Enfrentar una crisis y morir en
el intento
FORBES- 11 de septiembre de 2017
Son muchos los focos de alarma
que indican que se han excedido los límites solucionables por la sola
utilización de procedimientos burocráticos, o por la vía de la justicia
cotidiana.
En situaciones de crisis un
minuto o hasta unos segundos pueden ser determinantes para resolver un problema
o perder su control. Manejar una crisis no consiste en enfrentarla, sino en
afrontarla inteligentemente.
¿Qué crisis?
Crisis es una de esas palabras
que se han convertido en comodín para referirse a cualquier situación de
relativa complejidad que no ofrezca una solución evidente e inmediata. Es común
escuchar o leer expresiones como situación crítica, la actual crisis o la gran
crisis por la que atraviesa nuestro país, a las cuales se recurre para evadir o
zanjar los problemas en vez de afrontarlos y tratar de resolverlos
inteligentemente. Es como una etiqueta que nos exime del análisis serio. Pero
¿a qué crisis nos referimos? ¿a la crisis financiera, política o económica? ¿a
la crisis mundial y sus repercusiones en las crisis nacionales o locales? ¿a la
crisis de valores éticos personales o colectivos? o ¿a la crisis derivada de
las malas administraciones de los gobiernos?
Originalmente la palabra crisis
(en griego, krisis) significa ruptura y separación, esto es: romper algo y
separar sus partes para componer la rotura. Se empleaba para referirse a dos
momentos por los que puede atravesar un objeto, una persona o una organización:
su rompimiento y consecuente desmembración en varias partes y, como lo que se
rompe debe ser reparado, la crisis también significa separación cuidadosa de
cada una de esas partes para entender la lógica del conjunto y proponer
alternativas de solución. Son las dos caras de una misma moneda.
En la actualidad empleamos tal
expresión para referirnos sólo a la ruptura de un sistema que queda dividido en
muchas partes, las cuales aparecen ante nosotros como focos rojos que aumentan
día con día y nos ponen en alerta. Dice Norberto Bobbio que la crisis (como
idea general de valoración) se refiere a “un momento de ruptura en el
funcionamiento de un sistema, un cambio cualitativo; una vuelta sorpresiva y a
veces hasta violenta y no esperada en el modelo normal según el cual se
desarrollan las interacciones dentro del sistema” (Bobbio, Matteuci Pasquino, 2000).
¡Atención! señales de crisis
Es suficiente con echar un
vistazo al panorama y contexto actual de México para constatar la existencia de
severas crisis, en el sentido que dice Bobbio, las cuales se manifiestan en un
gran número de fisuras y grietas que parecen debilitar cada día más nuestro
sistema político, económico y social, para anular cualquier posibilidad de
recomposición y fortalecimiento de éstos en el corto o mediano plazo.
Todo nos habla de crisis (en el
sentido de ruptura): un peso en pronunciada caída frente al dólar (15% en lo
que va del año) que logra recuperarse un poco para luego volver a caer. Más de
55 millones de pobres (Coneval, 2014) y una pérdida de 79.11% en el poder
adquisitivo de 1987 a 2016 (CAM, UNAM, 2016). Cerca de 27 mil mexicanos
desaparecidos. Un descarado aumento de la impunidad ocasionada por la
precariedad material, legal, moral e intelectual en que actúan las autoridades
policiacas y judiciales. Un México roto por los golpes de eterna corrupción de
líderes nacionales y caciques locales que actúan en complicidad con grupos
delincuenciales; agravado por el debilitamiento de la figura presidencial que
ha llegado a niveles de impopularidad nunca vistos. Pero estos hechos no son
sino una parte de la crisis: aquella que se refiere a la ruptura.
¡Atención urgente! Reparación de
roturas
Pero como dijimos, crisis también
significa separación de la pedacería que ha dejado tras de sí una ruptura. La
separación es una operación racional o intelectiva que tiene por objeto
comprender el todo para reunificar las partes. En ese sentido se habla de
análisis de la crisis o manejo de crisis, que tiene tres grandes objetivos:
Reconocimiento de errores o
fallas a nivel de personas, data o información, procesos y/o subprocesos,
incluidos aspectos normativos.
Detección de grietas en la
comunicación interna y relación gobierno/sociedad.
Localización de concentradores de
tensión que puedan generar conflicto social.
El reconocimiento de fallas o
roturas normativas nos lleva a detectar en cierto tipo de crisis, por ejemplo,
la de seguridad pública, la carencia de leyes efectivas que permitan actuar con
eficacia a las policías o a las fiscalías en la persecución y castigo de
crímenes y criminales. La detección oportuna de grietas comunicativas
contribuye a la mejor integración social. Y el conocimiento e identificación de
concentradores de tensión en áreas de crisis más hondas, como las zonas de
operación de la delincuencia organizada o regiones con mayores índices de
criminalidad, da la oportunidad de prevenir una crisis o la ruptura
multiplicadora que pone en peligro o destruye la paz pública.
Como lo señala el sociólogo
alemán Max Weber, “cuando el conflicto alcanza límites inaceptables, se
desencadena un movimiento transformador que se opone a la sola utilización de
procedimientos burocráticos. Pese a su idoneidad para responder a las
necesidades cotidianas que se supeditan al cálculo en determinados momentos
-especialmente en situaciones de crisis- las sociedades reclaman algo más que
el puro control externo de la cotidianidad” (Weber, 1984, 852).
Manejo de crisis
Son muchos los focos de alarma
que indican que en México se han excedido los límites solucionables -dicho en
palabras de Weber- por la sola utilización de procedimientos burocráticos, o
por la vía de la justicia cotidiana. Sin ser alarmistas debemos reconocer esta
terrible realidad y tener presente que, una crisis fuera del control de las
instancias ordinarias puede devenir en violencia generalizada si no se cuenta
con los medios para llevar a cabo un correcto manejo de crisis.
Cuando hablamos del manejo de
crisis nos referimos a un conjunto de principios, metodologías y técnicas para
afrontar problemas derivados de una ruptura de entendimientos o de situaciones
conflictivas que superan los límites tolerables, cuyo objeto es proponer
diversas alternativas de solución. Además de la priorización y del sentido de
la ponderación de las decisiones, el principal desafío para manejar
correctamente una crisis se llama tiempo.
En situaciones de crisis un
minuto o hasta unos segundos pueden ser determinantes para resolver un problema
o perder su control. Manejar una crisis no consiste en enfrentarla sino en
afrontarla. Aunque algunos diccionarios toman estos términos como sinónimos, se
trata de conceptos diferentes: una situación crítica se enfrenta para
aniquilarla; se afronta para resolverla (Flores Olvera, 2013). Enfrentar es un
acto de la voluntad de poder, de fuerza, de represión directa y sin
contemplaciones. Afrontar, en cambio, es un acto cognitivo, racional,
intelectual, consistente en separar las partes rotas de una realidad
determinada, localizar puntos críticos y proponer alternativas de solución.
Hablar de crisis no es simple
información o conocimiento de los puntos débiles o los focos rojos de alarma;
implica talento en la actividad conductual particular y gubernamental,
preparación profesional y, sobre todo, visión pragmática con sentido común.
Imposible evitar las crisis, pero
cruzarse de brazos o manejarlas negligentemente nunca será opción válida. Ahí
están los casos de crisis generadas o provocadas por eventos de la naturaleza,
daños a la salud pública, ataques o fallas tecnológicas, deficientes políticas
públicas, afectaciones económicas y desbalances de mercados, disfuncionalidad
en relaciones interpersonales, por delincuencia organizada y ataques terroristas,
por cuestiones políticas o electorales, y un vasto etcétera.
Para afrontar una crisis con
efectividad se requieren acciones precisas de gestión, administración, control,
seguimiento y supervisión, que pueden ser englobadas en los siguientes aspectos
básicos:
Evitar una crisis: prevención y
anticipación.
Preparación: plan de acción.
gestión situacional y organización.
Diagnóstico de crisis:
evaluación, contención de daños y afrontar la situación.
Comunicación efectiva: informar,
tomar posición, atender afectaciones y afrontar a los medios.
Contención: eliminar efectos
multiplicadores.
Recuperación: control de daños y
condiciones de resiliencia.
Resolver: cierre de la crisis.
Aprender: acumulación de
experiencia y continuidad.
“El pensamiento racional siempre precede a la
acción eficaz”.
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