Etiqueta para dar y recibir
regalos corporativos
FORBES – 6 de diciembre de 2017
La claridad sobre las reglas para
dar y recibir regalos en el ámbito profesional se refiere directamente a los
códigos de conducta que se deben respetar.
Diciembre es el mes de los
regalos, es la época de los intercambios navideños, los obsequios entre
personas que tienen vínculos laborales o profesionales que deben ser atendidos
con mucho cuidado. Es tiempo de fiestas, brindis, regalos y también de tener
cuidado y estar alertas con los pasos que se dan. El mundo corporativo tiene
reglas de etiqueta que deben ser respetadas. Las cortesías y modos de
comunicarlas en el entorno laboral son sutiles y en este ámbito como en
ninguno: forma es fondo. Un regalo corporativo viene cargado de significados,
es un mensaje cifrado, que debemos descifrar con cuidado. Por lo tanto, es muy
importante cuidar lo que se quiere transmitir para lograr el impacto que se
desea. Los motivos que nos llevan a dar algo a alguien deben ser claros en la
intención de quien entrega y transparentes para quien los recibe.
La línea que separa la cortesía
de la incorrección es delgada y se traspasa con mucha facilidad. Por eso, hay
que extremar la sensibilidad y poner atención extrema. Las precauciones no
sobran en este rubro. Aceptar o dar regalos es un tema delicado. Va más allá de
un simple detalle. No podemos ser ingenuos ya que traspasar fronteras puede
acarrear problemas serios, desde un tropezón laboral hasta problemas
relacionados con delitos de corrupción. En esta condición, las empresas y quienes
están en el terreno profesional deben tomar medidas claras y transparentes en
el tema de los presentes.
El protocolo de los regalos no es
sencillo, sigue un código. Incluso no dar regalo transmite un mensaje. Antes de
empezar con la pesquisa del regalo ideal, es necesario reflexionar en torno a
cuáles son los motivos que nos llevan a dar algo o a dejar de darlo. Un regalo
puede significar una compensación a un buen desempeño, una motivación para
generar un mejor comportamiento, agradecimiento, simpatía; tal vez sólo sea un
vehículo propiciatorio de una actitud más amigable. Sin embargo, también es un
modo de marginar, de dejar fuera tanto como puede ser de lambisconear a fin de
obtener un puesto de trabajo o un favor a cambio. En todo caso, cualquiera que
sea la intención, la pregunta a contestar es si se trata de un obsequio con un
interés ulterior y averiguar cuál es.
Evidentemente, el tema está
relacionado con la cultura corporativa de cada organización y debe estar
asentado en el código de conducta. Pero, no siempre sucede así. El problema es
cuando un aspecto tan delicado se deja al criterio de las partes. Lo que
alguien considera un detalle de celebración para otro puede ser un hecho de
corrupción. El péndulo oscila entre extremos sumamente delicados.
Para que un regalo no sea un
problema, es necesario entender las intenciones. En el entorno laboral, los
negocios nos llevan a probar nuestros límites y códigos. No debemos ser
ingenuos, a diferencia del terreno personal, regalar en un entorno profesional
siempre tiene un fin y eso no es necesariamente perverso. La verdad es que ese
tipo de presentes no siempre son del todo sinceros y de alguna forma están
marcados por intereses particulares. En el ánimo de cumplir con un compromiso
debemos ser precavidos. Hay que reflexionar: muchas veces optamos por un objeto
costoso y resulta un acierto y en otras fallaremos terriblemente al entregar
algo demasiado caro. No obstante, si la meta es dar un regalo que cause el
impacto deseado, es preciso hacer un esfuerzo mayor. En el ámbito profesional
el precio debe ser una variable muy vigilada.
Regalar se trata de hacerse
presente. Las ocasiones más evidentes llegan con un logro profesional,
cumpleaños, aniversario o Navidad. Sin embargo, los regalos más significativos
son los que no celebran una fecha en particular, sino a la persona y lo que
ella significa. Para determinar qué regalar, hay que pensar en el destinatario
y buscar lo que más apreciará. Si no conocemos bien al destinatario, las
asistentes o su equipo de trabajo más cercano pueden ser una buena alternativa
de consejo. Lo importante es demostrar que realmente se pensó en la persona y
la importancia que tiene la relación que han establecido como colegas, socios,
proveedores o clientes, con ello en mente, es más fácil acertar.
Al regalar, tenemos que tener en
cuenta los aspectos que hay que evitar. En términos generales -a menos que se
trate del intercambio de regalos de la oficina y así lo hayan solicitado-
comprar tarjetas de regalo es mala idea ya que son obsequios impersonales que
pueden dar la impresión de falta de interés o de mínimo esfuerzo. También hay
que evitar cualquier cosa que tenga el logotipo de la compañía, eso no es un
regalo, es un objeto promocional. Hay que alejarse de la tentación de reciclar
regalos o de entregar algo que, aunque esté en buenas condiciones ya fue usado.
Ni hablar de objetos con tonos políticos, esos jamás se regalan, o religiosos,
esos se reservan únicamente para el terreno personal.
Un regalo no debe de ser simplemente
un detalle, sino un emblema a la consideración. El principio básico que rige:
regalar es dar. Lo fundamental es que sea significativo y que permanezca como
un recuerdo de quien dando algo significativo hace sentir a alguien especial.
Es un signo que refleja un esfuerzo para estar presente y hacerle ver a esa
persona que en la intención se encontraron los méritos suficientes para estar
en una lista de regalos.
Si elegir un regalo puede ser
complicado, recibirlo no lo es menos. Al darlo, nos convertimos en el emisor
del mensaje, al recibirlo somos los que debemos interpretarlo. En esa
condición, quien da, manda un recado tan válido como el que no da. El que no
entrega un regalo tiene un motivo y es bueno tener en cuenta. Más vale saber.
Los presentes recibidos son signos cifrados. Uno muy caro puede ser el
antecedente de un problema. El dinero nunca es un buen regalo para recibir, a
menos que se trate de una compensación que viene aparejada de un recibo de
nómina. Si es de un tercero, recibirlo es pésima idea.
Antes de dar o recibir un regalo,
es preciso verificar las políticas al respecto. Cada cultura organizacional
tiene sus peculiaridades y sus puntos de vista al respecto. En ciertos
entornos, recibir un obsequio puede ser causal de despido, en otros hay montos
máximos para poder recibirlos, si ese monto se rebasa, el presente se debe
rechazar. Hay ambientes en los que dar y recibir regalos es esperado. Hay
empresas en las que no aceptar un regalo es el mejor modo de generar un
problema.
Si se decide dar o recibir, los
protocolos del regalo que es necesario seguir son los siguientes: debe verse a
simple vista para quién es y lo que contiene, la envoltura debe ser atractiva,
cuidada, debe generar un buen recuerdo para que la persona tenga una adecuada predisposición
hacia nosotros o nuestra empresa. El exterior de un regalo, puede decir mucho
del contenido del mismo y de la persona o empresa que lo remite. Denota un
cierto interés por el acto de regalar y no una mera obligación de regalar. Los
regalos se abren en el momento de la entrega, eso es muestra de interés y es
una forma de agradecimiento inmediata. Si la persona que lo regala no está
presente -se ha enviado el regalo por otro medio- se debe agradecer con carta
formal o si tenemos confianza, podemos hacerlo de modo informal, por teléfono.
Regalar no sólo es un arte, es
una estrategia y como tal hay que abordarlo, perfeccionarlo y mejorarlo a base
de consejos. No es un tema que deba tomarse a la ligera, es un aspecto de
planeación que debe tener objetivos específicos y metas bien planteadas. Es,
asimismo, una oportunidad ya que, si lo hacemos en forma adecuada, puede ser un
modo de abrirnos puertas y granjearnos buenas voluntades.
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