Las ciudades, frente contra el
cambio climático
FORBES- 31de julio de 2017
Las ciudades latinoamericanas
comienzan a colocarse a la vanguardia en invertir en proyectos que contribuyen
a reducir emisiones y luchar contra los efectos del calentamiento global.
El cambio climático es una
realidad, y su combate un compromiso ineludible. En varias ciudades de América
Latina se está consciente del desafío. Basta subirse a un autobús ecológico en
Cartagena, recorrer las nuevas ciclovías de Buenos Aires y Ciudad de México en
“Ecobicis” o contemplar cómo cada vez más edificios son construidos bajo una
lógica de sustentabilidad en base a “códigos verdes”.
Estas ciudades -como muchas otras
alrededor del mundo- van a la vanguardia en invertir en proyectos que
contribuyen a reducir emisiones y luchar contra los efectos del calentamiento
global. Sus alcaldes no están cruzados de brazos a la espera de que el consenso
internacional responda a esta amenaza. América Latina ya es la región más
urbanizada del mundo con casi el 80 % de la población viviendo en ciudades. Y
los municipios están enfrentando desafíos no sólo relacionados con el cambio
climático, sino con el crecimiento acelerado de sus ciudades, como son las
dificultades de transporte urbano, la infraestructura insuficiente y la
seguridad de sus ciudadanos.
A nivel mundial, las ciudades -que
crecen a razón de 65 millones de personas por año-consumen dos tercios de la
energía global y generan el 70 % de las emisiones mundiales de carbono. Los
habitantes de zonas urbanas requerirán millones de empleos, viviendas más
accesibles, transporte para trasladarse al trabajo, agua potable y saneamiento
para preservar la salud de las familias y un suministro eléctrico confiable, lo
que supone un costo que asciende a miles de millones de dólares. Se estima
además que el porcentaje de ciudadanos pobres que viven en ciudades y que se
ven desproporcionadamente afectados por los desafíos de la urbanización,
crezca. Y son los alcaldes o dirigentes municipales quienes al estar más cerca
de los ciudadanos reciben mayores presiones para mejorar los servicios públicos.
Es por ello que las ciudades son
hoy el lugar más apropiado para generar nuevas ideas y programas con impacto.
Varios de los alcaldes más innovadores del mundo han comenzado a adoptar
medidas importantes para que las ciudades sean más sostenibles e incluyentes.
En primer lugar, han comenzado a
ofrecer incentivos para la inversión privada y a buscar formas de aprovechar
los recursos públicos para atraer empresas privadas en áreas que se
consideraban muy riesgosas o no suficientemente rentables. Las autoridades
nacionales deben mostrarse más dispuestas a permitir que los gobiernos locales
obtengan préstamos y ejerzan un grado significativo de control sobre sus
ingresos y gastos, y respaldar así la descentralización fiscal, una necesidad
para permitir la inversión privada. Ello implica también un manejo transparente
de las finanzas públicas municipales, con una rendición de cuentas efectiva.
En segundo lugar, las ciudades
han comenzado a analizar con rigor sus finanzas para mejorar su capacidad
crediticia. Con una gestión financiera más sólida, transparente y mejores
calificaciones crediticias, las ciudades tendrán más acceso a la inversión y
más capacidad de aprovechar los mercados de capital locales e internacionales.
En la actualidad, solo el 5 % de las 500 ciudades más grandes de los países en
desarrollo se consideran solventes en los mercados internacionales.
Recientemente, algunas ciudades
han realizado importantes inversiones para luchar contra el cambio climático.
El sistema de autobuses rápidos de Cartagena, en el que se utilizan vehículos
de gas, carriles exclusivos, rutas simplificadas, estaciones elevadas y
mecanismos de pago con tarjetas inteligentes, ha permitido a los usuarios
ahorrar más de la mitad en sus pasajes. Además, el sistema reduce casi en 70 %
las emisiones de dióxido de carbono.
En Buenos Aires también se está
construyendo una red similar de transporte rápido, y recientemente se
introdujeron nuevos carriles y estaciones de bicicletas, llamadas Ecobici, como
parte de un plan de la capital argentina para aliviar la congestión y la
contaminación. Además, el municipio está evaluando un plan de eficiencia
energética para edificios públicos, y nuevos estándares de eficiencia
energética y uso de agua para nuevas construcciones verdes. La Ciudad de
México, con sus más de 20 millones de habitantes, ya ha implementado también un
proyecto de Ecobici.
Ya por lo menos ocho ciudades en
América Latina incluyendo Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Ciudad de
Panamá, San José, La Paz -y pronto Tegucigalpa- han adoptado regulaciones de
construcción verde para promover el ahorro de energía y agua, y el uso de
materiales más sostenibles en las nuevas edificaciones. Estos códigos crean un
nuevo mercado para las tecnologías limpias y, a medida que continúen creciendo
las ciudades, se estima que podrán reducir en un 20% las emisiones de gases de
efecto invernadero en la construcción.
Esto es sólo el comienzo. Un
informe del Banco Mundial examinó 750 ciudades de todo el mundo y encontró que
el 75 % ha crecido más rápido que sus respectivas economías nacionales durante
las últimas dos décadas. También reveló que las ciudades podrían generar varios
millones de empleos cada año si lograran ser más competitivos y respaldaran el
desarrollo del sector privado. Para alcanzar estos objetivos, lideres
municipales deben emprender reformas que fomenten la innovación, aborden el
tema de los derechos sobre la tierra y mejoren el acceso a la infraestructura,
ya que ello contribuye a atraer inversión privada. En estos momentos en que los
presupuestos públicos en la región están constreñidos, atraer inversión privada
es fundamental. Es por ello que la Corporación Financiera Internacional (IFC,
por sus siglas en inglés), miembro de Grupo Banco Mundial orientado al apoyo
del sector privado, ha invertido durante poco más de 10 años alrededor de 10
mil millones de dólares en 300 proyectos de mejoramiento urbano, a la vez que
ha brindado servicios de asesoría a ciudades de más de 60 países.
No será tarea fácil. Pero con la
voluntad política vendrán también los capitales. Si sus ciudades logran atraer
más inversión privada, y esa inversión respalda un entorno sostenible y
vivible, las zonas urbanas de América Latina y el mundo pueden convertirse en
motores de un crecimiento incluyente que abra nuevos mercados, genere más
empleo y mejore la calidad de vida de los ciudadanos.
*Irene Arias es Directora para
América Latina y el Caribe de la Corporación Financiera Internacional (IFC).
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