¿Y si pudiéramos cargar libros en
nuestro cerebro?
Bloomberg - abril
de 2017
¿Qué pasaría si los seres humanos
pudieran cargar todos los grandes clásicos de la literatura en su cerebro, sin
tener que pasar por el arduo proceso de la lectura?
Por maravilloso e igualador que
eso pudiera parecer, es una perspectiva que no estoy segura de que deberíamos
abrazar sin más.
Hace un tiempo, escuché una
entrevista al futurista Ray Kurzweil en el programa de radio StarTalk del
astrofísico Neil deGrasse Tyson. Kurzweil explicó (a partir de las 10:30) cómo
algún día nuestro cerebro podría tener una interfaz directa con formas no
biológicas de inteligencia, posiblemente con la ayuda de nano-bots que
viajarían por nuestros capilares.
Dado que esa interfaz sería mucho
más veloz que la lectura común, continuó, podríamos devorar novelas como
"Los hermanos Karamazov" en minutos, en lugar de la forma bastante
torpe de ingestión conocida como lectura, la que, dijo, "podría llevar
meses".
En ese momento, Tyson preguntó:
¿Estás diciendo que podríamos subir al cerebro "Guerra y Paz"? Sí,
respondió Kurzweil: "Nos conectaremos con las jerarquías neocorticales con
conocimientos pre-cargados en la nube".
Ese fragmento de conversación me
desconcierta y me fascina desde entonces. Confieso que no sé absolutamente nada
de neurociencia. Pero el solo hecho de saber algo sobre la lectura hace que la
historia anterior sea inverosímil, si no alarmante.
El libro elegido por Kurzweil
tiene un significado especial para mí. He leído "Los Hermanos
Karamazov" varias veces, la primera cuando tenía 15 años y era una niña
suburbana nerd y trágicamente deprimida. Fue una revelación, dio sentido a mi
vida. Ese libro me cambió. Después lo leí dos veces más, primero a los 20 y
luego a los 30. Todas las veces fue influyente, pero extrañamente parecía un
libro por completo distinto. Ahora estoy por hacer una cuarta lectura y estoy
segura de que ni siquiera estaré de acuerdo con mis antiguos yos en cuanto a
quién es el personaje principal, para no hablar del sentido del libro.
Desde mi punto de vista, el
aprendizaje que realizamos cuando leemos un libro tiene poco que ver con el
conocimiento -¿qué sería una versión precargada de "Los Hermanos
Karamazov"?- y todo que ver con nuestra reacción emocional y moral ante el
relato. A medida que me hago mayor, perdono las hipocresías más rápidamente y
me identifico con la decadencia con más facilidad. Entiendo el conflicto
espiritual pero no me alarma. Por eso, el libro en sí mismo es diferente cada
vez que lo lee una versión diferente de mí.
No estoy segura de lo que piensa
Kurzweil cuando dice que nuestra mente informática no tendrá que molestarse en
leer el libro, y quiero reconocer los méritos de él y sus otros amigos
futuristas con cerebro informático. Seguramente quieren decir algo más que
tener el texto del libro en sí a nuestra disposición o incluso memorizado. Eso
no sería conocimiento. Debe ser algo más profundo, una representación del libro
posiblemente como narración o quizá como película. Pero, insisto, si tenemos
acceso sólo a esa película, no constituye el mismo aprendizaje que surgiría de
leer y experimentar el libro.
Sólo quedan otras dos
posibilidades, al menos en mi limitado cerebro biológico. Primera, que el
"verdadero significado" del libro sea codificado de una vez para
siempre por una computadora y se lo inserte en nuestra memoria de largo plazo.
Eso inevitablemente sería poco satisfactorio porque significaría que, si
"lo leo de nuevo", experimentaría exactamente lo mismo. Además, ¿la
experiencia de quién se codificaría?
Por último, existe la posibilidad
de que el verdadero significado del libro cambie de acuerdo con el estado de mi
cerebro: que la interfaz mire mi mente, vea y entienda mi paciencia para con la
hipocresía y el conflicto espiritual y luego transforme la historia en
consecuencia. En cuyo caso, cada vez que subiera ese libro o cualquier otro,
experimentaría una historia diferente. Dudo que esto sea posible y, en todo
caso, la falta de participación activa me resultaría espeluznante. Dicho esto,
decididamente pagaría una suscripción mensual para probarlo.
Esta columna no necesariamente
refleja la opinión de la junta editorial ni la de Bloomberg LP y sus dueños.
¿Y si pudiéramos cargar libros en
nuestro cerebro?
Cathy O’Neil
¿Qué pasaría si los seres humanos
pudieran cargar todos los grandes clásicos de la literatura en su cerebro, sin
tener que pasar por el arduo proceso de la lectura?
Por maravilloso e igualador que
eso pudiera parecer, es una perspectiva que no estoy segura de que deberíamos
abrazar sin más.
Hace un tiempo, escuché una
entrevista al futurista Ray Kurzweil en el programa de radio StarTalk del
astrofísico Neil deGrasse Tyson. Kurzweil explicó (a partir de las 10:30) cómo
algún día nuestro cerebro podría tener una interfaz directa con formas no
biológicas de inteligencia, posiblemente con la ayuda de nano-bots que
viajarían por nuestros capilares.
Dado que esa interfaz sería mucho
más veloz que la lectura común, continuó, podríamos devorar novelas como
"Los hermanos Karamazov" en minutos, en lugar de la forma bastante
torpe de ingestión conocida como lectura, la que, dijo, "podría llevar
meses".
En ese momento, Tyson preguntó: ¿Estás
diciendo que podríamos subir al cerebro "Guerra y Paz"? Sí, respondió
Kurzweil: "Nos conectaremos con las jerarquías neocorticales con
conocimientos pre-cargados en la nube".
Ese fragmento de conversación me
desconcierta y me fascina desde entonces. Confieso que no sé absolutamente nada
de neurociencia. Pero el solo hecho de saber algo sobre la lectura hace que la
historia anterior sea inverosímil, si no alarmante.
El libro elegido por Kurzweil
tiene un significado especial para mí. He leído "Los Hermanos
Karamazov" varias veces, la primera cuando tenía 15 años y era una niña
suburbana nerd y trágicamente deprimida. Fue una revelación, dio sentido a mi
vida. Ese libro me cambió. Después lo leí dos veces más, primero a los 20 y
luego a los 30. Todas las veces fue influyente, pero extrañamente parecía un
libro por completo distinto. Ahora estoy por hacer una cuarta lectura y estoy
segura de que ni siquiera estaré de acuerdo con mis antiguos yos en cuanto a
quién es el personaje principal, para no hablar del sentido del libro.
Desde mi punto de vista, el
aprendizaje que realizamos cuando leemos un libro tiene poco que ver con el
conocimiento -¿qué sería una versión precargada de "Los Hermanos
Karamazov"?- y todo que ver con nuestra reacción emocional y moral ante el
relato. A medida que me hago mayor, perdono las hipocresías más rápidamente y
me identifico con la decadencia con más facilidad. Entiendo el conflicto
espiritual pero no me alarma. Por eso, el libro en sí mismo es diferente cada
vez que lo lee una versión diferente de mí.
No estoy segura de lo que piensa
Kurzweil cuando dice que nuestra mente informática no tendrá que molestarse en
leer el libro, y quiero reconocer los méritos de él y sus otros amigos
futuristas con cerebro informático. Seguramente quieren decir algo más que
tener el texto del libro en sí a nuestra disposición o incluso memorizado. Eso
no sería conocimiento. Debe ser algo más profundo, una representación del libro
posiblemente como narración o quizá como película. Pero, insisto, si tenemos
acceso sólo a esa película, no constituye el mismo aprendizaje que surgiría de
leer y experimentar el libro.
Sólo quedan otras dos posibilidades,
al menos en mi limitado cerebro biológico. Primera, que el "verdadero
significado" del libro sea codificado de una vez para siempre por una
computadora y se lo inserte en nuestra memoria de largo plazo. Eso
inevitablemente sería poco satisfactorio porque significaría que, si "lo
leo de nuevo", experimentaría exactamente lo mismo. Además, ¿la
experiencia de quién se codificaría?
Por último, existe la posibilidad
de que el verdadero significado del libro cambie de acuerdo con el estado de mi
cerebro: que la interfaz mire mi mente, vea y entienda mi paciencia para con la
hipocresía y el conflicto espiritual y luego transforme la historia en
consecuencia. En cuyo caso, cada vez que subiera ese libro o cualquier otro,
experimentaría una historia diferente. Dudo que esto sea posible y, en todo
caso, la falta de participación activa me resultaría espeluznante. Dicho esto,
decididamente pagaría una suscripción mensual para probarlo.
Esta columna no necesariamente
refleja la opinión de la junta editorial ni la de Bloomberg LP y sus dueños.
Cathy O’Neil es matemática y ha
trabajado como profesora, analista de fondos de cobertura y científica de
datos. Fundó ORCAA, compañía de auditoría algorítmica, y es autora de
"Weapons of Math Destruction".
What If We Could Upload Books to Our Brains?:
Cathy O’Neil
Cathy O’Neil es matemática y ha
trabajado como profesora, analista de fondos de cobertura y científica de
datos. Fundó ORCAA, compañía de auditoría algorítmica, y es autora de
"Weapons of Math Destruction".
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