¿Qué hacer cuando descubres un
fraude?
FORBES- 1 de marzo de 2017
A pesar de los grandes trastornos
que un fraude causa a nivel corporativo y personal aún falta un largo camino
por recorrer al evaluar los riesgos al momento de actuar tras la detección un
fraude.
El sentido ético nos dice que al
ser y el deber ser les corresponde caminar en un mismo sentido. Sabemos que la
mayoría de las veces toman caminos divergentes. No debería ser así, pero la
realidad nos da cuenta que así es. El actuar de las personas respecto a la
cotidianidad es una decisión que descansa sobre una base de valores que no
deben ser flexibles. Se trata de una forma de vida, de un compromiso permanente
cuya violación es inexcusable. Nosotros decidimos sobre nuestra forma de
actuar, pero, ¿qué sucede cuando nos damos cuenta de que alguien torció el camino?,
¿qué hacer cuando descubres un fraude?
Los fraudes destruyen
corporaciones y carreras profesionales. Por lo mismo, denunciar implica un
riesgo que no es menor. Por lo tanto, antes de empezar, tenemos que definir de
qué se trata, tener el concepto claro. Un fraude se refiere a actividades
incorrectas al extremo de lo ilícito, que tienen como objetivo el beneficio de
una persona o grupo de ellas, realizando engaños, eludiendo obligaciones o
usurpando derechos, causando afectaciones a terceros. Sabemos de lo que trata y
si tenemos uno enfrente, ¿qué tenemos que hacer?
En primer lugar, la prudencia es
el paso que debe anteceder cualquier acción. Por supuesto, antes de poner todo
patas para arriba, lo primero es asegurarse de que no se trata de un error, de una
apreciación equivocada y estar seguros de que efectivamente lo que estamos
observando es un fraude. Para ello, tenemos que recurrir a hechos concretos, es
decir, nos tenemos que alejar de los pareceres, de las opiniones, de los puntos
de vista y tenemos que apelar a la evidencia real que no tenga que pasar por un
proceso de abstracción. Es decir, nos tenemos que arropar de datos medibles,
cuantificables con medidas de unidad conocidas y objetivas.
Una vez que hemos acreditado, con
evidencia contante y contundente, llegamos a la fase en la que tenemos que
pasar por la tentación de esconder lo que encontramos o sobrepasarla y decidir
si vamos a denunciar. Esta fase es muy difícil, es necesario valorar quién se
ve afectado por el fraude y experimentar sensaciones que van desde la
incertidumbre -sobre cuándo se va a resolver la situación-, preocupación -sobre
quién va a tener que hacer frente a los costos que se presentan-, y la angustia
-derivada de la cantidad de trámites que deben presentar para justificar la
posición de quien descubrió un fraude-.
También hay que tener en cuenta
que el proceso de denuncia del fraude costará tiempo personal, papeleo,
trámites y, tal vez, la imposibilidad de seguir haciendo uso de ciertos
servicios y productos de la entidad hasta que el problema sea resuelto. Por
tanto, implica pérdida de ciertos privilegios y molestias derivadas de esta
situación. En ocasiones, quien denuncia se ve más cuestionado que quien
perpetró la estafa. Hay compañías que en la búsqueda de la verdad persiguen más
a quien denuncia que a quien hizo mal.
No podemos ser ingenuos, el que
abre una cloaca tiene que estar dispuesto a soportar los malos aromas que de
ella emanen. Al denunciar un fraude estamos corriendo un riesgo, es decir,
entramos en el mundo de la incertidumbre en más de un sentido. Es preciso saber
cuál es el canal adecuado para hacer la denuncia. Por supuesto, tenemos que
saber que al declarar que hemos encontrado un fraude, las cosas van a cambiar y
los cambios pueden llegar en diversas formas, no siempre favorables para quien
denuncia.
Que quien denuncia no reciba
apoyo: En esta situación se intentará justificar el proceder de quien tuvo una
conducta fraudulenta y las evidencias no servirán para apoyar lo que estuvo mal
hecho. En estos casos, lo mejor es dejar que corra el proceso y buscar salir de
un lugar en donde se apoya a quien hace mal en vez de hacer bien.
Que quien denuncia reciba apoyo:
En esta situación se valora la evidencia y se busca resolver la situación a
partir de lo que se denunció. En cualquier caso, se investigará y se tratará de
llegar a la raíz del problema para que no se vuelva a presentar.
Que se lleve a cabo una
investigación. En esta situación se sigue un proceso de investigación en la que
ambas partes -denunciante y denunciado- quedan en suspenso mientras se lleva a
cabo el proceso. En este contexto habrá un tiempo de espera que podrá ser de
mucho estrés para ambas partes.
Desde luego, en todos los
escenarios posibles, antes de dar el primer paso, lo principal es llegar
perfectamente preparado para hacer frente a las diferentes alternativas que se
pueden presentar. El proceso de denuncia es desafiante. Se pondrá a prueba la
paciencia, la certeza de que lo que se detectó sea o uno algo correcto, los
criterios de valuación y sobre todo la calidad de la base de valores sobre la
cual sustentamos nuestro quehacer diario.
Cuando descubrimos un fraude cabe
preguntarnos si podemos esconder la conciencia bajo la alfombra, si la
honestidad puede quedarse guardada en un cajón y si los ideales pueden
archivarse junto con los papeles viejos que irán a parar a la trituradora.
Asimismo, ponemos a prueba la coherencia de los principios que se sustentan en
nuestro lugar de trabajo. Por lo mismo, nuestros ideales, las mejores prácticas
y nuestros principios merecen un lugar protagónico, si los dejamos metidos en
los bolsillos o los escondemos detrás de los muebles donde no podrán ser
descubiertos, no sirven de mucho.
Hoy, que vemos el deterioro
brutal que han sufrido las instituciones en todos los niveles, sean
gubernamentales, corporativas, educativas, religiosas, cabe preguntarse si
frente a la posibilidad de poner un freno a esa ola brutal y corrosiva que son
las conductas fraudulentas, debemos o no levantar la mano. Es pertinente preguntarnos,
especialmente en estos tiempos, cuál debe ser nuestra forma de actuar al
enfrentarnos a ella.
Cecilia Durán Mena- le gusta
contar. Poner en secuencia números y narrar historias. Es consultora,
conferencista, capacitadora y catedrática en temas de Alta Dirección. También
es escritora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario