Tiendas de lujo: ¿cómo son
diferentes?
FORBES- 27 de octubre de 2017
El punto de venta hoy o una
tienda de lujo es el lugar para vivir una experiencia. Ya no es un destino para
hacer una transacción que uno puede fácilmente hacer online.
¿Existe hoy alguna diferencia
significativa entre los espacios de venta de las marcas de lujo y de las que no
lo son? En las principales calles de las ciudades destino del mundo, Nueva
York, Tokio, Londres o Madrid nos encontramos enseñas de marcas de lujo al lado
de los templos del fast-fashion. Los escaparates de Zara son desde hace tiempo
una referencia para los jugadores de la moda en el territorio del lujo. Sin
embargo, los productos en su interior tienen precios muy diferentes lo que no
impide que convivan una al lado de la otra con soltura. ¿En que se parece y en
que son diferentes las tiendas del lujo entonces? ¿O es su destino la
convergencia?
El punto de venta hoy o una
tienda de lujo es el lugar para vivir una experiencia. Ya no es un destino para
hacer una transacción que uno puede fácilmente hacer online. La tienda como
destino exige razones más allá de la necesidad de comprar algo. El paradigma de
la tienda experiencia es Apple. Con su lugar de encuentro, la gran plaza que
reúne a todos, sus mesas altas donde jugar y descubrir el producto, sus
rincones de aprendizaje sobre fotos, música, su bullicio energético e
inspirador. Nos gusta visitar una tienda de Apple, el tiempo se nos escapa sin
darnos cuenta y la búsqueda de un nuevo producto se convierte en una sucesión
de sorpresas, una expedición de lo nuevo.
Las tiendas que nos dejan
recuerdos memorables además nos cuentan historias que nos interesan. Nos hablan
de su legado artesanal como la nueva tienda de Loewe en Madrid diseñada por
Jonathan Anderson que muestra en horizontal los videos de las manos artesanas.
En la que también enseñan la obra de artesanos del barro, de la madera, de los
textiles. La tienda es el escenario de representación de los valores de la
marca. Como lo es la tienda de Burberrys en Regent street en Londres en la que
ponen de manifiesto su vocación tecnológica con pantallas, probadores virtuales
y tabletas en manos en cada vendedor. Un
espacio que representa la wen hecha realidad y en el que nos recuerdan las
raíces Brits de la música pop que la marca apoya. Música y Burberrys en binomio
impulsado por Christopher Bailey que cristaliza también en la tienda. Música,
pero british por favor.
En una tienda de lujo saben quién
soy, me llaman por mi nombre y recibo un trato y un servicio personalizado.
Antes cuando los clientes del lujo eran pocos, las vendedoras contaban como
apoyo con su valiosa libreta de clientes. Hoy son los “beacons” y el internet
de las cosas los que alertan a los vendedores en sus “wearables” o dispositivos
digitales de quien soy, que he comprado y que puedo estar buscando. Los
algoritmos de inteligencia artificial pueden anticipar que es lo que quiero
comprar esta vez basado en mi comportamiento previo. Las tiendas de lujo
aspiran no solo a personalizar el servicio, pero también los productos que
compramos como en tiempos pasados. Iniciales, sellos, adaptaciones,
customización, …. Las primeras iniciales por fuera y en color las pusieron
Goyard y Bottega Veneta nos dice desde
sus campañas de publicidad “cuando sus iniciales son suficientes” (“When your
own initials are enough”).
Listas de espera, series
limitadas, series numeradas, … todo habla de exclusividad en una tienda de
lujo. En Hermes la lista de espera para un bolso Kelly o un Birkin puede ser de
hasta seis meses. En Ferrari esta espera puede ser incluso más larga con el
añadido de no asegurarte si podrás ser finalmente un cliente. Y en este
espíritu de exclusividad, las tiendas de las marcas más deseables en algunos
casos nos muestran sus tripas. Como el “Palazzo Fendi” en Roma. Los clientes
son testigos desde la tienda y a través de un cristal, de un taller de
fabricación artesanal de peletería que es real.
En las tiendas de las marcas de
lujo más valiosas no hay rebajas. El precio de los productos más emblemáticos
no cambia nunca porque nunca pierden su valor. Louis Vuitton, o Hermes juegan
en esta liga. Por ejemplo, el 2.55 de Chanel tampoco cambia de precio nunca.
Möet Hennessy ha transformado un apartamento en Paris cercano a los Campos
Elíseos en una pequeña boutique muy discreta para sus mejores clientes. Sus
mejores y más caras botellas de Dom Perignon o Hennessy están disponibles para
ser descubiertas en el entorno más privado.
En definitiva, las tiendas de
lujo nos proporcionan en ocasiones momentos “wow”, recuerdos memorables que
consiguen con la combinación de todos estos ingredientes.
Como la experiencia en “Henessy
secret apartment”.
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