sus números o popularidad, seguirá haciéndolo, mientras que si algo los
disminuye, es probable que lo deje de hacer. A pesar de que estén fuera de la
agenda, continuará hablando con egolatría de temas que le parece que no son
suficientemente admirados, como su victoria electoral, de la que ya pasó medio
año.
Los medios han podido contrastar
la existencia del Trump que tira golpes, insultos, humillaciones y comentarios
grotescos, y que alterna con el Trump que lee el teleprompter, que permanece en
mensaje y que ha sido elogiado por “tener tono presidencial”. Los hechos han mostrado que su base votante
tolera ese comportamiento por romper las reglas de lo convencional y lo
políticamente correcto, dado que su “actuación es eficiente” en atacar al
Establishment. Históricamente, estos
políticos han sido muy populares en EU.
A estas alturas de su
presidencia, Trump es director de un espectáculo político en lo que para él es
el escenario más grande de todos los que ha pisado. En dicho show pasan
celebridades, empresarios y políticos, y su agenda está centrada en una serie
de peleas –la próxima, más escandalosa que la anterior- que hacen un gran
teatro político y entretienen a su masa de seguidores.
4) El Aprendiz Inexperto
Para Trump, los peligros que
amenazan el interior de Estados Unidos vienen del exterior. Hay que destacar
tres:
El Islam Radical.
Los injustos tratados de libre
comercio.
La inmigración ilegal.
Estas posturas tienen en común
que son simplistas, faltas de pruebas e incorrectas para conectar causas y
efectos más allá de acotadas excepciones o
bajas correlaciones. Para Trump, parte de la solución a estas “amenazas”
pasa por adoptar una política exterior proteccionista y mercantilista, más
cercana a la los siglos 19 y 20.
Más allá de los diagnósticos que
ha compartido, es común encontrar que no sabe de ciertos temas, mientras que él
mismo se jactó toda la campaña de sus conocimientos en materias que van desde
impuestos hasta política exterior. El mensaje más común de “será fácil, rápido
y barato”, se ha enfrentado a que no ha logrado resultados concretos en su
presidencia, sincerándose en una entrevista que “pensaba que ser presidente
sería más fácil”.
Ya sea por las declaraciones
pensando que el abolicionista Frederick Douglass está vivo, los
cuestionamientos de por qué sucedió la Guerra Civil estadounidense en vez de
celebrar un acuerdo, o de si se puede hacer un pacto entre Israel y Palestina
que se firme y luego se vean los detalles, ha levantado cejas de historiadores
y politólogos que cuestionan que Trump no sólo ignora la geopolítica y el
pasado, sino también obvia la presencia del pasado en el presente.
Además de la importante
ignorancia que tiene de su país y su historia, Trump se hace de información
-indistintamente verídica y falsa- por medio de sus colaboradores a través de
canales formales e informales, por lo que es poco lo que googlea y lee en los
periódicos. Su tendencia natural es buscar información y argumentos que
refuercen sus opiniones y preconcepciones en lugar de ponerlas a prueba, para
luego ser reafirmadas al público y defendidas por su equipo.
La falta de curiosidad
intelectual y el desdén a la preparación -vistos en el proceso de transición-
las llamadas a otros mandatorios o la discontinuidad de leer los informes
diarios de inteligencia, han debilitado la capacidad presidencial para dar
forma a los grandes temas de política pública.
Pero más importante, están alterando las instituciones estadounidenses y
cambiando la forma tanto de hacer política como de ejercer la presidencia
norteamericana.
En la siguiente entrega de este
texto, se hará un ejercicio de prospección de pronóstico básico basado en
escenarios plausibles, dependiendo del dominio de una u otra identidad.
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