Reflexiones de fin de año de un buen líder
FORBES – 13 de diciembre de 2017
La época decembrina nos lleva a
echar la mirada atrás y, junto con el equipo de trabajo, evaluar los resultados
obtenidos.
La época decembrina es algo más
que villancicos, festejos invernales, regalos envueltos, brindis y eventos: es
una época que nos lleva a reflexionar sobre los resultados. Un buen líder no es
un sujeto que aplaude los logros y pega en el escritorio ante los descalabros.
Por el contrario, un jefe que convoca a su gente y en conjunto dirige una
reflexión laboral está en el camino correcto. Tristemente, la reflexión no está
de moda. Al contrario, nos gusta edulcorar las situaciones, suavizamos o
exageramos a modo y al hacerlo, se pierde la brújula.
Todo jefe quisiera tener una gran
estrella en su equipo y sueña con no tener ovejas negras que le compliquen la
vida. Pero, en la vida real los escenarios se conforman de variedades de
claroscuros. Asimismo, anhelamos caminos ascendentes y sin dificultades. Pero,
eso no es real. Los retos que significa uniformar el desempeño de un equipo
tienen que ver con el equilibrio que se debe mantener para avanzar en forma
armónica y sobre todo sostenida. De nada sirve presumir que podemos resolver
siete problemas de un golpe, si al final el equipo queda desarticulado o el
resultado fue pobre.
Y, por si fuera poco, es vital
saber qué tipo de resultados se consiguieron para plantear nuevas metas y
objetivos, diseñar estrategias y planes, asignar tareas y presupuestos en forma
realista y congruente. Pero, antes de pasar a tan importantes tareas es
necesario poner el freno y revisar para llegar a un mejor planteamiento.
Entiendo que todos pueden sentir que la piel se pone de gallina cuando pensamos
en parar. ¿Qué no se trata de ir adelante? Sí, aunque no siempre. Si al revisar
nos damos cuenta de que vamos corriendo al precipicio o a un callejón sin
salida, lo mejor es frenar.
Un buen líder convoca a la
reflexión. Esta revisión de hechos tiene que basarse en lo que se puede
observar, medir y verificar. No es una colección de opiniones y puntos de
vista. Se trata de una junta ejecutiva en la que el equipo evaluará en forma
objetiva el desempeño propio y del equipo con dos propósitos:
Continuar con lo que se está
haciendo bien.
Examinar lo que debe modificarse.
En términos de lo que debe
modificarse, un buen líder no recrimina, indaga qué sucedió, qué hizo falta,
que se puede mejorar y verifica qué hace falta para conseguir el resultado. Es
como cuando un director de orquesta descubre que el piano está desafinado. De
nada le servirá patear el instrumento, más bien, habrá de investigar qué debe
hacerse para llegar al tono necesario.
En este sentido, es preciso
preparar una reunión de reflexión en la que se le pide a los integrantes del
equipo llegar preparados con datos duros e información relevante. Durante la
junta, el propósito será transformar esta información en una deliberación
profunda que lleve a conclusiones críticas y propuestas resolutivas. Desde esta
perspectiva, se intenta superar un modelo de evaluación laboral y contribuir a
la mejora de la práctica profesional.
Partiendo de la reflexión crítica
se desprenden tres conceptos básicos de solución:
La formación de los integrantes
del grupo.
La práctica reflexiva.
Las evidencias de desempeño.
De esta forma, la innovación
laboral es concebida como la implementación en la práctica profesional a partir
de nuevas ideas, actividades, recursos o materiales, con la intención de
mejorar o incrementar la eficacia a fin de promover resultados más
significativos.
Las reflexiones de fin de año no
deben ser incómodas, deben ser profesionales.
Deben incluir los siguientes elementos:
Una revisión de los objetivos y
las metas que pretendían lograr a lo largo del año.
La identificación de las
instrucciones previas a los miembros sobre el proyecto.
La integración de las
expectativas e intereses en los enfoques y actividades.
El diseño de las actividades
concordantes con los objetivos.
La selección adecuada de nuevos
objetivos y metas, así como preparación de los elementos, materiales,
herramientas, tecnologías necesarias para desarrollar los resultados
pretendidos.
Un apoyo adicional a los miembros
que presenten dificultades para comprender o desempeñar sus actividades dentro
del equipo.
Una evaluación coherente y
alineada con los objetivos y las actividades desarrolladas y por realizar.
Un buen líder se preocupa por
llevar a cabo estas reflexiones pues son parte de un proceso de
retroalimentación. Pensar no sólo individualmente en nuestro quehacer
cotidiano, sino que compartir con nuestro grupo laboral. Llevar a interrogarnos
sobre nuestro funcionamiento y responsabilidad frente al conjunto de partes
interesadas que delega en nosotros las tareas específicas que nos ocupan. Se
trata de la manera que tenemos de formar, enseñar y transmitir ideas,
requerimientos, técnicas o valores.
Es importante detenernos a
reflexionar a pesar de la prisa y las urgencias que acompañan cada labor. Al
acabar el año es muy relevante entender y trasladar esta inquietud nuestros
compañeros de trabajo y a nuestros subordinados, porque vivimos las
dificultades que significan la incomprensión de situaciones que transitamos a
diario y que se hacen directamente en la dinámica de la vida profesional y con
los actores involucrados.
Es cierto, el líder da
instrucciones, pero es el equipo y sus integrantes son quienes deben además de
realizar la labor, operar más allá de los conocimientos e instrucciones que
transmitimos, e involucrarse en el proceso de pensar y reflexionar. Sé que el
camino de la reflexión es difícil. Hemos perdido la capacidad de preguntarnos.
Apuntamos a formar grupos de
profesionales creativos. Pero creativo es, según la definición de la Real
Academia Española aquel “que posee o estimula la capacidad de invención”. Ahora
bien, si crear es establecer, fundar, introducir por vez primera algo; hacerlo
nacer o darle vida, en sentido figurado e inventar significa hallar o descubrir
algo nuevo o no conocido, debemos asumir que en ambos casos el acento está
puesto en el resultado.
En un resultado novedoso,
distinto a lo que ya existía, un resultado por otra parte que sólo pueden
conseguir ciertos equipos y que, sabemos, no estaría en principio al alcance de
cualquiera. Por ello, para seguir adelante, para conseguir efectos gloriosos o
por lo menos distintos, para verificar si vamos avanzando o hemos ido dando
pasos para atrás, un buen líder convoca a una junta de reflexión en la que se
contemple el camino andado y se replantee la ruta a seguir.
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