Formación en valores: urgencia del siglo
FORBES- 15 de marzo de 2017
Sólo el ciudadano puede construir
desde el ámbito local una agenda de alto impacto que permita el verdadero
desarrollo de una sociedad igualitaria en el que los valores le devuelvan el
sentido.
Los ciudadanos del mundo en el
Siglo XXI, hemos logrado que la nuestra voz sea escuchada en diferentes
espacios de participación social.
Y es en esos espacios en los que
se requiere de propuesta y acción, acción social que permita el desarrollo de
una mejor y más sólida participación ciudadana.
En virtud de que los movimientos
sociales han logrado la protección de grupos vulnerables, o la generación de
políticas públicas; existe la necesidad de formar ciudadanos socialmente
responsables.
Ciudadanos éticos, con sentido
humano y sensibles a las necesidades de su entorno. Ciudadanos (de todas las
edades y condiciones sociales) que se preocupen por la trascendencia, por la
generación de valor.
El pilar que debe soportar la
participación social del Siglo XXI debe ser la formación en valores. El regreso
a los básicos. La solidaridad, la fraternidad y la empatía ante la
vulnerabilidad del otro es lo que humaniza y sensibiliza ante la profunda
crisis humanitaria que se vive en diversas partes del mundo.
La revaloración de la ética
ciudadana permitirá que todas las manifestaciones de la sociedad civil en el
espacio público tengan ante todo una voz de respeto absoluto hacia la Nación en
la que se desarrollan.
Ética y responsabilidad ciudadana
como parte indispensable de la generación de una nueva conciencia que permita
mejorar profundamente las condiciones de la población, y el desarrollo con
equidad que tanto se anhela en el mundo.
Cuando la sociedad civil actúa
responsablemente, impacta positivamente en la generación de políticas públicas,
promueve y desarrolla la participación proactiva y perdurable desde el nivel
local hasta el internacional.
De lo contrario, encuentra
desprestigio y ambigüedad, como lo hemos visto con algunos liderazgos que
llegan al poder y dan prioridad a una agenda propia más que a una agenda
nacional o regional.
La formación en valores permite
el desarrollo de un auténtico ciudadano del mundo, que es socialmente
responsable (y corresponsable), comprometido con el desarrollo de su comunidad.
Genera propuestas, busca y promueve el cambio. Prioriza la acción frente a la
reacción.
Comprende que el cambio empieza
por él mismo, y que en la suma de las individualidades nace el valor de la
colectividad proactiva que promueve la transformación cotidiana siempre desde
la participación social responsable.
Regresemos de nuevo a la
educación en valores, promovamos en nuestros niños y jóvenes el aprecio por las
virtudes que se alcanzan sólo, con la práctica constante de los valores.
Arlene Ramírez Uresti - Licenciada en Relaciones Internacionales por
el Tec de Monterrey Campus Estado de México, con Mención Honorífica (1998),
Maestra en Diplomacia con especialidad en Terrorismo por la Universidad de
Norwich (2010) donde también realizó estudios de Doctorado en Relaciones
Internacionales.
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