Trump hereda una economía con
buena salud, pero múltiples retos
The wall
street journal - enero de 2017
El nuevo presidente de Estados
Unidos, Donald Trump, hereda una economía que se encuentra mucho más sólida que
en las últimas dos tomas de posesión, pero enfrenta interrogantes importantes
sobre cómo aumentar la productividad y cumplir sus promesas de crecimiento.
Trump quiere alcanzar una
expansión de 4% para una economía que no ha logrado superar el umbral del 3%
durante más de una década. Desde un inicio, enfrenta muchos de los mismos desafíos
que aquejaron a gobiernos anteriores, como el envejecimiento de la fuerza
laboral, así como la fortaleza del dólar, que podría socavar sus planes de
impulsar el sector manufacturero estadounidense al encarecer las exportaciones.
La recuperación desde la recesión
de 2007-2009 ha sido inusualmente lenta, aunque también se trata de la cuarta
más prolongada de la historia de EE.UU., según los registros disponibles, y las
recientes cifras indican un alza de los ingresos de los hogares. El ingreso
promedio de las familias aumentó 5,2% en 2015 en términos reales, con lo cual
quedó 2,4% por debajo del récord alcanzado en 1999, según la Oficina del Censo.
La tasa de desempleo ha caído a 4,7%, un mínimo de nueve años.
“Si uno mira a lo largo de un
espectro amplio —gastos de capital, confianza empresarial, confianza de los
consumidores, construcción de viviendas, formación de hogares, ingresos
salariales, el alza de los salarios, la caída del desempleo, el aumento de las
ventas de autos, el aumento de las ventas minoristas, parece que la economía se
fortalece, no se debilita”, dijo la semana pasada James Dimon, presidente
ejecutivo de J.P. Morgan Chase & Co.
De todos modos, hay
preocupaciones más amplias sobre la falta de oportunidades para grandes
porciones del país, en particular quienes no cuentan con un título
universitario y viven en zonas más rurales. La tasa de propiedad de viviendas
en EE.UU. se encuentra cerca de un mínimo de 50 años y la deuda promedio para
los estudiantes universitarios está en alza.
Dos de los múltiples
interrogantes que afrontan los mercados es a qué extremos llegará Trump para
implementar las amenazas que lanzó durante y después de la campaña para imponer
un arancel a las empresas si venden más bienes importados en EE.UU. y cómo podrían
responder otros países.
“Los mercados se han dado por
vencidos respecto a una agenda de libre comercio”, señala Greg Valliere,
estratega jefe global en Horizon Investments.
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Los volúmenes de comercio mundial
son los más bajos desde la crisis financiera de 2008 y los conflictos
internacionales continúan planteando un riesgo para el crecimiento
estadounidense. En China, el crédito barato persigue menos oportunidades de
inversión y las autoridades han tomado medidas para combatir la fuga de capitales,
todo esto al tiempo que defienden un yuan que se debilita.
Las deudas incobrables del
sistema bancario europeo, en particular en Italia, siguen en niveles elevados,
lo que representa otro riesgo en caso de que esas economías pierdan vigor. En
México, por su parte, el nerviosismo por las posibles políticas de Trump ha
derrumbado el peso a mínimos históricos, lo que amenaza con revertir los
avances económicos logrados durante las últimas dos décadas.
El plan económico de Trump
combina su agresiva postura en el ámbito comercial con promesas de aliviar las
regulaciones y los impuestos. No obstante, nunca ha sido fácil lograr que el
Congreso apruebe una legislación compleja para recortar los impuestos.
Los legisladores ya tienen
problemas para concebir un nuevo sistema de seguro de salud sin elevar el
déficit fiscal o quitarles a millones de personas la cobertura que obtuvieron a
través de la reforma que hizo Obama. En cuanto a los impuestos, Trump ha
expresado su disconformidad con un pilar del plan de impuestos corporativos de
la bancada republicana de la Cámara de Representantes —un ajuste fronterizo que
gravaría las importaciones y eximiría las exportaciones—, el cual fue
presentado por los legisladores como una alternativa a sus propuestos aranceles
de importación.
Los republicanos también han
discrepado en los últimos años sobre si tolerar un mayor gasto militar o
controlar el déficit. Trump ha indicado su deseo de aumentar el gasto, con más
fondos no sólo para defensa sino también para infraestructura, cuidado de salud
de los veteranos de las fuerzas armadas y seguridad fronteriza.
Los ataques públicos de Trump
contra el empresariado para que mantenga empleos en EE.UU. es otro posible
punto de conflicto. Los instintos pronegocios del nuevo presidente chocan con
los economistas de libre mercado que han luchado para limitar la intervención
estatal en la industria.
Desde su elección, Trump ha usado
su cuenta de Twitter para lanzar dardos contra empresas específicas, criticar
sus decisiones de inversión y atribuirse el mérito por sus anuncios de
contrataciones. Las automotrices y otras compañías industriales han sido sus
blancos predilectos.
Ford Motor Co., por ejemplo,
anunció el 3 de enero que canceló sus planes de construir una planta de
US$1.600 millones en México después de recibir críticas de Trump. General Motors
Co., Toyota Motor Corp. y Fiat Chrysler Automobiles NV han señalado que planean
aumentar su inversión en EE.UU., si bien los ejecutivos han dicho que las
medidas no se deben a las presiones del magnate de bienes raíces.
Trump ha dicho que las críticas en
su cuenta de Twitter han sido una forma efectiva de comunicar su mensaje a
otros presidentes ejecutivos. “Estoy estableciendo las pautas para cientos de
empresas”, manifestó en una entrevista con The Wall Street Journal la semana
pasada.
Algunos economistas dicen que tal
intervención podría verse como una táctica política astuta pero que podría
quitarle eficiencia a los mercados. “Esperaríamos tal comportamiento de un
dictador de una república bananera, no del presidente electo de la democracia
más longeva del mundo”, afirma Luigi Zingales, profesor de finanzas de la
Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago.
Los planes de Trump para la
Reserva Federal marcan otra área de incertidumbre. Durante la campaña, criticó
duramente al banco central por mantener bajas las tasas de interés al tiempo
que advertía sobre una burbuja bursátil. Los mercados prevén un mayor
crecimiento económico, lo que podría llevar a la Fed, que en los últimos ocho
años ha realizado apenas dos alzas, a elevar las tasas de interés como mínimo
dos veces este año.
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