Competitividad : el capital
FORBES- 22 de
diciembre de 2017
Podemos definir
la productividad como la eficiencia de dos factores: el capital y el trabajo,
para transformar insumos en productos o servicios que generen riqueza.
Para la
coyuntura nacional, en la que necesitamos replantear las rutas de desarrollo de
México, encuentro trascendental que entendamos nuestras ventajas y desventajas
competitivas y los factores que nos podrían encaminar hacia la convergencia
económica con los países desarrollados. Por ello, en las próximas entregas
compartiré una serie de artículos sobre este tema, empezando con un análisis
sobre la productividad del capital, qué es y por qué importa.
A finales de
septiembre, el World Economic Forum (WEF) publicó su reporte anual sobre
competitividad, en el cual compara este indicador en 137 países. México se ha
mantenido en el lugar 51 en los últimos dos años. El WEF define la
competitividad como el conjunto de instituciones, políticas y factores que
determinan la productividad. El resultado de este ranking es importante,
primero por la resonancia que tiene el índice en el mundo; y, segundo, porque
la productividad es el indicador que determina el potencial de crecimiento de
un país en el largo plazo. Pero, entonces, ¿qué es la productividad?
Podemos definir
la productividad como la eficiencia de dos factores: el capital y el trabajo,
para transformar insumos en productos o servicios que generen riqueza. Podemos
simplificar este concepto con el clásico ejemplo de una fábrica, donde el
capital sería la inversión del empresario en maquinaria y equipo de transporte.
El trabajo es la cantidad de horas trabajadas por sus empleados. La
productividad mide las unidades de producción que resultan de cada peso
invertido por el empresario y cada hora trabajada por sus empleados.
Sin embargo, no
debemos ver la productividad como un concepto aislado (que nos dice solamente
qué tan capacitado está un trabajador o qué tan moderna es una máquina), sino
como un elemento ajustado a los costos.
Ante dos
fábricas con niveles similares de productividad, el empresario invertirá en la
fábrica más eficiente, sí, pero también en aquella cuyo costo de productividad
sea menor. La productividad ajustada al costo determina, así, la tasa de
retorno que las inversiones pueden obtener en un país.
De acuerdo con
Ray Dalio, en su estudio sobre productividad de 2015, el costo de un trabajador
educado, ajustado por productividad, en México es 68% menor que en Estados
Unidos y 82% que en Alemania. Otro indicador muy importante para la
productividad es cómo se comporta la inversión en un país. Tanto para atraer
inversión extranjera, como para retener la inversión nacional, es fundamental
que las mismas perciban: I) un potencial atractivo, reflejado en los retornos
esperados de inversión; y, II) un cierto grado de certidumbre para que estos
retornos se materialicen.
Desde 1994, la
inversión extranjera directa (IED) de México ha representado, en promedio, sólo
13% de la inversión total en el país, con todo y TLCAN. Este dato nos da cierta
perspectiva, en especial, en medio de las tensiones comerciales con Estados
Unidos, y nos ayuda a entender que lo importante es asegurarnos de ser un país
atractivo para todas las inversiones, independientemente de su origen
geográfico. Importa más que México fortalezca sus indicadores de productividad
para volverse más atractivo a las inversiones, y no tanto que se dedique a
atraerlas de una en una. Haciendo lo propio, lo demás llegará por sí solo.
Notas
Otra fuente de
capital es la inversión del gobierno. El gobierno mexicano invierte mal. De
acuerdo con Jonathan Heath, entre 2010 y 2015, el crecimiento promedio anual de
la economía pudo haber sido 0.4% más, sin la inversión de éste.
México está
entre los cinco países con menor inversión privada respecto a su PIB (14%) de
los 20 que mide Ray Dalio, a pesar de que nuestra tasa de ahorro respecto al
ingreso (9%) es la sexta más alta. El bajo nivel de ingreso relativo que tienen
los mexicanos nos habla de la urgencia de incrementar su productividad.
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