Haciendo realidad los propósitos de año nuevo
FORBES- 31 de enero de 2018
Comúnmente estas fechas son un
pretexto para los buenos deseos y eso mejora el ambiente laboral, pero también
nos permite concretar aquello que dejamos pendiente.
Ha transcurrido ya el primer mes
del 2018 y la mayoría de las personas echaron a andar la lista de propósitos
con los que saluda al nuevo ciclo, y también es un periodo que se presta para
que las empresas hayan revisado sus programas y ajustado las áreas de oportunidad
que detectaron a lo largo del periodo.
Desde luego, a veces esto es un
poco simbólico, ya que en algunas empresas el año calendario quizá no coincida
con el inicio de nuevos proyectos o alineaciones del negocio, pero siempre es
posible hacer un recuento de la situación.
Así, lo ideal es que apenas
inicie el año ya haya habido esa revisión para verificar que todos los planes
estén debidamente dimensionados y acordados en función de los objetivos de la
empresa, no solo para evitar retrasos sino también para asegurar que estos sean
realistas y viables en el corto plazo para todos.
Parte de la estrategia
recomendada para ejecutar un plan anual es tener la certeza de que todos los
empleados conozcan los objetivos de negocio y personales, y así sus esfuerzos y
las tareas asignadas se encaminarán decididamente a la consecución de ellos con
una alineación.
Una parte importante de la
comunicación que se tenga con los equipos de trabajo debe pasar por explicar de
dónde proceden esos objetivos, el por qué, es decir, ubicar a los trabajadores
en dónde estamos parados en este momento, pero sobre todo es importante
hacerles ver para qué fueron planteados y resolver las dudas que puedan surgir
a ese respecto. Es decir, hacerles saber el impacto que tendrán en los indicadores
de la empresa.
Hace un par de años, la firma
Manpower Group dio a conocer un listado de 12 propósitos laborales que ayudan a
delimitar el ciclo que está iniciando y que dan luz sobre lo que podría
realizarse para mejor las competencias profesionales. Aunque ha pasado algún
tiempo, el listado no pierde vigencia y está conformado por propósitos que, con
esfuerzo y disciplina, van más allá de los buenos deseos:
¿A dónde se quiere llegar? Es más
fácil alcanzar los objetivos y metas cuando se tiene claro cuáles son. Para
definirlos y lograrlos, es recomendable escribirlos con detalle y colocarlos en
un lugar donde puedan verse para tenerlos presentes; incluso, podrían usarse
las herramientas que brinda la tecnología para tener un recordatorio constante.
Esfuerzo diario y continuo.
Mantener esa actitud, se traducirá en avances en tu equipo de trabajo y en la
creación de nuevas oportunidades, no sólo en lo profesional sino en la vida en
general.
Limar asperezas con quienes no
tengan tu misma filosofía laboral. A la empresa, dicen con frecuencia, no se va
a hacer amigos. Sin embargo, la colaboración y el trabajo en equipo son
primordiales para un clima laboral cordial y armonioso, y eso es posible de
lograr si mantienes una actitud de cooperación y respeto en las diferencias.
Ser proactivo y hacer que las
cosas sucedan. Salir de tu zona de confort, proponer, ser empático y
participativo sumará a tu día a día para que el tiempo que dedicas a laborar
sea gratificante y agradable.
Pedir feedback. Quizá una de las
acciones más retadoras y que implica madurez, porque no es fácil escuchar
cuáles son nuestras áreas de oportunidad. Sin embargo, si aprendemos a recibir
la retroalimentación como lo que es, una clave constructiva de mejora,
avanzaremos como profesionales.
Dejar brillar a los demás. Una
característica de los nuevos tiempos es aprender a reconocer el trabajo de las
otras personas. Esto es algo que demuestra humildad, pero también liderazgo,
entendiendo que los líderes que inspiran son aquellos que son incluyentes, y de
ello hay ejemplos que lo prueban.
Mente abierta y propositiva. Si
tienes nuevas ideas o elaboras un proyecto, no dudes en proponerlo a tus
superiores. Esto no significa que todo lo que comentes se llevará a cabo, pero
al menos, al plantearlo, das vida a la idea, le permites existir y ser
evaluada, para que se defina si es posible hacerla realidad empatándola con los
propósitos generales de la empresa.
Saber pedir. Trabajar en sí
mismos implica saber cuándo se está preparado para aspirar a más. Así que, si
de pronto hay una promoción en tu empresa que crees que puede ser para ti,
deberás levantar la mano y proponerte, para que seas evaluado.
Asume un desafío diario. Sal de
tu zona de confort, muévete con humildad mientras ves cómo puedes mejorar y qué
puedes cambiar para tener mejores resultados.
Recarga tu energía. Aprende a
buscar espacios que te permitan manejar mejor el estrés y estar en equilibrio.
No sé trata de que te agobies pensando cómo hacerlo. Unos pocos minutos, cada
día, por ejemplo, después de comer y antes de reiniciar actividades, bastarán
para que des una caminata y despejes tu mente.
Automotivarte. La motivación es
algo inherente al ser humano. Solo tú puedes animarte y llevarte a una mejor
posición. Así que ponlo en práctica, aprende a hacerlo porque no te llegará del
exterior.
Organización. Ya sea cada día o
al final de la semana, siempre podrás hacer un resumen de las experiencias
aprendidas y plasmarlo en una nueva lista de propósitos, para el mes o el
semestre en curso, o incluso como preparación para tu listado anual.
Si bien este tipo de listas son
sumamente personales, sí hablan del interés de los trabajadores por mejorar y
aprovechar los espacios y programas de trabajo que ya tiene instrumentados la
empresa para favorecer el desempeño laboral y la asimilación de los objetivos
generales para obtener resultados en el plazo más corto posible.
Y… al llevarlos a la práctica,
ten presente una recomendación más: modernízate, automatízate lo más posible.
Usa la tecnología como un gran aliado. En el mercado hay más aplicaciones y
herramientas de las que crees y te pueden servir para aumentar tu productividad
y tu rendimiento. Hoy es el momento de hacerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario