Lecciones de adaptabilidad de un gorrito de
papel
FORBES- 4 de enero de 2017
La adaptabilidad es la habilidad
que tiene el Ser Humano para ajustarse a las circunstancias que plantean los
cambios, que, en estas épocas de grandes movimientos, es un activo de gran
valor.
En los primeros años del milenio
se ha desatado un debate entre lo virtual y lo físico. Entre lo que circula en
el espacio que se forma por bits y bytes y lo que tiene tres dimensiones. Se
elevan las voces que vaticinan la desaparición del libro impreso en favor del
electrónico, de la cátedra presencial se sustituirá por los cursos en línea, de
las conversaciones por los mensajes de texto, las palabras por los emoticones.
Sin duda, estamos viviendo tiempos revolucionarios.
Los que están a favor del mundo
virtual ensalzan las ventajas de la inmediatez, de la accesibilidad, de la
reducción de costos y de los impactos favorables para el medio ambiente. Los
que están en contra dicen que no es lo mismo publicar un libro impreso que uno
en línea y prefieren el prestigio del aula que un certificado digital. Las
apologías en un sentido y en otro me recuerdan las viejas discusiones entre lo
tradicional y lo revolucionario. Son tan antiguas como la humanidad misma. Es
la lucha entre la nostalgia que entrañan las formas típicas de hacer las cosas
y la curiosidad que causan las novedades.
Los esfuerzos por detener las
revoluciones son inútiles, así lo prueban los anales la historia. Las voces
apocalípticas que anuncian la destrucción están tomando el rábano por las hojas
y los que se niegan a subirse al carro de la modernidad se condenan a sí mismos
a la obsolescencia. Aquellos que pronosticaron la desaparición de la pintura
por la aparición de la fotografía se equivocaron. Los que dijeron que después
del cine, el teatro moriría, cometieron un error. ¿Qué fue lo que sucedió? Hubo
un reacomodo y cada quién tomó su lugar. En este mundo tan extenso, hay lugar
para todo. Cada cuál elegirá según sus preferencias. Habrá muchos que opten por
ambas posibilidades.
El vértigo de Cronos pone su
granito de arena para reordenar las cosas; hace que lo que antes era poca cosa
ahora sea valorado y viceversa. El símbolo, joya poco valorada en los tiempos
en los que se rechazaba todo cuanto no corresponde al racionalismo puro, hoy se
vuelve a apreciar. Los antiguos aplauden desde sus palestras al ver que los
jóvenes vuelven al uso de signos en vez de palabras. Los emoticones toman
relevancia. No hay por motivos para temer. El símbolo es una forma de decir
cosas ya sabidas.
La visión simbólica del mundo,
hoy como en la antigüedad, supera las barreras culturales, por más que la
cultura o la distancia influyan. Tienen a su favor la facilidad de ser
interpretados. Los que se encasillan en una forma de hacer las cosas, se
anquilosan y empiezan a aislarse posibilidades. Los que desestiman las maneras
tradicionales, se arriesgan a cometer errores costosos.
Un gorrito de papel es un
símbolo, es una señal que identifica al que entrega las noticias. La
papiroflexia al servicio del oficio. Los repartidores de periódico suelen
doblar las hojas del periódico a la mitad, meter las esquinas y ajustarlas al
tamaño de su cabeza. Es la corona que le confiere significado a su labor.
Participa del inventario de signos de los quehaceres cotidianos. Funciona como
la pluma del escritor, la guadaña del segador, el telar de la tejedora, la
balanza del juez.
Hubo quienes anticiparon la
desaparición del gorrito de papel cuando apareció la gorra. Evidentemente,
muchos migraron y dejaron de usar el viejo signo para adaptarse al nuevo. Pero
muchos conservan la costumbre de salir a entregar el periódico con un gorrito
de papel. Los niños siguen jugando a los piratas y usan un papel doblado como
corona del juego.
Tal vez el miedo que genera el
cambio tan rápido causa miedo, la resistencia a acreditar lo los movimientos
tan vertiginosos nos han llevado a hacer juicios duros y pronósticos errados.
Es verdad que apenas nos estamos acostumbrando a algo cuando ya cambió, salió
una versión mejorada o de plano ya es obsolescente.
Quejarse de los vaivenes del
mercado, ponerle freno a la obsolescencia programada, ser indiferente ante las
tendencias que se marcan, desestimar los gustos y las preferencias de clientes
es correr el riesgo de quedarse fuera del terreno de juego. Adaptarse a las
nuevas formas, aunque es complicado, es lo más recomendable. Además, puede ser
divertido.
Al reflexionar sobre la discusión
entre lo virtual y lo real, valoro más la capacidad de adaptación del gorrito
de papel y su capacidad de sobrevivencia. Al final, todo se resume a una
cuestión de gustos. A mí me gustan las facilidades que da la modernidad, he
tenido que subir y bajar en los terrenos vacilantes de las nuevas formas. Me ha
tocado dar clases presenciales y virtuales, he trabajado en oficinas físicas y
remotas, me ha tocado pagar con monedas y con transferencias electrónicas. Unas
veces me gustan más los nuevos modos y otras los tradicionales. Sin embargo, si
me dan a escoger, prefiero un abrazo físico que uno electrónico. ¿Y, tú?
Cecilia Durán Mena-le gusta
contar. Poner en secuencia números y narrar historias. Es consultora,
conferencista, capacitadora y catedrática en temas de Alta Dirección. También
es escritora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario