Los 7 pecados capitales de un
candidato
FORBES – 6 de diciembre de 2017
En estos tiempos, los electores
se aburren con facilidad, la publicidad se pierde entre miles de estímulos y la
credibilidad de los spots anda por los suelos.
¿Cuáles son los errores más
comunes de una campaña electoral?, ¿qué deben evitar hacer los candidatos si
quieren ser considerados por sus electores?
1.- El síndrome del espejo.
En el ideal democrático una
campaña electoral debe servir para establecer un intercambio, debate de ideas y
evaluación para alinear las propuestas, proyecto y visión de un candidato con
las demandas, expectativas, intereses y preocupaciones de los electores.
La sociedad debe sentirse
representada, escuchada, motivada a votar, pero suele ocurrir que el candidato
se pierde en un reflejo de sí mismo que no coincide en absoluto con la realidad
en la que perciben los ciudadanos, esto sucede por egoísmo, ambición y/o la
desinformación y cerrazón de su equipo de trabajo.
Los afectados por este
padecimiento, se niegan a ver, escuchar, responder, ser sensibles o atender las
exigencias de los votantes; no conocen sus problemas, se cierran ante los
reclamos, evitan hablar de la corrupción y la impaciencia de una sociedad
cansada de demagogia y promesas incumplidas. Viven frente a un espejo que no
los deja ver detrás de él, se sienten seguros en una burbuja de impunidad y se
ocultan en una tierra de fantasía de frases huecas porque no tienen ni la
capacidad, integridad o el interés para servir con eficiencia.
2.- El estratega serenísimo.
Este desorden toma su nombre de
un personaje de la historia mexicana que se hacía llamar el Napoleón americano;
en una campaña electoral nada puede ser improvisado, se requiere energía
social, fuerzas vivas, trabajo de base, pero bien orientado, enfocado, bastan
un descuido, una indiscreción, una noticia, un rumor, una frase, o un mal
comportamiento para echar por tierra toda la reputación personal y/o acabar con
las aspiraciones de todo candidato.
Aquellos que creen saberlo todo,
que se dicen autosuficientes, son los primeros en caer y hacer tremendos
ridículos electorales, ocurrencias, exhibicionismo, aberraciones, lo que sea
por un voto o una foto. Ante la falta de talento político, los candidatos optan
por tratar de parecer comediantes o meros personajes de soporte en la película
del poder a la que no pertenecen, no saben ejecutar, son aburridos, les faltan
méritos, gracia y virtudes.
3.- Liderazgos sin fundamento.
En política todo lo que no consta
no cuenta. Los problemas que enfrenta el país aunados a la corrupción ya no
admiten postergación. Se requiere un liderazgo poderoso, atrayente, un carisma
eficiente que pueda mover la conciencia social, alinear las distintas fuerzas y
ser el centro de grandes reformas, además de dar la seguridad y estabilidad
necesarias para crecer, sobre todo para volver a creer en la política.
Para evitar este padecimiento,
hay que hacer una evaluación profunda, objetiva, metódica y reflexionar sobre
el beneficio social quien puede con esta compleja agenda, al margen de géneros, alcurnia o escuelas. Se trata de
capacidad, calificación, compromiso, cualidades y congruencia. Ante un mercado
partidista mediocre hay que vender caro el voto, obligar a que mejore la oferta
o buscar nuevas alternativas de representación.
4.- Visceralidad.
Si algo debe predominar en un
candidato es la intensidad mesurada, la pasión cerebral, el autodominio y la
iniciativa eficiente. La política es un arte muy delicado, los chismes,
intrigas y los enemigos gratuitos están a la orden del día. Mantener el
equilibrio, la estabilidad, el control de las decisiones y las acciones es
fundamental. Manejar la coyuntura es un deporte extremo, ante muros y
negociaciones hace falta diplomacia, tacto, fortaleza y una decidida defensa de
los intereses nacionales.
Basta mirar al norte para ver lo
que los berrinches, la arrogancia y los excesos ególatras pueden provocar. Una
vez conocí a un muy destacado político oriental que decía que para tener éxito
en la política habría que ser como el mar, ser capaz de provocar paz, descanso,
relajación y al mismo tiempo misterio, respeto e inquietud. Un océano en calma,
atrayente, cielo brillante y color esmeralda que en unos segundos puede
convertirse en un terrible huracán, arrasador, gris y rugiente.
5.- Los saldos pendientes.
Las campañas son fiscalización,
exploración e indagatoria abierta, es el tiempo para que las viejas rencillas,
los conflictos no atendidos, el choque de personalidades y las deudas afloren.
Sometidos al escrutinio de los electores; quienes quieran superar esta aduana
deben cerrar ciclos, revisar sus redes sociales, documentación en orden,
relaciones personales, información, seguidores, hay que poner a buen resguardo
la reputación civil.
Comunicación, relaciones
públicas, amistades sólidas, prestigio intachable, aliados firmes, unidad,
integridad, son los blindajes que no fallan.
6.-Ingenuidad.
Las campañas son crisis
permanente. Las frases comunes de los perdedores de una contienda electoral
incluyen: “no pensamos”, “no nos imaginamos”, “no creímos que nos harían esto”,
“es que eso no se vale”, “confiamos en las autoridades”, “si siempre estuvo con
nosotros”, “no nos podían traicionar”, “las cosas se arreglaran solas”,
“todavía tenemos tiempo”, “eso lo vemos una semana antes del día la votación” y
“pero si eran militantes de nuestro partido de toda la vida”.
Las similitudes de los términos
militares con los de las campañas no son gratuitas, el poder no se gana de un
día para otro, es una competencia cruda, hay que pensar, imaginar, ser
creativos, eficientes, contundentes, apasionados, intensos, devastadores,
confirmar las lealtades, así como asegurar y proteger cada voto.
7.- Sobreexposición.
Administrar la plataforma de
exposición de la campaña es clave, planear los recorridos, eventos, visitas
domiciliarias, propaganda, redes, medios tradicionales, todo debe responder a
un orden complejo de prioridades. Mensajes emitidos que impacten en las audiencias
con claridad, certeza y trascendencia.
En estos tiempos, los electores
se aburren con facilidad, la publicidad se pierde entre miles de estímulos y la
credibilidad de los spots anda por los suelos, queda entonces considerar la
rentabilidad electoral de cada impacto, difundir de manera inteligente y sobre
todo la sociedad exige ser escuchada más que oír lo mismo de siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario