Vincular apps y redes sociales no siempre es buena idea
FORBES- 27 de julio de 2017
La importancia de nuestros datos en el mundo digital es muy
importante, sin embargo, seguimos navegando en sitios o apps dudosas.
Aunque parezca extraño, una de las posesiones más valiosas
que tenemos los ciudadanos del siglo XXI son nuestros datos personales. Es
decir, la información que se refiere a nuestro nombre, sexo, edad, nivel de
ingresos, nivel de estudios, zona geográfica y más. Se trata de toda la
información que nos hace ser quienes somos y que, cuando se une con el resto de
la población, ayuda a entender de forma estadística la forma en la que la
sociedad toma decisiones o tiene ciertos comportamientos.
Sin embargo, la vida digital amplió la cantidad de
información personal de una manera sorprendente, puesto que aparte de los datos
mencionados, ahora podemos conocer sobre gustos y aficiones personales, hábitos
de navegación, personas con las que hablamos; todo ello sin contar los
dispositivos que usamos, cómo los usamos y con qué frecuencia alternamos entre
ellos.
Esa gran cantidad de datos, o big data como se le conoce en
el mundo digital, tiene al menos dos aplicaciones. A nivel personal, las
máquinas pueden leer nuestros gustos y aficiones y crear pautas publicitarias,
es decir una serie de impactos publicitarios, de acuerdo a nuestras aficiones
personales. Todo ello en tiempo real y sin la mediación de un humano.
Y a nivel grupal, sirve para entender comportamientos
sociales o tendencias de información y que sirven cuando se toman decisiones
con base en los gustos de la población. Un caso concreto es la serie House of
Cards de Netflix, cuyo elenco se decidió con base en el análisis del uso de las
plataformas. Se analizó la forma en la que los usuarios veían la serie, los
días, los horarios y la forma en que ponían pausa, regresaban, cerraban la
serie o continuaban viéndola para decidir el tiempo y el ritmo de cada
episodio.
Nuestro comportamiento digital está a la vista de todos y es
muy valioso para empresas y gobiernos. Sin embargo, parece importarnos muy poco
la información que compartimos y la forma en la que navegamos y utilizamos
aplicaciones en el web, puesto que son las principales fuentes para obtener
información sobre nosotros.
Cuando descargamos una aplicación que supuestamente es
gratuita o bien, cuando aceptamos los contratos de confidencialidad, le damos
acceso a todos nuestros datos y le otorgamos el permiso para que tome nuestros
datos, nuestros contactos, revise nuestro comportamiento digital y lo venda al
mejor postor. Un negocio que se ha vuelto muy lucrativo últimamente.
Pero no sólo eso, al estar constantemente conectados, la
posibilidad de sufrir un ataque, de ser infectados con software malicioso, de
llenarnos de publicidad no deseada o de ser hackeados aumenta
considerablemente, sobre todo si nuestros dispositivos se encuentran conectados
al Internet de las cosas (IoT), la funcionalidad que permite que nuestros
gadgets se comuniquen entre sí e intercambien datos sobre su uso y sobre los
usuarios.
Esto nos pone en riesgo, sobre todo cuando instalamos
aplicaciones que supuestamente son gratuitas, pero que son de origen dudoso.
Además, Hewllet Packard en un estudio recientemente publicado advirtió que de
cada 10 dispositivos que se conectan a la IoT, 7 presenten fallas de seguridad.
Por ello, el INAI hace una serie de advertencias sobre el
sincronizar nuestras redes sociales con aplicaciones que descargamos de
Internet y que desconocemos su origen. Por ejemplo, nos invita a conocer las
cláusulas de los contratos que nos dicen qué harán con los datos que se
recaben; además de revisar en nuestras propias redes sociales qué permisos le
estamos otorgando a las aplicaciones. Y si borramos alguna, asegurarnos que la
hemos desconectado de nuestras redes sociales.
Para ello, también nos invita a navegar en sitios confiables
y seguros, eludir las ventanas emergentes e incluso bloquearlas, además de descargar
un antivirus de desarrolladores reconocidos.
Además, si nuestros dispositivos van a conectarse a una red
inalámbrica o tienen la habilidad de conectarse al Internet de las cosas,
debemos tener ciertas precauciones como tener una contraseña distinta para cada
dispositivo, tener un nombre de usuario son revelar nuestro nombre verdadero o
incluso, cubrir las cámaras de cualquier dispositivo cuando no se use.
Quizá no estemos muy conscientes de qué tan importantes son
nuestros datos digitales, pero si queremos evitar riesgos que van desde la
publicidad no deseada, hasta el robo, el secuestro de equipos o incluso el
chantaje, debemos ser mucho más cuidadosos en donde navegamos y que información
compartimos.
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