La agonía de los medios convencionales
FORBES- 13 de julio de 2017
Televisión y radio convencionales
son una réplica, por lo general, mal lograda de las intenciones y percepciones
de las redes, perdiendo, con ello, sustancia y solidez.
La gran palabra del siglo XXI es
‘distraer’. Los medios de comunicación convencionales, al intentar competir con
las redes y las nuevas formas de distribución de la información y el
entretenimiento, han confundido su esencia y con ello perdido interés al
convertirse en objetos de distracción. Sin jerarquización de contenidos, labor
primordial en la programación de cualquier medio, ya que en esa jerarquización
se define la presentación del medio ante su potencial audiencia, los canales de
televisión y radio convencionales son una réplica, por lo general, mal lograda
de las intenciones y percepciones de las redes, perdiendo, con ello la
sustancia y solidez, el criterio y perspectiva, que le daban a los medios una
postura de donde partía la cadena de reflexión e influencia que garantizaban el
liderazgo de opinión.
Sin una claridad de pensamiento
con respecto a su función y su nueva posición en el gran panorama de la
comunicación ‘masiva’ en el siglo XXI en México, las estaciones de radio han buscado
alimentar sus contenidos con protagonistas de las redes, imitando,
adicionalmente, sus lenguajes y formas gramaticales de interacción convirtiendo
a las estaciones de radio en replicantes disfuncionales de la actualidad y
velocidad de intercambio de ideas que ocurren en el plano horizontal de la red.
En el caso de la televisión, la ansiedad por ganar espacios en las redes los ha
convertido en productores de capsulas de entretenimiento e informativas que
enlazan al aire creando una continuidad accidentada, pausada y sin el ritmo
necesario para capturar la atención. Pensando siempre en la fragmentación
necesaria para publicarse en redes, el formato se altera al aire. Lo mismo
ocurre con las temáticas de contenido. Sin entender los distintos planos en los
que se da el dialogo en redes, la radio y la tele recogen al vuelo los
contenidos que monitorean de manera permanente, y transforman a la radio y
televisión en replicantes que lo único que hacen es reproducir en señal
electromagnética lo que ya se reprodujo de manera inmediata y más eficiente vía
internet. Si a esto sumamos que la problemática de fuga de audiencias está
produciendo descensos considerables en ‘ratings’ que repercuten en la
disminución de inversión publicitaria -Grupo Televisa reporta sólo el 28% de
ingresos por concepto de publicidad-, y que la reacción de la media nacional es
buscar bloquear con los recursos de la ‘nomenklatura’ la entrada de
competidores frontales -la demanda en contra de Roku, por ejemplo-, queda claro
que la brújula se perdió.
La publicidad, como eje central
de la dinámica de los medios de comunicación, se mantiene a la expectativa ante
estos fenómenos de descontrol pues la certeza que antes ofrecía la
preponderancia mediática de radio y tv abiertas se ha perdido al, en el caso de
México, con total perdida de solidez y credibilidad, dejar al descubierto la
total ausencia de infraestructura en la medición de audiencias, de encuestas,
de parámetros confiables de desempeño. Como lo hemos dicho antes: la comodidad
financiera que significó para los medios convencionales el clientelismo
gubernamental producto de la creación de espacios informativos que difundieran
información debidamente aprobada en beneficio del ‘establishment’, tuvo como
consecuencia que se dejara de invertir en crear y probar nuevas formas de
atraer al público. Nuevas formas de creación de contenidos. Se dejó de invertir
en investigación y en la exploración de nuevas estrategias de convencimiento
que no sólo fueran atractivas sino también eficientes para el anunciante en
general. La falta de inquietud de los medios, consecuencia de garantizar un
ingreso cómodo vía la publicidad gubernamental, oficial, ha propiciado el
surgimiento de nuevas formas de aprovechamiento de los recursos publicitarios,
muchos de ellos de oportunidad, como son los BTL que se han multiplicado hasta
dejar de ser, muchos, realmente inversiones inteligentes, o los patrocinios de
todo tipo de eventos que no crean una repercusión concreta en beneficio del
anunciante.
Las nuevas dinámicas de comunicación,
dialogo, información y entretenimiento que existen hoy en día exigen una
apertura desenfrenada a la imaginación que desafié todos los principios que
hasta ayer dominaban el criterio de la interacción unilateral de la media
convencional. Las redes, así como todas las nuevas formas de influencia
interactiva que todos tenemos a nuestro alcance, son parte de un gran juego en
donde la percepción de ida y vuelta exige una creatividad cada vez más audaz
que entienda los parámetros de credibilidad, confianza y empatía, tanto como
para intentar comprender que piezas son cambiables en estos nuevos modelos de
comunicación, pero también que piezas no lo son, y cuya inmovilidad es
indispensable para la conservación de la solidez y la claridad necesarios para
la comprensión y evolución de la nueva relación medio/audiencias. El cambio de
paradigmas que estamos viviendo no implican una destrucción de todo lo
anterior, sino, como en cualquier proceso evolutivo, un aprovechamiento de
aquellas partes valiosas que cimentaran las nuevas estructuras.
Mientras en México la inmovilidad
sea la clave para la aprobación del trabajo de los medios convencionales por
parte de la ‘nomenklatura’ y los ‘powers that be’ no entiendan que hay que
liberar la presión censora que provoca la falta de un ejercicio auténtico de
gobierno en beneficio de un dialogo constructivo, la mass media convencional
efectivamente comenzará a ser un factor de retraso en el desarrollo de nuestra
sociedad. Sin nuevas propuestas, sin nuevos contenidos, sin nuevas ideas que
refresquen las conciencias que, sordas ya a las transmisiones monótonas que
blablabean conceptos sin credibilidad, han rebasado en mucho el interés por una
radio y una tv tímidas, los medios convencionales, en breve, dejaran de ser
útiles hasta para los intereses que las han coptado a lo largo de nuestra
historia reciente.
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