Políticos y ciudadanos, tiempos distintos
FORBES- 16 de enero de 2017
Las promesas incumplidas de los
gobernantes, no coinciden con las manecillas del tiempo ciudadano, quien espera
para ya que mejoren las condiciones de vida.
Los políticos tienen un reloj
distinto al de los ciudadanos. Es decir, cuando un presidente, senador o
diputado habla de “Trabajar para defender la economía” no pone plazos. No habla
de fechas precisas y, peor, no hace el intento por fijar un dead line.
Y eso no es exclusivo de los
políticos mexicanos ni latinoamericanos. Cuando en 2007 Obama habló de cerrar
la prisión de Guantánamo, para dos años después firmar una orden ejecutiva para
acelerar el proceso aseguró, con ese optimismo que le caracterizó, que en menos
de un año lograría tal cometido.
Han pasado diez años desde
aquella promesa y el resultado es más que evidente: Guantánamo sigue operando,
aunque a un ritmo muy por debajo; actualmente cuenta con 60 prisioneros, cifra
que contrasta con los 700 que llegó a alojar en la época de W. Bush.
Por supuesto que si nos vamos al
contexto mexicano enlistar las promesas no cumplidas por nuestros políticos me
llevaría más años que los que ya he vivido. Pero hagamos más sencillas las
cosas y tomemos la tan cacareada frase de “no habrá aumento de precios”, mantra
que los funcionarios del gobierno mexicano han repetido a raíz del incremento
del precio de las gasolinas.
Cuando el presidente Peña habla
de “defender la economía familiar” entramos a un terreno que resulta obvio y
esperado. ¿Qué presidente no tiene como prioridad velar por la estabilidad
microeconómica? El asunto se complica porque es una expresión lanzada al
universo esperando que, con un pensamiento metafísico, el universo haga lo
suyo.
De lo que no se han percatado los
políticos -por la miopía del poder o porque no es su prioridad- es que los ciudadanos
-sus gobernados- esperan mejores condiciones de vida en el plazo inmediato.
Han sido décadas de espera para
que las condiciones lleguen para, entonces sí, ya poder tener bonanza nacional.
Dos frases expresan los dos lados de una misma realidad nacional: “Hay que
administrar la abundancia”, frase de José López Portillo cuando en 1980 México
fue líder petrolero, al “Se nos acabó la gallina de los huevos de oro”, de Peña
Nieto en enero de 2017.
Casi cuatro décadas separan ambas
expresiones políticas, seis presidentes, decenas o cientos de planes para el
impulso de la economía nacional, horas de discursos con buenas intenciones… Se
ha ido “pateando el bote”, como era común escuchar coloquialmente decir a los
senadores cuando un tema se aplazaba de la discusión legislativa.
Mientras tanto la esperanza de
que las cosas mejoren en el país es para hoy, a lo mucho para mañana, no para
pasado mañana, ni para las elecciones de julio y menos para el 2018. Ahí la
gran diferencia del tiempo de los políticos y los ciudadanos.
Miguel Colunga-Periodista
digital, bloguero, creador de contenidos y bebedor de café. Fotógrafo
ocasional. Webnauta y tuitero. Consumidor de medios y contador de historias.
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