¿Por un TLCAN electrónico?
FORBES- 19 de septiembre de 2017
Un acuerdo que liberalice el
comercio electrónico de manera justa sería beneficioso para la integración de
nuestras economías.
Desde el mes de agosto, se
renegocia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Debido a
la gran dependencia de la economía mexicana al comercio de Estados Unidos (EU),
y de nuestras exportaciones al mercado de ese país, cualquier modificación en
los términos del mismo podría tener un gran impacto en nuestra economía y
nuestra posición competitiva para el futuro.
Por esto, para estar preparados,
debemos conocer los puntos que son importantes para nuestras contrapartes y, en
especial, la que parece tener la mano más fuerte: EU, quien, a final de
cuentas, convocó a la renegociación. En estos casos es especialmente relevante
distinguir el discurso político de los intereses económicos reales.
Por suerte para nuestros
negociadores, tenemos a la mano una referencia de cómo influyeron estos
intereses en una negociación similar y reciente: la del Acuerdo Transpacífico
de Cooperación Económica (TPP). Así, tenemos suficiente información sobre
sectores como agricultura, propiedad intelectual (especialmente el tema de las
patentes de farmacéuticas) y energía. Es racional prever que todos estos temas
volverán a ser abordados en las negociaciones del TLCAN.
Sin embargo, uno de los puntos
que nuestros negociadores deberían analizar de manera más meticulosa es el del
comercio electrónico. Por su relevancia a futuro, el poder económico que
representa en EU y las características específicas del mercado mexicano,
cualquier definición sobre la relación comercial electrónica entre nuestros
países será una de alto impacto para nuestra economía en las siguientes
décadas.
Sobre este sector, también
podemos usar como referencia lo acordado en el TPP: no imponer tarifas en
productos digitales, colaborar para ayudar a Pymes a superar los obstáculos
para aprovechar el e-commerce y prohibir requerimientos que obligan a las
empresas a compartir sus códigos de software con otras empresas o con el
gobierno si quieren vender en un mercado.
Vale la pena identificar qué
poderes económicos están detrás de estos intereses. Las cinco empresas más
grandes de tecnología de EU tienen un valor de mercado de 2.9 trillones de
dólares, casi tres veces el valor de la economía mexicana; y que, en conjunto,
tienen 330,000 millones de dólares (mdd) en efectivo disponibles, con lo que
podrían financiar la Inversión Extranjera Directa de EU a México de 30 años.
Además de ello, Google, Amazon y Facebook gastaron más de 20 mdd en cabildeo el
año pasado.
No debería sorprendernos,
entonces, que EU quiera subir el límite de importe libre de impuestos para el
comercio electrónico, de 50 a… ¡800 dólares! Una decisión de este calibre
podría afectar de manera significativa a industrias nacionales sensibles, como
las tiendas departamentales y las industrias textil y de calzado, ya que podría
abrir la puerta trasera a productos asiáticos “baratos” en paquetes con valor
inferior a 800 dólares, lo cual iría en contra de la intención de un tratado
regional.
Por otro lado, ¿cómo pueden las
empresas mexicanas competir con gigantes como Amazon? Primero, hay que apuntar
que el mercado de e-commerce mexicano es muy distinto y que está subpenetrado,
en comparación con países desarrollados y emergentes (representa el 2% del comercio
vs 9% en EU). El consumidor en nuestro país, contrario a la tendencia
internacional, busca en internet y compra en las tiendas, esto muy
probablemente debido a la baja penetración de crédito, la probabilidad
percibida de robo de paquetes y a que el 80% prefiere hacer pagos en efectivo.
Empresas como Liverpool han comprobado que, con soluciones creativas ajustadas
a las características del mercado mexicano, pueden convertir sus tiendas
físicas en una ventaja competitiva, ya que existe una tienda Liverpool cerca
del 80% de la población urbana del país (hoy 30% de los pedidos en línea son
recogidos en una de estas tiendas).
Un acuerdo que liberalice el
comercio electrónico de manera justa sería beneficioso para la integración de
nuestras economías y para incrementar nuestra productividad. Con un marco de
competencia justo, las empresas mexicanas podrán competir por el consumidor
mexicano de formas innovadoras con estos gigantes.
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