Las lecciones detrás de Kickstarter
FORBES- 27 de febrero de 2017
Charles Adler se dice cazador de
ideas y quiere impulsar otros negocios nuevos en el mundo. Se puede dar crédito
a sus palabras: procede de Kickstarter, plataforma de crowdfunding que ha
impulsado más de 100,000 emprendimientos.
Atrás quedaron aquellos días en
que Charles Adler y sus socios Perry Chen y Yancey Strickler fundaron
Kickstarter, una plataforma de crowdfunding que, en ocho años, ha logrado
captar 2,800 millones de dólares (mdd) de 12 millones de personas, un dinero
que ha servido para financiar alrededor de 118,000 proyectos de emprendedores.
Pero esa parte de la vida de
Adler terminó a finales de 2013, luego de que optara por comenzar su carrera
como consultor independiente. La decisión no fue sencilla, sobre todo por la
gran amistad que mantenía con sus dos compañeros.
¿Qué ha pasado en esta nueva
etapa de la vida de Charles? Durante los dos últimos años, recorrió el mundo en
un par de ocasiones, para asesorar a más de una decena de startups, además de
que abrió Lost Arts, un espacio físico dedicado a incubar proyectos artísticos.
En entrevista, el diseñador de
profesión narra su paso por Kickstarter y comparte su filosofía como impulsor
de nuevos negocios.
Su primer encuentro con Chen
Perry Chen siempre ha sido un
gran fanático de la música. Seguramente, de pequeño imaginó que tendría una
banda de rock o que quizá podría llegar a ser DJ; sin embargo, lo que
seguramente nunca pensó era que su pasión acabaría, de rebote, por cambiar la
vida de miles de emprendedores del mundo.
El antecedente de Kickstarter se
puede encontrar en el año 2002, con un Perry de apenas 24 años, quien por
aquellos días vivía en Nueva Orleans y trabajaba, precisamente, en el mundo de
la música, más específicamente en el movimiento de jazz, legendario en esa
ciudad, el cual se aprestaba a organizar uno de sus festivales más
emblemáticos.
Este joven se había fijado la
meta de participar en la celebración y su plan era ponerse en contacto con los
organizadores para ofrecerles la realización de un concierto, el cual estaría
compuesto por un par de experimentados DJ. Su propuesta fue aceptada, pero la
presentación nunca se llevó a cabo.
El motivo fue que Chen no pudo
conseguir la inversión para el concierto y acabó por desechar su idea. El
suceso le generó mucha molestia, pero, dentro de su enojo, se preguntó qué
pasaría si la gente pudiera comprar entradas y únicamente pagarlas si el evento
se hiciera realidad.
La idea detonó en la premisa del
crowdfunding, eje central de Kickstarter. Bajo esta práctica, básicamente se
busca conseguir una inversión con apoyo de un número amplio de personas, con la
salvedad de que únicamente prospera si se alcanza una meta económica. De no
hacerlo, el dinero regresa al bolsillo de los inversores.
Perry conoció, en 2005 a Yancey
Stricker y, gracias a un amigo en común, conoció (al año siguiente) a Adler,
quien de inmediato se sumó al proyecto. Su papel fue vital para llevar la idea
al mundo virtual.
Voz para el emprendedor
Adler explica que, de la idea de
Chen, le llamó la atención la posibilidad de ayudar a los emprendedores
creativos a tener la visibilidad que necesitan para poner en marcha sus
proyectos.
“Perry me contó su idea y
encontré que él compartía conmigo esa empatía que mantenía por crear
comunidades que apoyaran el reconocimiento del trabajo creativo; estábamos en
el mismo canal y sabíamos que teníamos que hacer algo para que los
emprendedores pudieran ser escuchados. Ése debía ser su derecho”, detalla el
originario de Reino Unido.
Finalmente, el 28 de abril de
2009, a las 4:27 de la tarde, Yancey, Chen y Alder crearon Kickstarter, la
plataforma que impulsó la tendencia del microfinanciamiento colectivo en el
mundo.
Los primeros dos o tres días
después del lanzamiento apenas tenían un puñado de proyectos inscritos en la
empresa y, de igual manera, empezaban a ingresar unos cuantos dólares.
Pero el proyecto de una mujer
llamada Allison Weiss cambió esta tendencia.
Tres semanas después de la
aparición de esta chica de Michigan, se alcanzó el primer récord, al recaudar,
gracias al apoyo de 205 personas, un total de 7,711 dólares, que le sirvieron
para grabar su primer demo. “Fue ahí cuando supimos que la fórmula funcionaba”,
confiesa Adler.
Y era sólo el principio. El
reconocimiento fue en aumento y, con ello, las recaudaciones más altas, hasta
su récord actual: 20 mdd, fondeados por la comunidad de Kickstarter a la
compañía tecnológica Pebble para el desarrollo de la segunda generación de su
smartwatch.
Este tipo de logros ha permitido
a la empresa tener una imagen mucho más sólida, pero Charles prefiere ser
cauto: “Fue muy interesante ver cómo la gente tenía la oportunidad de crecer
aquí. A todos nos vienen a la mente esos proyectos millonarios que se han
recaudado, pero no debemos olvidarnos de que el corazón de la plataforma son
esos medianos y pequeños que no hubieran podido nacer en otro contexto”.
Máximas de emprendimiento
Entre la experiencia que vivió
Perry Chen al intentar llevar un concierto a Nueva Orleans y la salida a la luz
de Kickstarter pasaron siete largos años, en los cuales, relata Charles, se fue
arando poco a poco el terreno para el nacimiento de la plataforma.
Esto de ninguna manera quiere
decir que haya sido sencillo: todo lo contrario. De hecho, la mayor lección que
le dejó haber concretado con sus dos amigos el inicio de Kickstarter es simple
pero, a la par, poderosa: aprende a defender tu idea ante todo y ante todos.
“Creo que la parte más complicada
para el emprendedor está siempre en proteger su idea, porque siempre existen
momentos de debilidad en los que caes y te miras a punto de renunciar a ella,
porque no avanza, no se logra o porque simplemente la gente te llama loco por
lo que estás buscando hacer. Ahí es, más que nunca, cuando la perseverancia
debe aparecer”, relata el emprendedor.
Agrega que, al comenzar un
proyecto, es básico entender que las cosas pocas veces llegarán a resultar como
uno espera, por lo que sugiere nunca suponer que la apertura de un negocio
propio será un proceso color de rosa.
“Creo que hay una gran falacia
cuando se piensa que todo va a salir bien cuando se abre una compañía. Es
importante que los emprendedores volteen a ver las estadísticas y se den cuenta
de que éstas están en contra de ellos. El camino siempre es rudo y tener éxito
costará más que cualquier cosa”, advierte.
El último aprendizaje, pero no
menos importante, que le dejó su experiencia en la apertura de Kickstarter fue
siempre mandar a segundo plano cualquier interés que esté relacionado con temas
económicos o, inclusive, de fama.
“Las empresas jamás se abren
pensando en ganar dinero o conseguir fama; eso es lo último en lo que se debe
pensar. En primer lugar, debe existir siempre un propósito con calidad, una
utilidad clara de lo que se quiere conseguir”, enfatiza.
Internet no lo es todo
A pesar de su salida de
Kickstarter, el aprendizaje de Adler obtenido ahí se mantiene a través de Lots
Arts, un laboratorio que decidió abrir en Chicago para impulsar proyectos
relacionados con el arte.
Esta última apuesta de Charles
podría parecer extraña para muchos, sobre todo si se toma en cuenta el salto
que decidió dar desde el mundo virtual, en el que vivió
durante su etapa en la
plataforma, a su nuevo proyecto asentado en el plano físico.
Pero, ¿por qué motivo decidió
hacer esto el cofundador de Kickstarter? Porque se dio cuenta de que, si bien
internet es un elemento clave para los emprendimientos, también es importante
que los líderes se den cuenta de que no pueden olvidarse de la tierra que está
bajo sus pies.
“Creo que internet tiene un poder
muy grande y que crecerá y crecerá con el paso de los años; pero los
emprendedores no pueden olvidarse de que existe un entorno físico que deben
considerar. Es real el hecho de que la web llegará a estar presente en todos
lados; sin embargo, no olvidemos lo que está a nuestro alrededor”, aconseja.
De hecho, Adler asegura que la
fórmula del éxito de grandes proyectos, como Netflix o Uber, los cuales
parecieran 100% digitales, fue nunca olvidarse de la evaluación del
comportamiento de las personas, sus movimientos, intereses, acciones y más,
algo que no se ve únicamente en el área digital.
A la caza de nuevas ideas
Uno de los problemas que más se
ha encontrado Adler en esta nueva ruta como consultor es la preocupación de los
propios emprendedores por la velocidad con la que, en estos días, camina la
innovación en el mundo, una situación que lleva a muchos a considerar,
inclusive, que cada vez hay menos cosas nuevas por crear.
“Ese pensamiento es una gran
tontería. Hay problemas que se tienen que resolver todos los días y en todas
las áreas; ahí está la oportunidad para los emprendedores, quienes deben ser lo
suficientemente creativos como para encontrar soluciones”, dice el diseñador.
Adler pone como ejemplo lo
sucedido en el mundo durante los últimos 10 años. “En 2007 no existía Uber,
Airbnb, Instagram o Kickstarter; nadie pensaba que cosas como ésas pudieran
aparecer, pero lo hicieron y cambiaron la manera de hacer las cosas. En los
próximos años sucederá lo mismo”, prevé.
Mientras estos grandes proyectos
se generan, Charles Adler tiene muy claro cuál será su futuro: “Quiero seguir
siendo impulsor del emprendimiento en el mundo, un hombre enfocado a la caza de
nuevas ideas”.
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