Del activismo hacia las empresas al activismo
empresarial
FORBES -3 de mayo de 2017
En un mundo globalizado donde la
ética ganó aquella batalla a la estética, ha convertido a las compañías en
activistas, embajadoras de la globalización.
El activismo no es un fenómeno
nuevo, nos ha acompañado desde que el ser humano tiene conciencia social más o
menos organizada. En una perspectiva más reciente, el activismo de los años 80
y 90 del siglo XX fue presionando al establishment empresarial para interrumpir
el monólogo unidireccional al que estaban acostumbrados. A finales de los 90 se
comenzó a percibir ese efecto, exhortando un mayor diálogo de las empresas con
sus públicos. Esto dio pie a una transición de la era de la estética a la era
de la ética, donde las compañías de hoy, en el siglo XXI conviven en un marco
conversacional con múltiples actores en el que Internet ha desestructurado las
reglas convencionales. Hoy vivimos en un marco de mayor transparencia vigilados
por la gran lupa de Google.
El activismo, por tanto, logró
influir en las compañías hasta el punto de que estas no presentan una única
cuenta de resultados económico financieros, sino también dan cuenta de su
contribución social, transparencia o ética. Esta gestión nos conduce al
concepto de reputación.
Sin embargo, conviviendo con este
fenómeno en los últimos años, las reglas han vuelto a cambiar. Hoy, en un mundo
globalizado donde la ética ganó aquella batalla a la estética, ha convertido a
las compañías en activistas, embajadoras de la globalización y, por ende, del
establishment económico.
Pero, ¿a quién va dirigido el
nuevo activismo protagonizado por las empresas? A todo lo que ponga en peligro
ese nuevo orden mundial denominado globalización y, su baluarte más destacado,
está representado hoy en día curiosamente por el líder del mundo libre. Libre
de terrorismo, de delincuencia y de paro, pero no libre de aranceles, impuestos
y sanciones.
El decreto presidencial que firmó
en enero Donald Trump que implica el cierre temporal de las fronteras de
Estados Unidos a los inmigrantes de siete países de mayoría musulmana y
refugiados, ha sido la chispa que ha encendido ese activismo empresarial
latente, pese a que la medida ha sido suspendida por el tribunal federal de
apelaciones.
El caso de éxito del libro de
Naomi Klein, “No Logo”, el abanderado de la globalización: Starbucks, se erige
como el feroz embajador del frente mundial anti Trump, asegurando, no solo que
continuará invirtiendo en México, pese a la amenaza del presidente de imponer
aranceles de 20% a los productos mexicanos que entren en el país, sino que
ofrece apoyo legal a todos sus empleados susceptibles de ser afectados por la
medida, tal y como aseguró su presidente, Howard Schultz.
Starbucks no está sola.
Recientemente, CNN Dinero publicó un listado con 97 compañías bajo un unívoco
frente anti Trump, especialmente desde la órbita tecnológica y el “planeta”
Silicon Valley. Compañías como Airbnb, Apple, Dropbox, eBay, Etsy, Google, Intel,
Microsoft, Mozilla, Netflix, Reddit, Pinterest, Linkedin y procedentes de otros
sectores como la mítica Levi Strauss & Co. Teniendo en cuenta que la mayor
parte de estas organizaciones que ocupan los rankings de las más deseadas y
valoradas del mundo, ven en riesgo su bien más preciado: el talento, que
procede en algunos casos de estos países afectados.
A estos sectores se une el de la
biotecnología, argumentando que Estados Unidos, siendo el mayor desarrollador
de medicamentos del mundo cuenta con la capacidad de atracción de los mejores
investigadores y médicos del mundo.
Y, al otro lado del muro, también
se han “activado” frente a Trump reconocidas compañías mexicanas. Sin contar el
mundo de la interpretación, la moda, la música y no podía faltar el activismo
ambiental encarnado en el multimillonario Tom Steyer.
No obstante, la guerra ha
empezado, los propios defensores de Trump se levantaron en armas contra el
anuncio de Starbucks vía el medio de comunicación no percibido como difusor de
“fake news” del trumpismo: Twitter. Un canal de conversación en plena
ebullición, especialmente desde que el presidente número 45 llegó a la Casa
Blanca. Estos, exhibieron el nombre de Trump en sus cafés o chocolates ante la
pregunta habitual del empleado. Un fenómeno que se convirtió en viral adoptando
el hashtag de “#TrumpCup now!”
Ante este peculiar fenómeno
histórico. Teniendo en cuenta que ese decreto presidencial en concreto se
refiere a una medida temporal que afecta a países con riesgo potencial del
cultivo terrorista, al igual que otro polémico decreto a deportaciones que van
dirigidas a inmigrantes ilegales con antecedentes penales. ¿Es posible que se
esté exagerando el problema? Mejor aún, ¿es probable que algunas de estas
compañías hayan visto en la situación una oportunidad de posicionarse como
organizaciones más contributivas y activas socialmente, puros defensores de la
ética en el mundo? El debate se ha abierto. Somos testigos de un fenómeno sin
precedentes.
*Eduardo Hernández Ripoll es
Senior Partner en ANKROM Global Consulting Group
No hay comentarios:
Publicar un comentario