¿Miedo a los cambios en la
empresa?
FORBES- 31 de mayo de 2017
Conocer a tus empleados, tener un
plan ante el cambio y mantener una actitud creativa y propositiva te llevan al
éxito.
El ser humano está en constante
cambio. A veces esto puede resultar imperceptible o ya es tan continuo que no
provoca sobresaltos. Sin embargo, cuando se piensa en organizaciones, ocurre
todo lo contrario. Cualquier transformación, por mínima que resulte, crea una
suma de incertidumbre, inseguridad, ansiedad y desconcierto de todos y cada uno
de los involucrados en la empresa, directa o indirectamente, por lo que se hace
indispensable un liderazgo firme que contenga y evite que la emocionalidad
afecte los procesos y sus resultados.
Ya sea que se trate de una
fusión, recorte de personal o la implementación de nuevos procedimientos,
quienes encabecen el cambio deben tener presente que no todos dentro de la
empresa aceptarán las nuevas disposiciones sin causar problema. Este fenómeno
no resulta desconocido. Se identifica como la “Curva J”, que permite explicar cada
una de las cinco etapas de la resistencia al cambio y los estados emocionales
que las acompañan hasta lograr la aceptación.
En algunas ocasiones, los cambios
motivan y generan entusiasmo en cierto grupo de trabajadores que tienen en la
innovación a una de sus pasiones. Pero no son pocas las veces en las que esa
resistencia al cambio proviene de quienes están en áreas de confort que dominan
y sienten inseguridad ante lo nuevo o temor a que llegue alguien con más
capacidades. En este caso, las reacciones de los trabajadores pueden ser de
agresividad, de enojo, de crear alianzas para boicotear el cambio y, si se
trata de un recorte de personal, el clima laboral se torna aún más complicado,
ya que el mismo que se siente amenazado, tenderá a tratar de sacarle lo más
posible a la empresa antes de partir y eso se transforma en un ambiente de
canibalismo desmedido. Con frecuencia, los inconformes llegan a perder el foco
en la productividad y se dedican al chismorreo hacia la creación de alianzas
entendidas como “la defensa de lo mío a como dé lugar”. Y a su vez contaminan
al resto del equipo.
De ahí que todo cambio sea
también un semáforo en amarillo, para evitar que la empresa pierda eficiencia,
talento y recursos.
Tanto los líderes como los especialistas
en Recursos Humanos y, si lo hay, el personal externo que apoye la gestión del
cambio, deben estar preparados para las posibles reacciones adversas. Recordar
que ante un malestar así es mejor hablar con verdades, que tratar de creer que
el empleado no se da cuenta de lo que está sucediendo. Tener presente que en
esos momentos es frecuente que haya quienes esconden o distorsionan la
información, ya que es una manera de boicotear cualquier proceso de cambio; por
ello es fundamental que haya claridad en el manejo de los datos, en los
objetivos, en los procesos.
Por fortuna, en esto no hay un
camino estructurado e inamovible, así que desde Recursos Humanos es posible ser
creativo en el trato hacia seres humanos y en la selección de herramientas que
ayuden a disminuir la ansiedad en los involucrados en el proceso de cambio.
Trabajar con la inteligencia emocional de los empleados y hablarles siempre con
la verdad, como ya dijimos, son mecanismos muy valiosos, sobre todo cuando
recordamos la máxima que dice “quien avisa no traiciona”. Así que bien
utilizados todos los mecanismos habrá resultados medibles y podrá comprobarse
si son positivos para la mayoría, incluso para quienes consideren que el cambio
no los beneficiaría. Permitir que los empleados expresen sus sentimientos ayuda
a desahogarlos
En todo proceso de vida, siempre
hay personas a favor y personas en contra, así que identificarlas y también
saber quiénes son los aliados y a su contraparte puede evitar sorpresas y
ahorrar pasos innecesarios. Quienes dentro de una organización son calificados
como intraemprendedores, actores fundamentales en los procesos de cambio, son
muy necesarios no sólo por la vida que le aportan a la empresa, sino también
porque ayudan a impulsar la transformación. Ellos siempre quieren innovar y eso
es positivo siempre que el entorno y el ecosistema favorezcan su desempeño, y
que cuenten, además, con un supervisor experimentado en el manejo de ideas y
propuestas, para garantizar que sí sean viables de aplicar en la realidad que
se vive.
Por otro lado, si los entusiastas
intraemprendedores no tienen la guía adecuada, puede prestarse a indisciplina,
falta de dedicación al desempeño o, peor aún, enviar un mal mensaje que
confunda y cree caos, sumándolo al descontento o angustia que puedan surgir de
otras áreas.
Las áreas de oportunidad en un
proceso de gestión de cambio son muchas y diversas, sin embargo, todas se
interconectan; así que hay creatividad y flexibilidad para avanzar en el
proceso aunada a una buena comunicación es muy factible que disminuya la
presión emocional sobre los actores involucrados. Y, sobre todo, y no menos
importante, tenga un plan; no improvise, no resultará el proceso si no se tiene
un plan 360º.
No hay cambios perfectos. Pensar
que existen, es un error. Se trata de hacerlos planeados, pero también con la
capacidad de corregirlos en el camino, si fuera necesario, pero no parar y
postergar porque estén incompletos.
Gestionar un cambio puede
salvarte a ti y a tu empresa; recuerda que, si tú no lo haces, alguien más lo
hará por ti.
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