Nuevo orden mundial, ¿adiós a la
globalización?
FORBES- 1 de febrero de 2017
México debe adaptarse a este
nuevo paradigma, por sus empresas e inversiones, para apoyar la exportación y
diversificación de mercados y para alentar a los inversionistas.
Estados Unidos está dando un giro
de 180 grados en materia de política comercial. El país que por décadas ha
promovido la globalización se torna ahora proteccionista y nacionalista.
La globalización como tendencia
económica ha promovido el éxodo de capitales hacia aquellos países que
ofrecieron las mejores condiciones y ventajas comparativas para producir. Esa
incansable tarea de hacer más con menos e impulso a la eficiencia para generar
competitividad y rentabilidad se convirtieron en el común denominador en el
ambiente de negocios del mundo capitalista.
Debemos ser claros en el sentido
de que los gobiernos de los países establecen las reglas bajo las cuales operan
los acuerdos y son los empresarios quienes deciden si esas condiciones les son
favorables para realizar sus inversiones.
En el largo proceso de
globalización que lleva décadas, una vez negociadas las reglas de origen y
disminuido los aranceles a su mínima expresión, surgen las iniciativas de mayor
integración regional entre países, el crear una política migratoria y
energética, impulso a la facilitación comercial, desregulación económica,
eficiencia de procesos logísticos para hacer el flujo comercial más óptimo,
etcétera.
En lo que concierne a la región
de América del Norte, el enfoque fue crear mayor valor como región económica, y
con el potencial para producir y vender en el mercado mundial. Ese era el
estatus del Tratado de Libre Comercio de América del Norte antes de este cambio
de timón.
Si México se convirtió en un país
muy competitivo como maquilador o productor, fue por las condiciones ofrecidas
a los empresarios y el potencial para satisfacer las necesidades del mercado
estadounidense. No es casualidad que más de 81% de las exportaciones tienen
como destino Estados Unidos, ya que el grado de integración comercial entre
países es alto.
El mundo ha cambiado y es claro
que la manufactura ahora es global e interdependiente, las tendencias que
impulsan los acuerdos multilaterales reconocen la integración regional como
consecuencia natural de la generación de acuerdos y bloques económicos.
Esta es una de las razones por la
que nos hemos hecho dependientes hacia el mercado estadounidense, la economía
más grande del mundo con una población que tiene uno de los ingresos per cápita
más altos.
También es claro que ante los
cambios de paradigma propuestos por la administración de Donald Trump, son las
propias empresas las que definirán cuáles serán los destinos de la producción
que se genera en México.
Durante 23 años se desarrolló una
relación de negocios con beneficios económicos para ambas partes. Se ha creado
una enorme interacción comercial y de negocios muy rentable que quizás no pueda
romperse por aspectos ideológicos y políticos del Ejecutivo; debería ser en
todo sentido un clamor del sector empresarial el hecho de que el acuerdo está
alterando los intereses de los inversionistas.
En mi opinión, México deberá
analizar el sentir de los empresarios y generar una política comercial e
industrial que vayan de la mano con estos vientos de cambio; se vuelve
prioritario generar nuevas oportunidades de inversión, impulsar y apoyar la
exportación y diversificación de mercados para empresarios mexicanos.
Carlos Pérez, con 25 años de
experiencia en comercio exterior, despacho aduanal y temas arancelarios, es
director general de NYCE y socio fundador del IMECE.
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