Proyectos en los que no conviene participar
FORBES- 5 de abril de 2017
Hay propuestas que pueden ser tan
tentadoras como un espejismo y pueden ser generadores de descalabros
profesionales y pérdidas en vez de traer beneficios. Es conveniente saber
detectarlas.
En el ejercicio profesional nos
podemos topar con situaciones que nos llenan de ilusión y nos desborda el
entusiasmo. Parece que se nos está abriendo una ventana de oportunidad que
queremos aceptar de inmediato. Lo mismo pueden ser grandes planes corporativos
que proyectos de consultoría, propósitos de emprendimiento o trabajo en casa,
no obstante, la prudencia marca que antes de aceptar alegremente es necesario
analizar.
Primeramente, es necesario
revisar las condiciones que plantea el proyecto. La pregunta clave a contestar
es ¿qué beneficios voy a alcanzar? Es muy frecuente que, frente a una
propuesta, nos dejemos encandilar y terminemos haciendo algo a cambio de
cacahuates. Es decir, debemos fijar parámetros de medición del beneficio que
sean claros. Por ejemplo, si la participación nos va a ser rentable, si los
recursos que se van a emplear están disponibles, si tenemos el tiempo para
llevarlo a cabo, si los esfuerzos para llevarlo a cabo se verán compensados. La
respuesta a la pregunta ¿Qué voy a obtener a cambio?, debe ser medible,
cuantificable y verificable. Si no es así, lo más probable es que nos estemos
metiendo en camisa de once varas en forma gratuita y terminemos
desagradablemente sorprendidos.
La valoración de beneficios es
algo personal y las escalas de valor cambian de persona a persona. Sin embargo,
hay condiciones generales que nos lleva a encender los focos de alerta y que
deben ser tomadas en cuenta, por ejemplo:
Aléjate de los proyectos en los
que no tienes voz ni voto.
No importa si es un jefe, un
cliente o una empresa, cuando las condiciones están dadas y no te permiten un
margen de negociación o no hay posibilidades de ser escuchado, pareciera que la
evidencia nos muestra que ni valoran la experiencia ni la calidad del trabajo
que estás dispuesto a ofrecer. Por lo tanto, no te están eligiendo como la mejor
opción, sino como una alternativa más. En esta situación, no es provechoso
aceptar un proyecto así, dado que la fidelidad no está garantizada. Al no ser
la mejor alternativa, te pueden descartar con facilidad. Por otra parte,
tampoco hay seguridad de ser tomado en serie ni de que las aportaciones lleven
a un lugar relevante. Son esos proyectos en los que llaman al primero que va
pasando y eso da un grado de vulnerabilidad muy alto, pues te pueden sustituir.
Apártate de los proyectos que no
tienen viabilidad.
Si te enfrentas a una situación
en la que te solicitan algo que por tu experiencia sabes que no puede ser
factible, lo mejor hablar en forma honesta, aunque ello te lleve a dejar pasar
una oportunidad. Es mejor ser claro. Esto será testimonio tu profesionalismo,
apuntalará tu prestigio y te evitará una pérdida de recursos y tiempos. Hay
proyectos que nacen muertos. Son esas ideas maravillosas que no encuentran
clientes u ocurrencias que no se podrán aterrizar. Es duro decir que no,
especialmente cuando hace falta generar ingresos. Pero, es mejor parar a tiempo
lo que no tiene modos de florecer. Empezar un trabajo que terminará
cancelándose tampoco contribuye a la reputación de nadie y, además, hay altas
posibilidades de no recibir ningún tipo de retribución.
Evita participar en proyectos que
no tienen rumbo y objetivos.
Es el caso en el que notas que no
se conoce bien el ámbito de competencia, que no se sabe lo que pretenden lograr
o que el proyecto está en pañales y la gente no puede explicar qué quiere conseguir.
Éste es uno de los escenarios más peligrosos pues la falta de claridad lleva a
escenarios en el que el trabajo se vuelve una tarea inservible, con las
consecuentes pérdidas de dinero, tiempo y esfuerzo.
No tomes un proyecto con personas
que tengan fama de morosos.
Un cliente moroso siempre genera
gastos adicionales e imprevistos. Estar dando vueltas interminables para cobrar
una factura, además del malestar, provoca salidas de efectivo innecesarias. Las
excusas que presenta un mal pagador, siempre van en sentido opuesto a tus
intereses. Un cliente que se retrasa sistemáticamente en los pagos tiene el
riesgo elevadísimo de convertirse en una cuenta incobrable. Así que, lo más
sabio es decir que no, antes de montarnos en un plan que nos puede dejar
despostillados.
Retírate de los proyectos a cargo
de gente de mala reputación.
El peor tipo de negocio en el que
uno se puede embarcar es el de relacionarse con personas que están
desprestigiadas en el medio. El dicho de dime con quién andas y te diré quién
eres, se aplica todos los días en el mundo de los negocios. Por ello, es
preciso salir corriendo si te enfrentas a una propuesta que venga de personas
con un historial que no esté limpio. Por más que se entregue un trabajo
impecable, es muy difícil volar encima del pantano sin ensuciarnos las alas.
Para identificar en qué tipo de
proyectos es mejor no participar, tenemos que tener claro en cuáles sí es
conveniente participar. En términos generales, la claridad es el valor
fundamental. Debemos saber con certeza:
El tipo de necesidad que se está
atacando, el tipo de servicios que se requieren y el problema que se está
resolviendo.
El número de alternativas que
deberás de presentar antes de tomar una decisión.
Cuáles serán los insumos
necesarios para iniciar el trabajo y cuál será el material entregable con el
que será evaluado el desempeño.
Cuánto tiempo llevará el proyecto
y cuál es la fecha de entrega.
Cuáles son los beneficios
concretos que se conseguirán de la participación en el proyecto.
Insisto, los parámetros de
evaluación pueden ser muy personales. Hay personas que tomarán en cuenta nada
más valores económicos, otros en cambio, pueden apreciar más la visibilidad que
les dará la participación en el proyecto, o la inclusión en un grupo o ser
percibido como parte de un equipo de trabajo. En ocasiones, el parámetro llega
a ser ganar la posibilidad de estar en el radar de las personas que toman
decisiones y el beneficio que se persigue no es otro que contar con la
oportunidad de ser tomado en cuenta para otro proyecto. No obstante, al
participar, tenemos que tener perfectamente claro los motivos que nos llevan a
elevar la mano para ser tomados en cuenta. Si no, podemos estar entrando a la
boca del lobo.
Al tener claridad, vamos
caminando por terrenos más seguros. Además, tenemos la capacidad de medir si
vamos adelantando en nuestros propósitos o si al revés, nos vamos alejando de
ellos. Así, entramos con la responsabilidad de una elección y no bajo el
influjo de la inocencia.
Cecilia Durán Mena- le gusta contar. Poner en secuencia números y
narrar historias. Es consultora, conferencista, capacitadora y catedrática en
temas de Alta Dirección. También es escritora.
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