¿No sería más inteligente un marketing al
revés?
FORBES- 25 de enero de 2018
No inventes un producto
interesante y le busques un público. Identifica un público interesante y crea
un producto para él.
Había una vez un mundo en el que
fabricar un producto, comunicarlo, distribuirlo y venderlo era un proceso muy
lento. Además, sólo unos pocos tenían la posibilidad de intentarlo porque el
proceso era también muy costoso. El sistema estaba necesariamente organizado
alrededor de aquellos capaces de desarrollar su instinto y acumular la
suficiente experiencia como para poder tener una ratio de acierto más alto que
otros. Era tan difícil adivinar los gustos de los consumidores que cuando
algunos lo lograban se convertían en reyes midas y cuanto más éxito conseguían
más poder acumulaban.
Ellos, (porque en aquella época
la mayoría eran varones) se dieron cuenta que si lucían sus éxitos y escondían
sus intentos fallidos creaban una aureola mágica que atraía a los mejores
profesionales con lo que sus éxitos cada vez eran mayores y su poder se
incrementaba hasta convertirlos en intocables. Esos esfuerzos para crear una
imagen de infalibilidad derivaron en una tendencia a la idealización del
maestro creador. Todos soñaban con tener la idea brillante que les convirtiera
en millonarios y, por tanto, el culto a las ideas fue aumentando. Cuando se
contaban los éxitos siempre se daba crédito al genio “que tuvo la idea”.
Pero el mundo ha cambiado mucho.
Hoy vivimos en una sociedad
conectada. Una sociedad repleta de tecnología de bajo coste y fácil uso que ha
permitido reducir significativamente el tiempo que pasa desde que se concibe
una idea hasta que llega al consumidor. Y esos mismos consumidores han dejado
de ser una mera audiencia pasiva de medios de comunicación masivos cuyos deseos
solo se podían expresar en la caja registradora. Ahora son participantes
activos en cientos de comunidades abiertas. En ellas, se suceden millones de
conversaciones al día al alcance de la escucha atenta de las marcas. Y las más
avanzadas son capaces de entablar un diálogo lo suficientemente rico como para
conocer a sus clientes como nunca había sido posible.
Dicho esto, la pregunta es obvia:
¿Si es así, por qué seguimos el viejo patrón de idear un producto y lanzarlo al
mercado a ver si funciona? ¿No sería más inteligente hacerlo al revés?:
Identificar un segmento del público, conocerlo y desarrollar un producto a
medida de sus necesidades. Lo mejor de este enfoque es que está al alcance de
todas las marcas porque no requiere de un genio Rey Midas que decida qué tendrá
éxito o qué no. Lo decide el consumidor expresándose abiertamente.
El primer instinto al contemplar
esa posibilidad nos puede llevar a pensar en la palabra nicho. Y por definición
“nicho” siempre se asocia con un tamaño de audiencia menor que un producto
dirigido al público en general. Pero la realidad es que los nichos en internet
pueden ser mucho más grandes de lo que imaginamos. Las ventajas de los nichos son
considerables: Al especializarnos en un sector tenderemos a tener menos
competencia. Además, tanto nuestro producto o servicio como nuestra
comunicación podrán tener una mayor relevancia para nuestro público. En
consecuencia, la probabilidad de obtener buenos resultados aumenta.
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La próxima vez que te plantees un
nuevo lanzamiento, pregúntate si lo has diseñado siguiendo el proceso de toda
la vida o si por lo contrario sería un buen momento para empezar a hacer…
marketing al revés.
*Profesor de ESADE y cofundador
de MamisDigitales.org
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