5 Inquietudes que dejó el Foro de
Davos
FORBES – 14 de febrero de 2017
El Foro de Davos dejó más
preguntas que respuestas. Los temas clave: el populismo, la economía, China vs
Estados Unidos, desplazamiento de empleos y el ascenso de las nuevas
generaciones.
Como cada enero, se llevó a cabo
la Reunión Anual del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, la cual convoca a
3 mil líderes de negocios, políticos, intelectuales, periodistas y jóvenes que
discuten los asuntos que más presión generan al mundo. Con la temática
Liderazgo Receptivo y Responsable, el Foro tuvo la intención de pedir más
compromiso y sensibilidad a los líderes del mundo, pues han fallado en escuchar
a las personas que lideran.
Entre más de 200 conferencias,
aquí comparto cinco inquietudes que fueron parte de las discusiones del Foro,
cuyos efectos, agendas y seguimiento suceden a lo largo del año.
1) El populismo asusta más que la
desigualdad
El último lustro ha tenido como
protagonista a la desigualdad, tema que ha producido Premios Nobel, libros best
sellers, documentales, y, sobre todo, un debate sobre la estructura del sistema
económico mundial. Si bien se reconoce que son muchos los ingredientes del
debate, el amasamiento de capital por parte del 1% más alto y la falta de
oportunidades son elementos permanentes.
El 3% de la población mundial con
mayor riqueza ha conseguido recuperarse al nivel donde estaba antes de la
crisis, pero el otro 97% sigue luchando por lo mismo. Estos temas pasaron
desapercibidos para varios líderes del mundo, quienes vieron que las elecciones
de 2016 terminaron siendo un manotazo de quienes se sienten “perdedores” de la
globalización para que se haga algo con los empleos desplazados por la
tecnología y el modelo económico que los ha excluido.
Si bien la cuestión de la
desigualdad no ha sido del agrado ni atención de diversos líderes del mundo,
hay una amplia coincidencia de que el populismo sí les es un problema, pues
pone en juego muchas de las reglas e instituciones que ya se daban por
sentadas, y donde encontrar la solución es la parte más divisoria del debate.
Se pueden encontrar cuatro
fenómenos inherentemente complejos, que al entrelazarse forman un coctel
exclusivo:
El mundo vive en un mejor estado
general que en otras generaciones, pero relativamente, existen menos
oportunidades para las clases media y trabajadora del mundo desarrollado. Más
aún, las personas tienen aspiraciones legítimas a querer vivir mejor, pero la
demanda rebasa la oferta de oportunidades que el gobierno y las organizaciones
pueden crear, por lo que las expectativas y posterior decepción, son altísimas.
Mientras cada movimiento
populista es único, todos comparten un desdén generalizado por las élites,
cualquiera que sea la definición y las prescripciones económicas y políticas
que promueven. Sin embargo, el error que diversos tomadores de decisión,
políticos y medios de comunicación cometen, está en la definición de qué
caracteriza a un populista y qué no -recordemos el episodio de Obama
declarándose populista en la cumbre trilateral de Norteamérica-, y de tachar a
los seguidores de los populistas como “ignorantes, flojos” o con calificativos
peores. Es por ello que pidieron más esfuerzo intelectual en caracterizar un
populista y espíritu de inclusión para reconocer las manifestaciones de grupos
desfavorecidos como válidas, legítimas e inclusive necesarias.
La hiper-conectividad y las redes
sociales nos están dividiendo en vez de unirnos. Existe más presión por actuar
rápido, por lo que la democracia representativa se debilita y la toma de
decisiones es cortoplacista. El 2016 nos
mostró que las personas confunden opiniones con hechos, y rápidamente aceptan
evidencia que confirma nociones preconcebidas o convicciones prejuiciosas.
Superar las grandes barreras:
Entre oriente y occidente; entre generaciones; entre ricos y pobres; y entre
personas que tienen acceso al conocimiento y las que no.
Además, están convencidos de que
la sociedad tiene que ser optimista, exigiendo mejores resultados a sus líderes
autocomplacientes y buscando formas de encontrar soluciones a la desilusión
colectiva. Las medidas tienen que ser
organizadas, prácticas y pragmáticas, no tanto alrededor de creencias o
recetas, para que las personas sigan teniendo aspiraciones, sueños y acceso a
oportunidades.
2) El crecimiento económico y el
dólar preocupan
Mientras el debate en 2016 fue
sobre si la recesión continuará y por cuánto tiempo, si estamos en una
distorsión de los mercados, o si la victoria del Brexit y de Trump tendrían
consecuencias desastrosas, la verdadera lección de economía fue que los bancos
centrales se dieron cuenta que tener independencia de los gobiernos no es
suficiente, sino que también requieren armonía y trabajo conjunto en las
políticas monetaria y fiscal.
Las tareas próximas serán que las
políticas monetarias se transmitan a la economía real y que la ola
desregulatoria ayude a la economía en lugar de perjudicar. De acuerdo con el
Fondo Monetario Internacional, las economías como Japón y Europa crecen mejor de
lo esperado, mientras que Latinoamérica saldría en 2017 de su recesión de dos
años.
Estados Unidos crecería en el
corto plazo, por lo que las tasas aumentarán gradualmente, evitando que el
dólar se encarezca innecesariamente. El billete verde ha emergido más fuerte de
lo que era antes de la crisis financiera: el euro se ha debilitado, el yen
japonés se está depreciando, el renminbi chino está amenazado y otras monedas
son demasiado pequeñas para tener influencia significativa en la economía
global. El dólar es un dolor de cabeza para diferentes economías, y lo empieza
a ser para los mismos Estados Unidos.
Por otro lado, los países
latinoamericanos enfrentan una larga lista de tareas pendientes para impulsar
el lento crecimiento: estimular la innovación, abordar la desigualdad, la
informalidad y la corrupción, mejorar la educación y crear instituciones. El
problema es que el sobre-diagnóstico ha llevado a la “circularidad” en la
conversación, pues estos desafíos están identificados hace mucho tiempo y no recomendaciones
adecuadas para cada contexto estatal, nacional y regional.
3) Trump desconcierta mientras
China alza la mano
Donald Trump fue “el elefante en
el cuarto” que estaba en cabeza de todos, generando incertidumbre y ansiedad.
Hubo consenso en que planes como el de infraestructura son buenos, pero que las
políticas financieras y económicas de Trump son impredecibles y algunas de las
ideas de su administración no han sido probadas. A pesar de las controversias,
ha generado confianza en los mercados y los consumidores.
Con todo y eso, hubo un
reconocimiento que las luchas más fuertes de Trump serán en el interior de los
Estados Unidos y que los cambios de fondo de los que ha hablado, tardarán
tiempo en suceder. Por ejemplo: las órdenes ejecutivas trumpistas más
comprometidas se están litigando en diferentes instancias y cortes, siguiendo
el mismo modus-operandi que se usó para dejar sin efecto las órdenes ejecutivas
de Obama, mientras que la política fiscal -que tardará casi todo el año en
reformarse- será controlada por los republicanos, al tiempo que la política
monetaria ya es controlada por los demócratas.
A pesar de que los dichos y
maneras del nuevo presidente son impresentables para buena parte del mundo,
están forzando a los líderes a vivir su percepción y realidad. Por mientras,
existe el consenso de que “America First” se podría convertir en “America
Alone” y de que algunas políticas de Trump dañarán a sus propios votantes.
El presidente de China dio un
rotundo voto de confianza al libre mercado y el comercio global en su discurso
inaugural, hecho que fue visto como una forma de pedir seriamente que China
lidere el mundo. Más aún, fue surreal que Estados Unidos se manifieste contra
el libre mercado y que China sea la que lo defienda.
Rusia, y especialmente China,
están tratando de ocupar todos los espacios internacionales en los que EU ya no
tiene interés -desde hace semanas-: cambio climático, comercio, cooperación
internacional, ayuda humanitaria, financiamiento de infraestructura, derechos
humanos, promoción de la marca país, entre otros.
China será capaz de mantener su
impulso de desarrollo, pero la clave del éxito no será el ritmo de crecimiento,
sino su calidad. Para ello, necesitará reformas a las empresas estatales e
inversión extranjera a dos avenidas. La clave para China es una reforma
estructural real y profunda. Pero por mientras, ya alzó la mano.
4) Hay que comprender la Cuarta
Revolución Industrial
El crecimiento de la
automatización y la economía de las plataformas están cambiando la naturaleza
del trabajo y alimentando la agitación política. La tecnología está creando
nuevos puestos de trabajo, pero los nuevos empleos no estén llegando tan rápido
como otros están desapareciendo.
Muchos miembros de la fuerza
laboral no están preparados para los nuevos empleos. A doce meses de la
presentación de la Cuarta Revolución Industrial, quedan claras dos cosas:
El cambio crea nerviosismo, y
dicho cambio cada día más rápido y trae efectos más profundos. Hoy está dejando
fuera a personas que en otra época no hubieran sido excluidas, por lo que cada
la gente sin trabajo ya no está nerviosa, sino aprehensiva y desesperada.
En la mayoría de los países, los
gobiernos no están haciendo lo suficiente para cerrar la brecha de habilidades
y alinear la fuerza de trabajo con las futuras oportunidades de empleo.
No es el comercio sino la
tecnología la que está desapareciendo los empleos que tanto reclaman los
votantes en las urnas. Igualmente es
cierto que se calcula que en países desarrollados desaparezcan 5 millones de empleos
por automatización y se creen apenas 2 millones en las áreas STEM.
Pero para los próximos 12 meses,
será aún más importante ver el tema de la Cuarta Revolución Industrial con más
amplitud, digestión y visión de oportunidad. Por ejemplo, nos ha hecho darnos
cuenta que los humanos somos mejores que los robots en liderazgo, creatividad,
habilidades artísticas, percepción sensorial, capacidades cognitivas,
procesamiento de lenguaje nativo, capacidades sociales y emocionales y en
algunas habilidades físicas.
Se han identificado ciertas
tecnologías claves, que les empiezan a llamar “las Fabulosas Cinco”:
Inteligencia Artificial, Internet de las Cosas, Robótica, Impresión 3D y
Realidad Virtual. Lo sorprendente es que estas áreas de innovación han existido
por mucho tiempo, y ciertos avances desencadenaron nuevo potencial.
En síntesis, el mundo ha estado
aquí antes, pues las tres revoluciones industriales anteriores condujeron a
niveles de vida más altos y crearon más empleos. Estamos en una oportunidad
única de que las mega tendencias de hoy nos permitan alcanzar mañana una
sociedad más efectiva, saludable y sostenible.
5) El Ascenso de la Generación
Joven podría cambiar cosas
El Foro de Davos se abrió a los
jóvenes a partir del 2011, año en que la Primavera Árabe mostró que las redes
sociales y las juventudes tendrían un peso en la organización social mundial
que no se había visto en décadas. Si bien nunca se ha invitado al Foro a más de
50 jóvenes del mundo, cada día resultan más vitales para que las y los líderes
no pierdan el contacto con los sueños, valores y proyectos de las generaciones
que vienen detrás.
Diversos estudios reflejan que
los jóvenes tienen menos poder adquisitivo que el que tenían sus padres a su
edad; en muchos casos también tienen menos oportunidades, pero igualmente son la
generación más preparada en la historia y los primeros que crecieron con una
computadora en su casa. A pesar de sus circunstancias, son optimistas de cara a
su futuro, quizá más de lo que las otras generaciones los ven. Son la
generación que votó en contra de Trump y del Brexit, y los que prefieren
comprar de compañías que aporten soluciones a problemáticas sociales
específicas.
Sus valores llegan a ser
distintos a los de otras generaciones: mientras las generaciones anteriores
valoran empleos con alta paga, nivel de expresión y de responsabilidad, los
jóvenes prefieren que su empleo tenga flexibilidad de horario, un profundo
significado, dé una sensación de realización y tenga buena compensación
económica.
Con las inversiones adecuadas en
educación y desarrollo de programas de aprendizaje para jóvenes, América Latina
podría aprovechar su bono demográfico para saltar al desarrollo. Sin aprovechar
dicha ventaja, la región podría ver un creciente número de “refugiados
digitales”, excluidos de la economía futura y el mercado de trabajo.
La conclusión de la aportación de
los jóvenes es fascinante y terrible a la vez: El promedio de asistentes a
Davos es de 55 años, mientras que los jóvenes de entre 20 y 30 años son apenas
el 1.7% de asistentes a la Conferencia. La mayoría de las y los jóvenes que
fueron a Davos este año son emprendedores sociales o líderes de la sociedad
civil que están proveyendo nuevos modelos de innovación social sostenible.
En 30 años, la generación de
jóvenes podría dominar la asistencia de una Cumbre que se anticipa, cambie en
sus formas y agenda, y quizá en sus objetivos. Pero en ese tiempo, habrá otra
juventud, con otros valores, que también exigirá que le pasen el balón o meterá
la pierna para quitárselos.
Javier Arreola-Ingeniero,
emprendedor y becario Carlos Slim en la U. George Washington. Aprendí de energía
en la Brookings Institution. Analizo el liderazgo de México en el mundo y busco
traducir tecnicismos al lenguaje cotidiano.
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