La necesidad de sumar inteligencia cultural
FORBES- 17 de julio de 2017
Tratándose de equipos
multiculturales, se debe tener la habilidad para desarrollar un pensamiento
cultural estratégico, demostrar un equilibrio y capacidad de reconciliar
valores culturales.
En un mundo globalizado, es cada
vez más frecuente ser trasladado de país, de región, o bien, contar dentro de
una misma organización con equipos de diferentes nacionalidades, culturas,
etnias y religiones, por lo que, a quienes lideran las empresas, ya no les
resulta suficiente contar con conocimientos especializados e inteligencia
emocional; ahora hay que agregarle la inteligencia cultural.
En el año 2011, la Unidad de
Inteligencia de la revista The Economist realizó un estudio en 68 países. El
90% de los ejecutivos entrevistados señalaron cómo las diferencias transculturales
constituían el mayor reto de gestión en el siglo actual.
Otro estudio mostró cómo, de 100
compañías que adoptaron la valoración de la inteligencia cultural y adoptaron
planes de entrenamiento en la materia, un 92% vieron mejorar sus ingresos dentro
de los 18 meses siguientes.
Otro dato revelador fue la rápida
constitución de un frente legal por las empresas de tecnología asentadas en
Silicon Valley, California, contra la prohibición de ingreso de personas de
siete nacionalidades a los Estados Unidos, dictada por la administración Trump.
Para empresas como Apple, Google, Facebook, con una cifra cercana al 40% de
extranjeros, restricciones migratorias amenazan su capacidad de contar con el
talento que las hace únicas.
Las empresas conquistan mercados;
entre ellas, destacan algunas multilatinas y cada día es más frecuente contar
con una base más amplia y diversa de colaboradores, cuyas diferencias
enriquecen las organizaciones, pero también las retan en cantidad de temas.
Pongamos como ejemplo nuestra
región. Con contadas excepciones (como Brasil, las Guyanas y algunas ex
colonias inglesas, francesas y holandesas), la mayoría somos hispanoparlantes y
tuvimos en común la dominación española.
Para quien no conoce la zona,
ésta sería una invitación a la sobre simplificación, para vernos sin grandes
diferencias culturales y de idiosincrasia. Craso error. ¿Cómo conciliar la
forma directa y fuerte de los venezolanos con la aversión de ciertas
nacionalidades a decir directamente que no o a reconocer jerarquías?
O bien, ¿cómo lograr resultados
entre equipos con nacionalidades tan diversas como los estadounidenses, algunos
latinos y japoneses, cuya idiosincrasia hacia la puntualidad, la entrega a
tiempo, estilo de comunicación es culturalmente tan diferente? O bien, la
relación con la jerarquía, en donde, en naciones como los Países Bajos, los
equipos confrontan a quien lidera; en tanto, en China, se observa un respeto
absoluto.
En lo interno de los países
también existen diferencias: no es lo mismo hacer negocios en Río de Janeiro
que en Sao Paulo; en el sur o en el norte de México; y en Bogotá o en las
ciudades de la costa de Colombia.
Dos de los pioneros en el tema de
la inteligencia cultural son P. Christopher Earley y Soon Ang, quienes, en 2003,
escribieron el libro Cultural Intelligence: Individual Interactions Across
Cultures. También recomiendo la lectura del artículo “Cultural Intelligence”,
de Earley y Elaine Mosakowski, publicado en el Harvard Business Review, en el
año 2004.
La inteligencia cultural es esa
habilidad para adaptarse a diferentes culturas y valores organizacionales que
antes eran desconocidos. Quienes la tienen son personas que se toman su tiempo
para conocer la nueva cultura, tienen la motivación y la confianza para tratar correctamente
a las personas y la capacidad de adaptar su liderazgo al nuevo entorno en el
que se desarrollan.
Tratándose de equipos
multiculturales, se debe tener la habilidad para desarrollar un pensamiento
cultural estratégico, demostrar un equilibrio y capacidad de reconciliar
valores culturales (a veces contradictorios), tener la capacidad de motivar y
canalizar las energías grupales diversas y liderar entre estilos igualitarios
frente a otros que privilegian la jerarquía para poder sacar lo mejor del
talento y, a la vez, mantener la fortaleza de la marca que representan. Sin
duda, ¡todo un reto!
*Nuria Marín Raventós es
empresaria y analista
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