La consistencia en la media convencional
FORBES- 23 de marzo de 2017
Con el manejo informativo de los
conflictos de una política y un periodista quedá demostrado que la mass media
no podrá ya mas crear o destruir personajes basados en falsas consistencias.
Hace algunos años Adela Micha
entrevistó a Kevin Spacey. De una inteligencia y carisma sobresalientes, Spacey
fue llevando la entrevista con un nivel extraordinario que se acomodó perfecto
al estilo personal de Micha. En una parte de la entrevista le preguntó sobre la
razón por la cual él nunca ha sido protagonista de escándalos o ‘chismes’ de
farándula, a lo que Spacey contestó ‘because of consistency’.
Sin profundizar en la respuesta
Micha continuó por otros temas, sin, según yo, darle la importancia que merecía
la respuesta en el entorno mediático en el que nos desenvolvemos hoy en día en
donde la exhibición de información ‘perjudicial’ para algunos pareciera ser más
una culpa del exceso de ventilación de datos en la media sobreexpuesta, que la
demostración de un estilo de vida y pensamiento inconsistentes que quedan al
descubierto mostrando al sujeto tal cual, por encima de la creación ‘alter
eguista’ que el personaje había enviado a través de la media convencional y
alternativa.
Esa consistencia a la que se
refiere Spacey es la que provoca que seamos los mismos públicamente y
privadamente, es la que se refiere a que los rasgos que nos conforman
-educación, valores, cultura, principios- no deberían alterarse al ser
exhibidos públicamente, o que son imposibles de inventar públicamente cuando no
se poseen en realidad, esencialmente.
Así, en estos días, hemos visto
como esa invención de principios públicos son destruidos al quedar exhibida una
vida privada que no es congruente con la forma como las personas se han dado a
conocer. El caso más elocuente es el de Alejandra Barrales y su departamento de
Miami, escondido en formas legales y de uso común por empresarios que alejan
pertenencias del conocimiento del fisco y de matrimonios en riesgo. Por
supuesto la reacción inmediata es usar el famoso gesto ‘echado adelante’ que
tanto disfrutan los políticos cuando son ‘cachados en la maroma’: ‘no sólo no
lo escondí, al contrario…’ y ahí se suelta con las dramáticas razones por las
cuales efectivamente hizo todo el sacrificio para exponerse al riesgo público
de dar a conocer que en efecto, casi sin que nadie se lo pidiera, había
declarado que… tenía una empresa, claro, sin aclarar que la empresa sólo tenía
como función única, esconder la pertenencia de un departamento en Miami.
Además del sobrado cliché que
significa tener un departamento en Miami para la oscura sociedad mexicana de
reciente incremento en sus emolumentos, el asunto cobra relevancia por el activismo
político/social sobre el que ha construido su carrera política. Primero como
líder sindical, después como representante de un partido que en teoría
representa intereses de carácter social más profundos que la mera acumulación
de riqueza como patrimonio de vida. Finalmente, como crítica de un sistema
corrupto que, precisamente por prácticas engañosas como la creación de una
empresa para esconder la propiedad de un departamento de valor desproporcionado
con los ingresos y el estilo de vida político, representa la élite de la
corrupción nacional y en contra de la cual basa su discurso ideológico.
El segundo caso es el del
periodista que sorprendieron como coleccionista de oportunidad de piezas
invaluables de colección de memorabilia de Super Bowl.
Si bien es totalmente censurable
su proceder, aprovechando la buena fe de la organización que confía en que los
asistentes son todos profesionales incapaces de actuar como ‘simples fans’ y
que respetan los códigos de conducta del gremio —Spicer, el vocero de la Casa
Blanca, el martes se refirió al asunto como otro ‘wrongdoing by the press’ que
se había corregido, sin aludir a la nacionalidad del ‘bad hombre’—, la
estridencia que generó de parte de periodistas mexicanos que buscaron lincharlo
a como diera lugar, pone de manifiesto, desde mi punto de vista, la necesidad
de compiladores de gritar desmesuradamente al señalado alejando culpas propias.
Y es que el periodismo mexicano,
en el entorno cultural de corrupción –como diría el presidente— en el que vivimos,
no se salva de tener entre sus filas a colaboradores del sistema que secuestran
o modifican la información a cambio de favores que esconden la intención
original de ‘compra’, por lo que, la posibilidad de señalar los defectos
propios en el otro, no la dejan pasar para liberar en sus reclamos una parte
vaporosa de sus propias culpas, que, en mucho, trabajan en crear falsas
consistencias.
Al menos, el periodista
descubierto por el FBI y la policía de Houston, no tuvo el descaro de echarle
la culpa a los que lo exhibieron, o de buscar culpables de su exhibición, lo
que nos llevaría a la reflexión de por qué un escándalo claramente expuesto, en
ambos casos, genera dos reacciones tan opuestas.
Por un lado, el periodista
coleccionista, sin derecho de réplica o posibilidades de defensa alguna -aunque
fuera un acto de intento de expiación- es linchado, y por el otro, la política
inversionista ‘se salva’ a base de explicaciones increíbles y del cuidado con
el que es tratada por el establishment de la media convencional que, en algunos
casos, hasta se disculpa cuando le ‘tiene que preguntar’ sobre el asunto del
departamento de Miami.
En ambos casos, la media
convencional actuó, pues precisamente con la convencionalidad a la que está
acostumbrada, tratando de crear una narrativa de consistencia que en ambos
casos logre el efecto de ‘mediatizar’ la información intentando generar los
juicios convenientes de valor como lo hizo a lo largo del siglo XX.
Sin embargo, la discusión que en
Internet ha generado la creación de nuevos criterios más independientes y
personales y que es una variable que insiste en seguir ignorando que rebasa la
cobertura intencionada de la media en sus formas escrita, visual y hablada,
está cambiando en la comunidad la percepción esencial de los protagonistas de
estos hechos, cobrando, en la apreciación que del sujeto se tiene, la
honestidad que precisamente otorga la consistencia o la falta de la misma.
Aunque creen que quedan librados del escarnio popular porque así lo sienten al
participar en diversos foros de la media convencional, le profusión en la
distribución de una imagen afectada llegando a la esencialidad e intimidad de
la comunicación personal, vía la red, está creando nuevas formas de relación
intensa en los nuevos diálogos de la comunidad horizontal interconectada, que
están modificando poco a poco el criterio de participación, y su importancia,
de las nuevas comunidades digitales que paulatinamente se están convirtiendo en
mayorías.
En una reciente encuesta
realizada por el Inegi, la SCyT y el Ifetel, hoy en Mexico 65.5 millones de
personas —59.5% de la población— tienen acceso a Internet, de los cuales 84.5%
lo usa para informarse.
En este nuevo diálogo, la mass
media no podrán más crear o destruir personajes basados en falsas consistencias.
Luis Gerardo Salas-Creador y
fundador de Rock 101 desde la FM hasta rock101online.mx siempre explorando
nuevas formas de provocacion. En el curriculum dice: Rock Stock, W Radical, y
una lista larga de noches que se convirtieron en mañanas llenas de música.
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