Redefiniendo el bipolarismo
FORBES- 10 de enero de 2018
La Guerra Fría no sólo otorgó
certeza a la sociedad internacional, heredamos también patrones de análisis en
los que, a la luz de un orden internacional, el rol de los Estados Unidos le
confería un paternalismo natural.
Hoy, cuando el sistema político,
económico y social al interior de los Estados Unidos sufre su crisis más
estructural, la comunidad internacional se encuentra ante el surgimiento de un
nuevo bipolarismo, en el cual ninguna de las dos fuerzas protagonistas tiene
como prioridad la atención de los conflictos regionales.
Por un lado, vemos a China tomar
ventaja respecto del aletargamiento económico
Europeo, mientras las dos Coreas se sientan a negociar lo que parece una
anhelada reconciliación y por el otro, vemos a Estados Unidos sumergido en un
espiral de inestabilidad político que parece no tener fin y a Rusia buscando posicionarse
nuevamente como un hegemon militar.
Ante el sinnúmero de asuntos que
parecen surgir al “bote-pronto” en la agenda política del presidente Donald
Trump, el Grand Old Party (GOP) se aferra desesperadamente a reivindicarse en
la opinión pública norteamericana, que cada vez está más dividida y más
saturada por el cúmulo de escándalos y especulaciones.
Quizá el factor clave para la
consolidación de Estados Unidos como súper potencia mundial durante el siglo
XX, fue el consenso político al interior de cada uno de los dos partidos
protagónicos. Ambos partidos compartían la visión de un “American Way of Life”
y vislumbraban el mismo futuro para la joven nación de finales de los años 40.
El sueño americano se ha
convertido en una utopía para muchos, y el estilo de vida americano está al alcance
de sólo unos cuantos. La realidad es que el mundo evolucionó, mientras que el
Tío Sam se quedó al margen de su propia evolución.
La primer semana del año, no solo
nos ha sorprendido con la estruendosa publicación de Fire and Fury y la
contundente jugada del juez de distrito William Alsup quien ha logrado poner en la congeladora (al menos en lo que
se desarrolla el litigio) la decisión del Presidente Trump de poner fin a DACA
a principios del próximo marzo; también durante esta semana se han iniciado a
delinear los escenarios políticos de los 40 países del mundo que tendrán
comicios electorales (Rusia, Venezuela, Egipto, México, por mencionar sólo
algunos) y también fue materia de amplio análisis la reciente reunión entre los
mandatarios de las dos Coreas y la situación en Irán.
Ante estos complejos escenarios,
es clara la urgencia de definir en la agenda internacional contemporánea,
acerca de los recursos energéticos y la nueva dinámica de la economía mundial.
Y también es claro, que deberían ser las superpotencias quienes dictarán
tendencia respecto a los temas centrales y coyunturales de esta agenda
internacional.
Mientras Estados Unidos siga
buscando su estabilidad interna, Europa siga sumergida en un pausado desarrollo
económico, China siga arrasando con micromercados nacionales, Rusia se mantenga
en una aparente especulación por el resultado de las elecciones del próximo
marzo; serán los bloques con control sobre los energéticos quienes dirijan la
veleta de la agenda internacional. Situación que, sin lugar a dudas, en los
tiempos de la Guerra Fría, hubiera sido impensable. Veamos los ejemplos de
Siria, Egipto, Libia e Irán.
2017 fue el año de lo insólito y
el joven, pero ya vertiginoso 2018 promete ser un parteaguas en la historia
mundial. A lo largo de este año se definirán roles y alianzas que seguramente
marcarán el inicio de un nuevo bipolarismo.
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