Recompensas de tratar bien a un
cliente
FORBES – 14 de junio de 2017
Las empresas que están
estrechamente centradas en el desarrollo del talento se destacan por el
crecimiento de sus ventas.
Hay una premisa que no debemos
olvidar: las empresas no crecen por generación espontánea. La búsqueda de la
ventaja competitiva se convierte en un camino tortuoso porque nos topamos con
clientes distraídos que están enfrentados a millones de opciones que tienen al
alcance de los dedos. Pero, también nos enfrentamos a vendedores con musarañas
en la cabeza. La fidelidad se debe construir a base de buen servicio más que de
frases pegajosas y de lemas que significan lo mismo que montones de polvo. Hoy,
más que nunca, necesitamos entender la importancia de tratar adecuadamente a un
cliente.
No es exagerado estimar que la
mitad de la creación de valor de una empresa descansa en la fuerza de ventas y
en el servicio postventa. En esta condición, la eficacia del equipo de ventas
es crucial para el crecimiento, tanto como lo es el servicio que recibe un
consumidor después de haber efectuado la compra. La experiencia de ventas es
uno de los principales impulsores en las decisiones de compra de los clientes,
así como el respaldo que siente por parte de la compañía a la que le compró
algo. Las mejores prácticas de las empresas altamente efectivas se centran en
la experiencia del cliente. Ahí debemos centrar nuestra atención.
Sin embargo, la construcción de
ese valor se ha vuelto mucho más difícil. El panorama de ventas se ha
complicado mucho en los últimos tiempos: es más impredecible y está lleno de
múltiples factores de influencia, variedades de canales y opciones de compra.
La digitalización está cambiando las conductas del consumidor. Las actividades
de ventas se tornan más complejas. Un cliente necesita ser acompañado en el
proceso de decisión. Desde luego, guiar a los responsables de la toma de
decisiones, estar con nuestros clientes a través de todos los matices y
consideraciones, requiere de un esfuerzo nodal: que los vendedores demuestren
un profundo conocimiento de la materia y que demuestren capacidad de
personalizar rápidamente un mensaje para cada cliente.
Estos retos requieren un nuevo
conjunto de competencias, capacitación y herramientas ejecutivas. Ya no se
trata de pronunciar palabras elegantes o de poner a individuos con caras
bonitas. Si el consumidor descubre que el vendedor o el encargado de servicio
no tienen los conocimientos necesarios, o peor aún, si el cliente es maltratado
o menospreciado, saldrá volando a toda velocidad y jamás se volverá a gozar de
su preferencia. Las empresas, según Julie DeLoyd, Maria Valdivieso, Ben
Vonwiller y Michael Viertler del equipo de McKinsey, están teniendo problemas
para llenar ese vacío porque muchos de ellos carecen de los medios para
identificar y cultivar las habilidades que necesitan. Existe un hueco entre las
competencias necesarias para atender el desafío y las personas que están al
frente. Para ello, la mejor forma de solventarlo es capacitar.
Pocas organizaciones tienen
métricas que muestren un perfil por competencias. Como resultado, las opciones
de contratación a menudo se basan en sentimientos intestinos, en prácticas del
pasado que ya no son vigentes en estos días, mientras que el desarrollo y la
formación a menudo se dejan de lado. La correspondencia entre las tareas que se
deben realizar, las funciones que se deben de cubrir y los talentos que se
necesitan para desenvolverse no encuentran una correspondencia con las personas
que se desempeñan en puestos de responsabilidad.
Para entender mejor cómo los
superiores líderes manejan talento, es necesario desarrollar herramientas que
nos permitan identificar las conductas observables y evaluables que se
requieren para las personas que venden y para las que atienden a los clientes
después de la venta. Por lo tanto, es necesario seguir y analizar las prácticas
de gestión de talentos, así como los rasgos y atributos. Insisto, los discursos
ya no impresionan al consumidor y las promesas incumplidas tienen repercusiones
fatales en el desarrollo de la empresa.
Claro, las organizaciones con el
más rápido crecimiento son aquellas que se han ocupado de observar los rasgos
de personalidad y habilidades que corresponden con el éxito y forman a su
personal de acuerdo a sus planes operativos y estratégicos. Estas empresas son
mucho más propensas a personalizar el alcance, las herramientas y las técnicas
a las necesidades de los diferentes equipos de trabajo. De hecho, al analizar
las organizaciones de rápido crecimiento, queda claro que parte de la
capacitación de ventas de alto rendimiento se ocupan en el trato adecuado y
personalizado a sus clientes. ¿Cómo lo logran? Tratan a sus vendedores como
clientes.
La empatía de los equipos de
ventas y de postventa, la capacidad de escuchar, de ponerse en el lugar del
cliente y de tratar de entender la situación por la que está pasando y buscar
una solución a la medida de su problema, es una característica de empresas que
seguirán vigentes en el mercado. Sin embargo, aquellas que siguen buscando
pretextos, que no se toman la molestia de entender a sus clientes, que tienen
un inventario de explicaciones del por qué no se pudo, en vez de cómo si se va
a poder, morirán irremediablemente.
Una compañía que no capacite a
sus equipos de contacto con el consumidor, que viva disociado de sus clientes y
que no entienda cuáles son las competencias necesarias para ponerse del lado de
sus compradores, será castigado por el látigo de la indiferencia. No habrá
repetición de negocio. Por el contrario, una empresa ocupada en empatar su plan
operativo con un plan de gestión por competencias que tenga alineadas sus
estrategias con las características de las personas que conforman su equipo,
recibirá la mejor de las recompensas: la fidelidad del cliente.
Hoy se está dando esta
transformación. Cada uno de nosotros la podemos verificar. Las compañías que
nos maltratan y no nos responden eficientemente, se alejan de nuestros gustos.
En estos días, ya no basta un empaque atractivo, un precio seductor, un
desempeño adecuado o un diseño sorprendente, requerimos también de compromiso.
Si aquello que nos prometieron embona con lo que nos están dando y si la
compañía me toma en cuenta, seguramente seguiremos ahí sin caer en la tentación
de volver la mirada a otro lado. No debemos olvidar que el cliente es el motivo
que final que nos llevará a conseguir la meta empresarial que cualquier negocio
se plantea: vender y generar utilidades.
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