Texas y el verdadero hombre
olvidado
The Wall Street Journal. -
sábado, 18 de febrero de 2017
Donald Trump prometió en su
discurso inaugural que defendería a los hombres y mujeres olvidados. Pero si el
presidente número 45 de Estados Unidos destruye el Tratado de Libre Comercio de
América del Norte en un esfuerzo por rescatar a algunos estadounidenses,
millones más, incluyendo muchos que votaron por él, podrían sumarse a las almas
económicamente olvidadas del país.
Texas, un estado profundamente
republicano, podría ser uno de los que más sufra. Durante 23 años, ha trabajado
para adaptarse al libre comercio con su vecino del sur. La producción
compartida en la fabricación con sus contrapartes al otro lado de la frontera
ha incrementado la productividad. Un fuerte aumento del comercio terrestre y
marítimo entre EE.UU. y México a través de Texas ha generado grandes ganancias
exportadoras para el estado.
El Nafta ha hecho que Texas sea
más competitivo globalmente. Claro, ha tenido sus problemas, particularmente en
las ciudades fronterizas. Pero sin el acuerdo, Texas podría haber encontrado
más dificultades, en el aspecto de empleo, para ajustarse a la aceleración de
la automatización en la fabricación que golpeó a EE.UU. durante el mismo
período.
Trump, quien fue un demócrata
durante la mayor parte de su vida, usa la metáfora del hombre olvidado en la
misma forma en la que el presidente Franklin Delano Roosevelt lo hizo durante
los años 30. Ambos pueden ser vistos como defensores de los que pasan por una
mala racha y no parecen poder recuperarse. La estrategia trumpiana para ayudar
al “desvalido” también sería familiar para FDR: hacer que la economía sea menos
libre.
Sin embargo, como explica Amity
Shlaes en su libro de 2007 The Forgotten Man (algo así como El hombre
olvidado), ese término se originó con el profesor de Yale William Graham
Sumner. En su ensayo de 1883, el hombre olvidado es el que termina con la
factura, sin notarlo, cuando los bienhechores proponen “medidas de alivio para
los males que han captado la atención del público”.
Sumner no dio nombres.
Simplemente describió la injusticia de A y B reuniéndose para ayudar a X con
una nueva ley. C no está en los planes, pero termina con la carga. “Así es el
hombre olvidado”, escribió Sumner. “Trabaja, vota, usualmente reza, pero
siempre paga; sí, sobre todo, paga”.
En la guerra contra el globalismo
de Trump, Texas está lleno de gente C: estadounidenses trabajadores que se han
adaptado a un comercio más libre y ahora se dan cuenta de que A y B desean
cambiar las reglas a favor de X. Hay millones más de C en todo EE.UU.
Jesús Cañas, economista del Banco
de la Reserva Federal de Dallas, proporciona un perfil útil de un Texas
post-Nafta en el informe de 2016 Las ciudades fronterizas de Texas ilustran los
beneficios y retos del comercio. El informe asegura que entre 1994 y 2014 se
perdieron 710.000 empleos en EE.UU. “como resultado de un aumento de las
importaciones desde México y Canadá o debido a los cambios en la producción”.
Texas, escribió Cañas, fue el segundo estado más afectado en términos absolutos
de trabajos perdidos, detrás de Carolina del Norte y por delante de California.
Las ciudades fronterizas de Texas, donde había una “fuerte concentración
manufacturera de industrias de bajo valor agregado”, fueron las más golpeadas.
Sin embargo, con más competencia
vino más comercio, inversión y cambio tecnológico, los cuales ayudaron a
transformar la economía de Texas. Las ciudades fronterizas terminaron “ganando
muchos más empleos de los que perdieron”, debido a los cambios propulsados por
el Nafta.
Las exportaciones de Texas a
México, medidas no por dónde se hacen los productos sino por dónde inicia su
viaje al extranjero, se incrementaron en 236% entre 1994 y 2015. “Una parte
significativa de este comercio”, escribe Cañas, “está en productos intermedios,
bienes destinados al ensamblaje u otro procesamiento después de lo cual son
reimportados a EE.UU.”. México es el principal mercado de exportación de Texas
al recibir 40% de lo que el estado vende al extranjero.
Cañas indica que los trabajadores
industriales más afectados por las importaciones mexicanas han “experimentado
un crecimiento sustancialmente más bajo en sus salarios que sus contrapartes en
otras industrias”. Pero observa que las áreas metropolitanas que perdieron la
mayor cantidad de trabajos debido al Nafta se han beneficiado más de los
incrementos en la inversión extranjera directa. También se benefician de “los
crecientes estándares de vida en el lado mexicanos de la frontera”, es decir,
nuevos clientes con dinero.
Al igual que el resto del país,
el empleo en Texas está cambiando de la manufactura a “otros sectores como los
servicios para negocios”, escribe Cañas. El nivel de empleo manufacturero del
estado ha caído 9% desde la implementación del Nafta, pero la producción
manufacturera creció 4,1% por año entre 1997 y 2015.
“Las exportaciones de bienes
manufacturados sostuvieron cerca de 990.000 empleos en Texas en 2015”, dice el
informe. El estado “ganó” más de cuatro millones de empleos entre 1994 y 2015,
un período de creciente automatización y libre comercio, mientras que los
ingresos reales per cápita subieron de US$30.000 a US$47.000.
La propuesta de Trump de levantar
nuevas barreras al comercio con México ignora el daño que seguramente
ocasionará a los ejércitos de trabajadores manufactureros, emprendedores y
proveedores de servicios empresariales de EE.UU. que compran y venden a lo
largo de la frontera. Trump olvida a estos hombres y mujeres a su propio riesgo
político.
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