Inteligencia artificial ¿amenaza
u oportunidad?
FORBES- 5 de julio de 2017
Siempre hemos tenidos
desconfianza de la inteligencia artificial que podría no representar una
amenaza tan grave.
Pareciera que hemos dado un salto
y que nos metimos entre las páginas de un libro de ciencia ficción. Lo que a
nuestros abuelos les hubiera parecido cosa de locos hoy es una realidad con la
que convivimos con naturalidad. ¿Qué tiene de extraño que la comida esté lista
para servirse en treinta segundos o que una tabla de razones financieras se
calcule en un instante? Nada. Pero, los seres humanos hemos tenido cierto miedo
latente a nuestras propias creaciones. Más allá de creer que los robots nos van
a exterminar, la amenaza real está en términos laborales. Si una máquina puede
hacer más rápido, más exacto y más barato cualquier cosa, el empleador no
dudará en ocuparla, en vez de tener gente haciendo el trabajo.
Las advertencias severas sobre
cómo los robots pueden alterar la economía mundial y causar una hecatombe al
ver como la automatización aniquila empleos tradicionales nos ponen los nervios
de punta. Sin embargo, la inteligencia artificial podría no representar esa
amenaza tan grave. Podría ser que las nuevas tecnologías impulsaran el
crecimiento económico mundial aumentando la productividad y el consumo. Si esto
es así, se abre una ventana de oportunidad interesante.
Según, Anand Rao, investigador de
Inteligencia Artificial para Price Waterhouse Coopers, la mentalidad actual
enfrenta al Hombre contra la Máquina, cuando la tendencia que se ve en el
futuro es que ambos pueden ir juntos y ser mejores. No sé si la relación
virtuosa entre el ser humano y la inteligencia artificial nos harán mejores. Lo
que sí sé es que esta carrera ya inició y los mejores serán los que se adapten
a este cambio. Resistirse es, además de una necedad, un esfuerzo inútil.
Si echamos la vista atrás
podremos darnos cuenta del avance de la inteligencia artificial y de cómo ha
estado rompiendo barreras. Algunas de las tareas que nos resultaban
inasequibles hoy son realidad. Ya nadie puede creer que una computadora no le
ganaría a un humano a jugar ajedrez, o traducir en forma coherente de un idioma
a otro lo suficientemente rápido como para mantener una conversación coherente,
o calificar pilas y pilas de exámenes en forma automática o acceder a educación
a distancia y tantos otros ejemplos. Bloquear estos avances, resulta una
tentación acariciada por aquellos que tiemblan ante la preponderancia de las
máquinas, pero de nada servirá. Más bien, lo mejor será seguir la tendencia y
sacar el mejor jugo posible de ella.
Así lo entiende China que será,
según PWC el gran ganador en este terreno. Según PWC, el impacto de la
Inteligencia Artificial en China será mayor que el impacto de los Estados
Unidos de América. La tasa de crecimiento anual en el país asiático de
Inteligencia Artificial podría incrementar en 1.6 puntos porcentuales el
crecimiento global de esa nación. Los chinos ya se subieron a la ola
tecnológica y no tienen intención de bajarse de ahí.
Evidentemente, la Inteligencia
Artificial tiene grandes ventajas: reduce tiempos y movimientos, aumenta la
exactitud, reduce los costos y gastos de operación, aumenta la rapidez de las
operaciones, reduce los problemas laborales. Pareciera que las máquinas son
menos conflictivas, pero no todo lo que brilla es oro y también hay grandes
costos de mantenimiento y se elevan los riesgos operativos.
Al hablar de Inteligencia
Artificial nos situamos en un escenario de vértigo. Lo que hoy es novedad
mañana será obsoleto. Ir detrás de la carrera tecnológica es pueril, es
prácticamente estar a la vanguardia. Las actualizaciones resultan caras y el
mantenimiento de la maquinaria puede resultar tan oneroso como mantener una
planta de trabajadores. Conseguir refacciones es engorroso y no siempre es
sencillo. Imaginar lo que sucedería si la máquina que es el centro de
operaciones de una compañía se descompone, puede llevar al llanto y a la
desesperación.
Por otro lado, las legislaciones
desconfían de estos sistemas que se desarrollan tan rápido. A la ley no le
gusta quedarse rezagada en esta carrera del desarrollo. Además, en este
movimiento veloz, no les es posible supervisar y las autoridades tienen sospechas
fundadas en torno a la erosión de la privacidad y el efecto último que esto
pueda traer al individuo. Nos pone de nervios pensar en que una máquina, además
de quitarnos el empleo, pueda estar al tanto de lo que hacemos a cada momento y
en todo lugar.
Hay cuestiones de la Inteligencia
Artificial que ni me gustan ni entiendo, pero insisto, eso es lo de menos. Lo
importante es encontrar formas armoniosas de convivir y luchar contra el
impacto social negativo que devenga de la intervención de los aparatos en la
vida del Hombre. La amenaza no es solamente el desempleo masivo por sustitución
tecnológica, es ver como las características del ser humano se merman por la
presencia de las máquinas. Si los humanos somos seres sociales y estamos
dejando de serlo por estar metidos en una pantalla ahí está la amenaza.
Para que la amenaza deje de
serlo, no basta con contemplarla, hay que transformarla. Tenemos la obligación
de hacer que la Inteligencia Artificial y la tecnología sirva para la Humanidad
en su conjunto y tenga efectos virtuosos y no desastrosos. Aquí el egoísmo no
priva. Tampoco el altruismo. Es necesario hacernos cargo de una realidad
contundente: necesitamos gente productiva y generando ingreso para evitar la
pobreza. Si lanzamos a gente al desempleo para sustituirlas por máquinas,
estaremos generando un desequilibrio que tarde o temprano tendremos que pagar.
Si privilegiamos a un segmento pequeño de la población, estamos haciendo crecer
la amenaza.
En cambio, si a través de los
avances tecnológicos logramos que la brecha entre los que todo tienen y nada
poseen se reduzca, entonces sí estaremos logrando transformar la amenaza en una
oportunidad que devenga en una fortaleza.
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