Cómo negociar con bravucones sin morir en el
intento
FORBES- 17 de abril de 2017
Donald Trump es un negociador
agresivo. Líderes de opinión y políticos parecen desconcertados por sus medidas
y actitudes. ¿Qué podemos aprender de él?
Durante los últimos meses hemos
escuchado infinidad de historias acerca de Donald Trump y sus escandalosos
promesas que, paulatinamente, se han convertido en acciones. A través de los
medios de comunicación, Trump se ha erigido como un personaje casi indeseable.
Sin embargo, hay una verdad que ni sus más grandes detractores pueden negar: su
estrategia lo hizo ganar la presidencia de Estados Unidos.
Al no ser conscientes del tipo de
negociador al que se enfrentaban, los detractores de Trump bajaron la guardia y
fallaron en su estrategia para impedir que ocupara la Casa Blanca. Así, echaron
mano de diversos elementos mediáticos y políticos. Sin embargo, pasaron por
alto que Trump no es un político tradicional, mucho menos un diplomático, es un
empresario, un negotiator, como lo nombró el mexicano Carlos Slim.
Entonces, ¿cómo ha hecho Trump
para salir ventajoso de las negociaciones más complicadas? ¿Cuáles son las
características de su liderazgo y qué podemos aprender de ellas? ¿Cómo negociar
con líderes como él sin morir en el intento?
Negociación combativa
En el argot empresarial se habla
de diversos estilos de negociación (pasiva, activa, flexible, analítica y
cooperativa son los más comunes). En esta ocasión nos enfocaremos en la
combativa, que definitivamente es la utilizada por Donald Trump. Para corroborarlo
basta con echar un vistazo a su campaña y a las primeras semanas de su
presidencia. Estas son las principales tácticas utilizadas por los negociadores
combativos:
Ataques verbales.
Intimidación.
Terquedad.
Empeño en dominar la negociación.
Expresar ideas para denotar de
superioridad moral e intelectual.
Interrumpir al interlocutor.
Mostrar indiferencia a las
demandas del resto de las partes.
Manipulación.
Imposición de sus ideas.
Acusaciones y reproches.
Toma de decisiones que no les
corresponden.
Ahora que conocemos sus tácticas,
¿cómo debemos comportarnos al negociar con un líder como él? ¿Cómo podemos
neutralizarlo?
En principio, es importante ser
cauteloso con la información que se comparte.
Procura no ser tú quien haga la
primera oferta. Si tienes un deadline para llegar a un acuerdo, tampoco lo
reveles. Antes de sentarse en la mesa, los negociadores combativos hacen un
arduo trabajo de investigación acerca de ti y tu empresa -en su libro The Art
of The Deal, Trump explica que él no contrata asesores o consultores, sino que
prefiere confiar en su intuición y hacer sus propias conjeturas-. Así que antes
de echar las cartas, más vale que sepas qué beneficios espera recibir del
posible acuerdo. Entonces más que hablar, concéntrate en escuchar y pon tu
oferta sobre la mesa hasta que estés totalmente seguro de que has entendido las
intenciones y demandas de su parte.
Cuidado con el “casi está hecho”.
Esta idea puede relajarte en un
momento clave de la negociación. Es muy común que los negociadores combativos
agreguen demandas de último minuto en su beneficio porque piensan que, habiendo
llegado tan lejos, será fácil que el otro ceda, ¿y qué crees? muchas veces lo
logran. Entonces, no importa que tan avanzada esté la negociación o cuanto
tiempo hayas invertido en ella, si tus principales requerimientos no están
cubiertos, retírate. Ten en cuenta que no siempre se verán satisfechas todas
tus demandas, pero lo que no puede ponerse a consideración son tus necesidades.
Sé respetuoso, pero muéstrate
fuerte.
La debilidad es uno de los
elementos que da mayor ventaja a los líderes combativos. Si tienes dudas acerca
de algún tema en particular, será mejor que consultes a algún experto que te
fortalecerá y te dará las herramientas necesarias para evitar ser manipulado.
¿Es el estilo de Trump el mejor
estilo para negociar?
La evidencia apunta a que no
siempre. Además, no todo el mundo tiene la personalidad para este estilo de
negociación, ni se siente cómodo al actuar como un bravucón. Existen estilos
más eficientes y objetivos que pueden lograr consensos en las situaciones más
tensas y espinosas.
Uno de estos estilos es el
recogido por el libro Getting to Yes, publicado por primera vez en 1981 por un
grupo de talentosos académicos. Este estilo de negociación tiene como prioridad
llegar a un acuerdo que sea benéfico para ambas partes, y lo hace enfocándose
en satisfacer los intereses de cada una de ellas, en vez de concentrarse en
defender las posiciones iniciales con las que se sientan a negociar. En el caso
de Trump, las posiciones con las que entra a negociar siempre son radicales,
como hacer que México pague el muro fronterizo o que Estados Unidos salga del
Tratado de Libre Comercio. Es una manera de intimidar al contrario y sacarle
los mayores beneficios, cediendo poco o nada. Pero, según los autores de
Getting to Yes, esta estrategia es inconveniente por varias razones:
Concentrarse en defender una
posición puede llevar a resultados desastrosos: lo que realmente busca Trump no
es salir del TLCAN, sino renegociarlo. México tampoco desea salir. Pero una vez
que te comprometes con tu posición inicial, ya no se trata de encontrar los
mejores intereses, sino de “no rajarte”, se vuelve una cuestión de ego. Y al
ser inflexibles, puedes no lograr ningún acuerdo o desatar una riña entre las
partes.
Defender una posición es ineficiente:
Si cada parte entra con una posición extrema y hace todo lo posible por ceder
lo menos posible y exigir lo más posible, la negociación se hace complicada,
larga y desgastante. Se pierde valioso tiempo tratando de llegar a una
solución.
Defender una posición pone en
peligro la relación: la negociación de posiciones es, como lo menciona el
libro, una competencia de voluntades, se vuelve una lucha de poder. “Es esta
opción o nada” es básicamente lo que le escuchamos decir a Trump. Las partes
pueden sentir gran enojo y resentimiento si deben aceptar por la fuerza
condiciones que consideran injustas, mientras que se dan cuenta que sus propios
intereses son ignorados.
Cuando hay más de dos partes
involucradas en la negociación, el estilo de defender posiciones se vuelva aún
más complicado: quizá la palabra debería ser caótico. Con diferentes intereses,
puntos de vista y necesidades pasa un fenómeno muy particular. En palabras de
los autores del libro, “se necesita de todos para llegar al sí, y sólo de uno
para llegar al no”.
¿Cuál es el antídoto para un
negociador bravucón? Definitivamente, ser gentil y accesible no es la solución,
pues una personalidad débil será fácilmente doblegada por una persona agresiva.
La mejor manera de lidiar con un negociador de este tipo es negociar
estableciendo criterios objetivos e impersonales que determinen qué es un buen
trato y qué no lo es.
Definitivamente, la era Trump nos
enfrenta a retos que nos desconciertan, pero nos está dando la oportunidad de
encontrar nuevas e insospechadas maneras de mejorar. Para todo negociador que
empieza, o incluso el que ya es experimentado, es recomendable revisar
prácticas y buscar la mejora continua para enfrentar los nuevos retos.
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