Las cinco fases del liderazgo
ORBES- 17 de enero de 2017
Los momentos de crisis e
incertidumbre, son los mejores para reencontrar y redefinir el camino del
liderazgo. Comprender las fases y explorarlas es sólo el comienzo.
Las personas desean que muchas
cosas sucedan. En su plano emocional, en el plano social y en el plano
económico.
Pero la claridad en el camino a
recorrer para hacer que “cualquier cosa suceda” es poca o a veces nula. Por
ello como parte de un ejercicio personal te comparto un modelo para que
comprendas las cinco fases para reencontrar, resignificar y ejecutar tu
liderazgo.
Fase 1: Conciencia primaria
El sentimiento que habita en
nosotros mismos de querer cambiar lo que sucede a nuestro alrededor, es el
capital semilla del liderazgo.
Esta fase primaria, alberga
siempre dos emociones encontradas que se retroalimentan en un círculo vicioso:
descontento y deseo.
Crear conciencia, de que seríamos
capaces de modificar nuestra propia situación y la de nuestro entorno, es la
única vía para hacer tangible lo que en ese momento no lo es.
Me atrevería a decir que más del
90% de los individuos viven en esta fase la mayor parte del tiempo, durante su
vida.
Pasando sólo esporádicamente a
las siguientes fases y cumpliendo con algunas, varias veces, y con todas, pocas
veces (en pocos ámbitos o aspectos)
Aquí se sabe que se podría lograr
algo pero no existe la certeza de que eso suceda. Porque se piensa como algo
difícil o laborioso.
Normalmente en esta fase hay una
idea vaga de los instrumentos personales con los que se podría ejecutar el
liderazgo.
Teniendo por consiguiente una
vida, con gran cantidad de cosas que se quieren cambiar pero que poco se lleva
a la práctica.
Fase 2: Reconocimiento Personal
Cuando creé el modelo
explicativo, tuve que definir las principales diferencias entre la anterior
fase y esta segunda.
La intención era mostrar de
manera clara que esta segunda remite específicamente al reencuentro y reclamo
de las capacidades, habilidades y talentos no explotados por los individuos, en
cada plano. Mismos que forman parte de su liderazgo personal.
En la fase del reconocimiento
personal, se ve “la luz al final del túnel” y los individuos pueden tener en
distintas medidas una idea más o menos clara de dichas capacidades, habilidades
y talentos pero pocas veces o casi nunca de la forma de hacerlos efectivos. En
esta fase se trabaja en descubrirlos de manera clara y reconocerlos.
En más del 90% de los casos las
personas tienen ideas vagas de sus cualidades y/o del camino a recorrer para
llevarlos a espacios de ejecución. Y muchas veces requiere, para desatar ese
nudo donde ellos mismos “son la cuerda” de un agente externo.
El círculo vicios de esta fase se
ve intervenido por un miedo al fracaso aparente que sólo es el vestido externo
de un profundo miedo a la grandeza y al compromiso que representa el sabernos
grandes o poderosos.
En esta fase el individuo ya
conoce respuestas, pero su sentido está desubicado, la misma creencia de “no
saber quién soy o nunca terminar de conocerme” les hace generar otro círculo
vicioso a nivel personal en ocasiones queriendo dar sentido a su vida en “la
búsqueda per se”. Encontrando esta como excusa para no tomar las propias
riendas de su vida por el miedo explicado anteriormente.
Fase 3: Propósito
En esta fase las personas tienen
muy bien ubicadas ya las características o cualidades personales (al menos en
ciertos ámbitos de ejecución) y lo que se puede conseguir con ellas. Es una
fase de adquisición de sentido a nivel personal y de empoderamiento.
Esta fase se da al reconocer que
tienen las cualidades para ejercer su liderazgo pero no encuentran todavía un
sentido claro personal que les impulse y motive a conseguir, ampliar y dirigir
el mismo.
Ellos quieren reclamar su voz
interior pues están seguros que están hecho para cosas mucho más grandes y
están dispuestos a echar manos a la obra pero no saben por dónde empezar, en
qué y cómo actuar.
El punto es que al carecer de
dirección y sentido profundos, se dedican a actuar con poca constancia,
frecuencia o consistencia.
El círculo vicioso a evadir, en
esta fase, es encontrar un propósito poderoso para no convertirse en un
abandonador de proyectos o de espacios de ejecución constantemente.
Otro factor que obstaculiza, en
esta fase, es conocer sus cualidades pero no la forma de hacerla efectivas o
transferibles a concreciones sólidas que les demuestre a ellos mismos el nivel
de liderazgo que poseen.
Fase 4: Dirección y sentido
Una vez que se consigue el
propósito y el líder tiene clara su trascendencia personal e implicación en el
quehacer cotidiano, la fase de dirección entra cuando se sabe cuáles herramientas
se emplearán conociendo como hacerlas transferibles y mostrando claramente la
puerta y ventana del lugar en el que se habita, en planos emocionales,
personales y laborales.
Aquí las personas han apuntado
correctamente la embarcación hacia el faro que los llevará al destino de manera
clara, y en lo que se trabaja es en cada uno de los pasos de lo que ello
implica, sabiendo que es momento de pasar a la ejecución, normalmente con un
miedo que se ha venido menguando, mediante un enfoque mucho más poderoso y
mucho mayor en escala, que el miedo mismo.
El trabajo de esta fase elimina
cualquier posibilidad de duda, en ella se adquiere un empoderamiento personal y
no hay poder humano que la detenga.
Si la persona encontró en esta
fase algo verdadero, responderá de manera rápida en el plano de la ejecución.
Fase 5: Ejercicio en
descubrimiento
Fase donde habitan las personas
que ya son líderes claros, realizan las actividades que quieren con una pasión
y sentido únicos.
Emplean sus habilidades de forma
transferible constantemente y se permiten errar sin miedo o temor. Realizando
los ajustes necesarios.
Esta es la fase de los resultados
en donde el único obstáculo es recordar que todo debe ser aprendizaje y
emplearlo a favor.
Las personas en esta fase ya se
subieron al escenario de su propia vida y son dignas de llamarse ejemplo,
simple y sencillamente porque están arriba del ring de la vida, o actuando la
obra de la vida con el personaje que saben que son.
Reconocen sus logros y la forma
en la que han empleado sus cualidades en distintos ámbitos.
Saben que la única forma de pulir
es ejecutando, pues reconocen que no tendrán todas las armas ni todos los
recursos si no los consiguen, y normalmente lo logran porque no hay otra forma
de ejercer su liderazgo, que reclamando su voz y haciéndola escuchar mediante
sus acciones.
Normalmente estas personas tienen
seguidores en distintos ámbitos y al estar apostando por ellos mismos y sus
nuevos objetivos (ya no son deseos, dejaron de serlo en la fase de propósito)
hay espectadores que siguen sus pasos.
Comprenden la vida arriesgándose
porque esa es la única manera en como finalmente “la encuentran” y esto
reafirma con todo el poder su sentido de trascendencia.
Sólo en la fase del ejercicio en
descubrimiento sabemos que una persona líder, verdaderamente lo es.
Alejandro Meza-Coach fundador de
Impulso Humano México. Desarrollador de metodologías poco convencionales en
Coaching y Capacitación para organizaciones y empresarios.
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