Los 5 errores de los medios tradicionales
frente a Internet
FORBES- 30 de marzo de 2017
No, los medios digitales no son
una mera extensión de los periódicos o la televisión. Tienen un lenguaje propio
y están cambiando el panorama de la comunicación de una manera rapidísima.
La comunicación digital y todo lo
que ello implica está tomando prácticamente todos los espacios que antes eran
exclusivos de los medios tradicionales. La publicidad, el entretenimiento, la
política, la información, la música, la propaganda y un largo etcétera, son
ahora actividades que en las plataformas digitales se han transformado e
incluso, reconstruido.
No obstante, existe cierto
empecinamiento tanto de los medios tradicionales, como de las marcas en tratar
al mundo digital como una extensión de la televisión o la radio. Y no hablemos
de la clase política, que, con un nulo entendimiento, ha insistido en llevar
sus prácticas más deleznables (el acarreo digital, los provocadores) al
ciberespacio.
Por ello, ésta es una lista de
los 5 errores más comunes cada vez que nos enfrentamos al fenómeno de la
comunicación digital.
1) Medios digitales no son
extensiones de medios tradicionales.
Uno de los errores más comunes
para marcas, candidatos o instituciones es creer que Internet es una especie de
televisión chiquita o la versión en PDF del periódico impreso. Nada más lejos
de la realidad, no sólo porque formatos y contenidos son diferentes, incluso el
lenguaje de la web es diferente al de medios tradicionales.
Por ello, es común que veamos
campañas por todos lados con contenidos no aptos para digital, muchas veces,
meras adaptaciones de campañas de televisión o radio.
2) Comunicación digital no es
comunicación de masas.
Uno de los puntos que más
clientes, marcas e instituciones confunden es que la comunicación digital no es
ni medianamente cercana a la comunicación de masas.
A diferencia de la comunicación
en medios tradicionales, en digital se trabaja con audiencias, no a través de
impactos. Lo que se busca digitalmente es crear una serie de contenidos que
sean interesantes y compatibles con un segmento del mercado, no con todo el
universo de Internautas.
En digital no se buscan puntos de
rating, no se busca que entre más gente nos vea, nuestra campaña sea exitosa.
Por el contrario, el objetivo es que un mensaje pueda interactuar con el
público objetivo de manera casi personalizada.
Al respecto la teoría del
Longtail tiene mucho que decir.
Derivado de esa visión, los
influencers entendidos como aquellos personajes que en el mundo digital tienen
una gran cantidad de seguidores, son un error. Probablemente consigan que
muchas personas vean una marca, pero no necesariamente generen empatía.
En ese sentido, se trata de
comunicación de nichos y no de grandes audiencias.
3) Las televisoras no pueden
competir contra Internet.
Y no porque no tengan capacidad o
creatividad para hacerlo, sino porque derivado de lo anterior, los contenidos
necesitan una diversidad tan amplia, como usuarios de Internet existen.
La solución que encontraron
algunas televisoras es empezar a adquirir sitios populares en la web con la
intención de comercializarlos. El punto aquí será que, si bien los sitios
tienen nuevos dueños, estos no interfieran en la calidad de los contenidos,
salvo para inyectar capital y hacerlos más atractivos, pero respetando su
naturaleza.
4) Las audiencias no son
exigentes, son especializadas.
Cuando vemos el nivel de
producción de algunos sitios de Internet, nos queda claro que los usuarios no
son precisamente exigentes, puesto que con recursos mínimos (una cámara y una
computadora), se han construido verdaderos hits de la web.
Lo que sí consumen es contenido
especializado, muy especializado, que no necesariamente es popular. Ello deja
por sentado que los cibernavegantes visitan una serie de páginas con
constancia, aunque no sean las más visitas, las más famosas o las que tengan
mayor producción.
5) La verdad cayó frente a los
contenidos.
El tema de la posverdad se liga
de forma inmediata con la forma en la que las audiencias consumen contenido
digital. Estamos entonces frente a una generación que tiene ganas de creer en
lugar de aceptar los hechos. Por lo tanto, los sitios que ofrezcan el contenido
que mejor se adapte a sus creencias será el mejor posicionado.
No es que los medios
tradicionales tengan los días contados, pero si estamos en una etapa de
transición en la que paulatinamente el fenómeno que conocíamos como
comunicación de masas tenderá a desaparecer. Lo que parece llegar es una
marejada de públicos dispersos, atomizados, que pueden coincidir en algunos
fenómenos mediáticos, pero que están lejos de constituir una masa homogénea y
moldeable.
Rubén Vázquez-Es profesor en la
FES Aragón y en la Universidad Iberoamericana; adicto a las redes sociales.
Maestro en Comunicación y estudioso de Internet. Presume de tener siempre la
respuesta correcta.
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