La nueva ‘guerra’ de Trump es
económica
FORBES- 23 de enero de 2018
La reforma fiscal promulgada en
Estados Unidos a finales de 2017 podría generar una carrera global por ofrecer
las tasas impositivas más bajas en un esfuerzo por mantener la competitividad.
Consultando recientemente a un
grupo de importantes empresarios mexicanos sobre cuál era su principal
preocupación para 2018, me llamó significativamente la atención que la
respuesta no fue la negociación del TLCAN o la elección presidencial. Lo que
contestaron de manera casi unánime fue: la rebaja de impuestos corporativos en
Estados Unidos, que puede detonar una “guerra de impuestos” a nivel global. La reducción
tributaria desde 35% a 21% de las utilidades de empresas estadounidenses
—pasando desde las más altas del mundo a una de las más bajas— puede llevar a
un efecto dominó en otros países que busquen mantener su competitividad para
atraer inversiones por el menor pago de impuestos.
El término “guerra de impuestos”
viene de un fenómeno similar que ocurrió a comienzos de esta década, conocida
como “guerra de divisas”. En ese caso, eran devaluaciones competitivas que
habrían llevado a cabo países como China y Japón versus el dólar, para
incrementar la competitividad de sus exportaciones. Muchos analistas económicos
advirtieron de los daños que este tipo de confrontaciones podría generar en el
comercio mundial. Un caso parecido puede ocurrir ahora con impuestos, donde el
impacto sería sobre la inversión, además del déficit fiscal de los países que
recortan sus ingresos a través de tributos.
La reducción de impuestos a
empresas fue un tema durante la última campaña presidencial en nuestro país,
como una manera de generar inversión y crecimiento económico. A ello habría que
sumar ahora el efecto de competitividad que puede traer una “guerra de
impuestos”.
La aprobación a fines del 2017 de
la reforma tributaria en Estados Unidos tiene el potencial de ser un
catalizador de cambios a nivel global.
La rebaja de la tasa máxima desde el 35% de las utilidades corporativas al 21%
es un cambio de proporciones. Tanto así que lleva a ese país de estar dentro de
los que tenían las mayores tasas (aunque la tasa efectivamente pagada por las
empresas solía ser mucho menor, gracias a la gran cantidad de excepciones y
deducciones) a estar ente los de menor tributación, como se puede visualizar en
el gráfico a continuación:
Ya ha habido reacciones de parte
de países europeos, como Francia y los Países Bajos, preocupados por la
eventual pérdida de competitividad, que ya enfrentan por mayores costos
laborales y de energía.
Junto con la rebaja de la tasa
corporativa, que será permanente, la reforma tributaria de EU considera una
ventana temporal de cuatro años para llevar a gasto de manera inmediata la
inversión de capital, reduciendo aún más el pago de impuestos. Asimismo, considera
hasta el 2026 el pago único de impuestos sobre los activos que se repatrien
desde el extranjero, en un rango entre 8% al 15.5% de los activos.
Lo anterior, junto con otras
medidas adicionales, incrementa de manera significativa el atractivo de Estados
Unidos como un lugar para establecer una empresa, a lo cual se suman un mercado
de capitales sumamente desarrollado y mercados laborales bastante flexibles.
El efecto dominó que ello pueda
traer sobre impuestos en otros países, sean desarrollados o emergentes, si bien
no ocurrirá de un día para otro, sin duda detonará un proceso que puede tener
consecuencias no sólo en los flujos de inversión, sino también en una acelerado
deterioro de las cuentas fiscales, comenzando por Estados Unidos y seguido por aquellos
países que sigan sus pasos. Ello llevará a una necesidad de mayor endeudamiento
público para financiar el creciente déficit y un aumento en la tentación de que
la inflación sea una manera de resolver el exceso de deuda. El impacto positivo
en crecimiento e inversión que la reforma puede traer en el corto plazo puede
llevar a pagar costos tremendos en el largo plazo, ya sea en excesivo
endeudamiento (y con ello mayores tasas de interés), mayores niveles de
inflación y/o ajustes fiscales que recorte gasto social.
Sin duda, esta posibilidad de
“guerra de impuestos” –como todo conflicto de escala global– corre el riesgo de
tener cuantiosas bajas.
*Director de Estrategia de
Inversiones para América Latina e Iberia de BlackRock
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