¿Cuál es el futuro de
la educación?
FORBES- 28 de abril de 2017
Entre los ejes principales que deberían configurar la
educación del futuro serían: Fomentar la curiosidad y el interés en los
estudiantes y diseñar nuestra propia educación.
¿Cuál es el futuro de
la educación? apareció originalmente en Quora: un lugar para adquirir y
compartir conocimiento, y mejor entender el mundo.
Respuesta por Ruben Vizcaino, Editor web sobre aprendizaje
en soloeduca.com:
La pregunta es muy, muy difícil de contestar, porque no creo
que haya una única respuesta válida sino una multitud de enfoques y propuestas
diferentes y no necesariamente incompatibles.
No obstante, me permito aportar una breve reflexión
personal.
En mi opinión, los ejes principales que deberían configurar
la educación del futuro serían:
Fomentar la curiosidad y el interés en los estudiantes.
Cualquier educación que no consiga motivar a quienes la reciben está destinada
al fracaso, más tarde o más temprano. Por muchos planes que se diseñen o por
mucho presupuesto que se disponga, si el estudiante no está interesado en
aprender, no lo hará. (Creo que lo que menciono en los puntos siguientes puede
contribuir a construir esta motivación).
Personalizar la enseñanza. Cada persona tiene sus propios
intereses, sus habilidades particulares, sus debilidades o carencias, su
carácter, su contexto familiar, su inteligencia, su ritmo de aprendizaje, sus
afectos y sus odios, etc. Pretender que todos aprendamos lo mismo, de la misma
forma y exactamente al mismo ritmo, puede conducir a frustraciones, fracaso
escolar, lagunas formativas o simple desinterés. Salman Khan o Ken Robinson han
tratado estos temas en conferencias memorables.
Preservar y fomentar la creatividad. Casi se ha convertido
en un lugar común, pero lleva años repitiéndose el mantra de que las escuelas
matan la creatividad. Y es que si la creatividad siempre ha sido importante,
cada vez lo será más en un mundo donde la tecnología y la robótica van haciendo
desaparecer los trabajos más repetitivos y menos cualificados. Sin duda alguna,
las habilidades más valoradas pasarán a ser las vinculadas a lo creativo, sea
la resolución de problemas complejos, el diseño de nuevos productos, el
desarrollo de software, el análisis cualitativo de datos, la toma de
decisiones, el marketing, etc.
Aprender durante toda la vida. Creo que es evidente que
aquello de estudiar hasta los veintipocos años y no volver a hacerlo nunca más
es ya una cosa del pasado. El vertiginoso avance de la tecnología en un mundo
que cada vez cambia más rápido implica que debemos seguir aprendiendo y
actualizándonos durante toda la vida. El que no lo haga corre el riesgo de
quedarse atrás definitivamente, no conseguir un trabajo o sentirse completamente
al margen de la sociedad. Afortunadamente la tecnología está facilitando
enormemente este aspecto, permitiéndonos acceder a una formación de calidad de
forma gratuita, a través de MOOCs, webs de aprendizaje de idiomas, innumerables
apps educativas, etc.
Diseñar nuestra propia educación. Este sería un paso más en
la personalización de la educación, de modo que cada vez más nos hagamos
responsables de diseñar nuestro plan de aprendizaje personal. También aquí las
nuevas iniciativas en educación (como Coursera, EdX, Udacity y similares) ponen
a nuestro alcance la configuración de un itinerario educativo único, adaptado a
nuestras necesidades, intereses y objetivos.
Compatibilizar la enseñanza de contenidos con la de
habilidades. Aquello de aprenderse la lista de los reyes godos o los ríos de
Europa nos parece ahora un polvoriento vestigio del pasado, teniendo como
tenemos en nuestro bolsillo un dispositivo que nos puede proporcionar esa
información en tan sólo unos segundos. Ello no quiere decir que debamos eliminar
el aprendizaje de contenidos, pero sí enfatizar más el aprendizaje de
habilidades, la búsqueda de información, el conocimiento de los mecanismos del
aprendizaje y la aplicación de los conocimientos adquiridos; en definitiva,
aprender a aprender.
La enseñanza de la felicidad. Quizás pueda sonar un poco
ñoño, pero creo que no deberíamos olvidarnos de proporcionar a cada persona
unas determinadas herramientas o conocimientos que le ayuden a ser más feliz a
lo largo de su vida. Porque todo lo demás sería superfluo si viviésemos sumidos
en la tristeza o la desesperación. De este modo, me parecería muy beneficioso
estudiar los mecanismos psicológicos que están detrás de nuestros estados de
ánimo, proporcionar herramientas para lidiar con la frustración o para
conservar la motivación, desarrollar nuestras habilidades sociales, etc. En
definitiva, como decía Sartre, “felicidad no es hacer lo que uno quiere sino
querer lo que uno hace”.
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