El lujo, un tema multicultural
FORBES – 9 de diciembre de 2017
Un vendedor de una enseña de lujo
en cualquier lugar del mundo debe entender los códigos de la cultura de
cualquier cliente para transmitirle una experiencia memorable.
Podemos decir que la empatía es
el arte de conectar con el otro. Cuando el otro pertenece a una cultura
diferente entonces es un reto que exige aprendizaje.
La industria de lo exquisito, de
lo bien hecho de los productos de prestigio y lo que llamamos sector del lujo
es global, tiene presencia internacional y además más del 50% de su facturación
corresponde a las ventas al turismo. Cuando un vendedor de un establecimiento
de lujo en Madrid se enfrenta al reto de servir a un cliente ruso, mexicano o
japonés debe entender los códigos de ese dialogo. De la misma forma que el
vendedor en la tienda de Nueva York debe saber comunicarse con el cliente
europeo, asiático o de oriente medio que irrumpe en su tienda.
Esto no es nuevo en el sector.
Desde sus inicios la industria ha ido creciendo apoyándose en el crecimiento de
mercados que aportaban clientes. En los 80 los japoneses, en los 90 el Golfo
Pérsico, Los rusos a partir del 2000 y los chinos desde el 2005. El boom de
Japón estuvo marcado por la prosperidad de su economía que se combinaba con el
afán de perfección de la cultura para acabar convirtiéndose en la tormenta
perfecta. Los rusos ávidos de productos que no habían podido disfrutar durante
70 años de régimen comunista echaban de menos las joyas. La herencia de Faberge
y los juguetes que hacía para los zares y que hoy se pueden ver en el museo del
Kremlin quedan en el imaginario colectivo. Los Middle Eastern que con el boom del
petróleo se convierten en inmensamente ricos perdiendo en algunos casos el
sentido del valor del dinero. Los chinos para los que los productos de lujo
permiten redefinir un nuevo orden social.
Todos ellos se incorporar al
grupo de clientes de lujo y traen consigo su cultura, sus códigos, sus valores,
su forma de tomar decisiones, hasta sus diferentes razones para viajar. Los
equipos comerciales de las enseñas de lo exquisito deben aprender este nuevo
lenguaje y no solo comprenderlo sino empatizar. Entender que el significado del
tiempo es muy distinto en oriente o en occidente. Qué largo plazo en EU son
tres años y 20 en China. Ser conscientes que la organización de la sociedad y
la toma de decisiones varia con la geopolítica. Las decisiones se toman por consenso
en Japón mientras que China Y Rusia mantienen todavía la herencia de sistemas
autoritarios y jerárquicos.
Es este descubrimiento diario del
otro, debemos aprender los códigos acuñados en cada cultura y que sirven para
una mejor convivencia. En Japón una sociedad ritualizada, el saludo es una
inclinación a distancia y el color de los funerales es el blanco. Una puerta
roja en China es señal de bienvenida. En los países anglosajones el saludo más
frecuente es estrechar la mano mientras que en los países mediterráneos abundan
los besos.
Además, cada cultura cuenta con
su bagaje de tradiciones artesanales. Un asiático comprende muy bien la seda y
la porcelana, los rusos tienen buen ojo para la joyería y en el Golfo Pérsico
adoran los perfumes. La cultura de la piel es europea y occidental, aunque en
esto también hay diferencias por país. Dicen que en Italia cuando llueve
guardan el bolso bajo el abrigo y en EU ¡se lo ponen en la cabeza!
Incluso la forma de viajar y las
razones para hacerlo varían por mercado. Algunos lo hacen con prisa y con ansia
porque hasta ahora no han conseguido el permiso para hacerlo. Otros lo hacen
con la familia extensa, para otros es una forma de celebrar, otros en una
búsqueda de lo auténtico. Los rusos el 8 de marzo, los japoneses en Golden
Week.
Y las nuevas generaciones aún
unidas por la digitalización, el uso del móvil
y las redes sociales tienen también sus particularidades. Los más
digitales los chinos que viven con frustración no poder pagar a través del
teléfono como lo hacen en su país. Lo jóvenes chinos son muy diferentes a sus
padres y sus gustos han evolucionado. Buscan autenticidad en todas sus
dimensiones. No sólo productos auténticos pero lo que es único de cada país. Lo
que les une a todos es que las nuevas generaciones buscan experiencias y
personalización. Combinan sin pudor low cost y lujo porque ambas decisiones
satisfacen la ecuación de valor. La tecnología es parte de la experiencia, pero
valoran como nadie el trato personal.
La buena noticia es que la
emoción que generan los intangibles, como la música, transciende las culturas
porque son un lenguaje universal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario