El nuevo rol de China en el mundo
FORBES- 18 de diciembre de 2017
La ausencia de liderazgo en el
orden geopolítico internacional obliga a llenar huecos. China, con su poderío económico, levanta la
mano.
Las transformaciones económicas,
políticas y comerciales por las que atraviesa el mundo ponen en evidencia que
se avecinan grandes cambios y, en especial, un viraje en el eje del poder, de
Occidente a Oriente. A su vez, la ausencia de liderazgo en el orden geopolítico
internacional obliga a llenar huecos y, ante las posturas proteccionistas que
predominan en la escena comercial, la cautela sobre la inversión y la elevada
incertidumbre sobre la globalización, China, con su poderío económico, ha
levantado la mano.
Para China, el proyecto de nación
del futuro incluye la propagación de la inversión, la cooperación, el
desarrollo de la infraestructura, el comercio y el multilateralismo,
acompañados de lo que ellos mismos han llamado “socialismo moderno” y una
reforma estructural por el lado de la oferta, para contar con un desarrollo
económico de alta calidad, que pasó de la etapa de tasas elevadas de
crecimiento a expandir los avances para logar una equidad económica entre la
población, tanto de zonas urbanas como rurales.
Pero hay que reconocer las
carencias de una parte importante de su población, que se mantiene marginada, a
pesar de que el país ha logrado que más de 300 millones de chinos hayan salido
de la pobreza. Tan es así que, en el pasado XIX Congreso Nacional del Partido
Comunista Chino, se señaló el objetivo de lograr la construcción integral de
una sociedad modestamente acomodada.
Para China fue trascendente
consolidar su crecimiento sin entregarse por completo a una apertura
indiscriminada. Para lograr las tasas de crecimiento de 10%, diseñó una
política industrial definida, con una apertura selectiva, con I+D, con empresas
propiedad del Estado, e impulsando la inversión privada, la creación de Zonas
Económicas Especiales (ZEE), estabilidad política y desarrollo económico,
además de un combate a la corrupción como prioridad del Estado.
China, en algún momento,
aprovechó la ventaja de contar con mano de obra barata, pero hoy es el líder
indiscutible en aplicación de la robótica a la manufactura; es la economía que
mayor número de robots utiliza en la manufactura, con 68,600 unidades, de
acuerdo con un estudio de la Federación Internacional de Robótica, y supera a
Japón, Corea y Estados Unidos.
Además, es la segunda economía
(tan sólo por debajo de Estados Unidos) que más invierte fuera de su
territorio, con 183,000 millones de dólares, de acuerdo con cifras de la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Pero
sigue evolucionando para integrar mayor contenido nacional a sus exportaciones.
Recientemente, el Partido
Comunista Chino (PPCh) ratificó como presidente, por otros cinco años, a Xi
Jinping. También se oficializó su filosofía de pensamiento económico a
categoría institucional, situación que no sucedía desde los tiempos de Mao
Tse-Tung y Deng Xiaoping. Esto significa que, además de garantizar la
continuidad, el dragón asiático busca consolidar su liderazgo mundial.
China tiene la prioridad de
contribuir con créditos, inversiones e infraestructura en naciones de Asia,
África y América Latina, y así avanzar más rápidamente; todo esto en la llamada
Franja y Ruta para la Cooperación Internacional o “nueva ruta de la seda”. Para
2022, cuando se realice el congreso del PPCh, la corriente dominante en el
contexto internacional será, sin duda, esta nación.
En el caso de Estados Unidos,
desde hace tiempo hay signos de debilidad económica. A raíz de la crisis
financiera de 2009, sus desequilibrios fueron más evidentes: elevada deuda y déficit
fiscal y una cuenta corriente en ascenso. Hoy, la propuesta de Reforma Fiscal
busca retener capitales. Su posición como líder mundial también está en duda,
con la radicalización de posturas proteccionistas. Pero sigue siendo la
potencia bélica más poderosa.
El multilateralismo de China
contrasta con la postura de Estados Unidos. El papel dominante en la escena
internacional en los próximos años no sólo estará determinado por las tasas de
crecimiento, sino también por la nación que llegue a impulsar el crecimiento
mundial.
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