Lo que de verdad nos enseñó Meade
y Google
FORBES- 6 de abril de 2018
Meade no compró los nombres de
sus contrincantes, entró en una subasta por ellos ¿Eso es ilegal? No, hasta el
momento, en todo caso, podría ser poco sensible.
Un colega me contó la historia de
cómo su amigo entró a trabajar en la empresa de sus sueños. Cansado de enviar
su currículum y no pasar del mostrador de la recepcionista, pensó en una nueva
estrategia para hablar con los directivos de la empresa.
Conociendo que todos en buena
medida somos narcisistas y hemos googleado nuestro nombre, decidió hacer una
campaña en Google Ads utilizando los nombres de los directivos. Así, cuando
aquellos se googlearon, encontraron una serie de anuncios personalizados en
donde el chico los invitaba a ver su CV. El resultado fue que, a las pocas
semanas, estaba laborando donde siempre quiso estar.
La anécdota viene al caso por la
acusación de que Meade ha “comprado” los nombres de los otros candidatos para
posicionar su proyecto político cuando los usuarios hacen una búsqueda en
Google, es decir, para aparecer en los enlaces patrocinados.
¿Esto es ilegal? No.
En todo caso, podría ser poco
sensible dados los escándalos del uso de datos personales y los procesos
electorales que pusieron a Cambridge Analytica y Facebook en el ojo del
huracán.
Sin embargo, la estrategia de
Meade no tiene que ver con uso de datos personales, sino con una de las
estrategias básicas del posicionamiento digital. Se trata del Search Engine
Marketing (SEM) que consiste en ofrecer resultados o enlaces patrocinados al
hacer una búsqueda determinada en Google.
El proceso inicia a través del
hallazgo de palabras clave o keywords, es decir, palabras que puedan estar
presentes en las búsquedas de los usuarios. Por ejemplo, en el contexto
electoral, podríamos pensar que una persona buscaría palabras como
“elecciones”, “casillas”, “candidatos”, “encuestas” y, por supuesto, los
nombres de los partidos políticos y sus abanderados.
Una vez identificadas las
keywords, se entra en un proceso de subasta para que los enlaces patrocinados
aparezcan en el primer lugar de búsquedas. Cada palabra tiene un costo
variable, determinado por Google de acuerdo con la oferta y la demanda de
búsquedas. Luego, el anunciante fija un monto máximo de inversión diaria que
será descontado cada que aparezca el enlace en cuestión.
Pongamos un escenario ficticio.
Un anunciante decide invertir 100 pesos diarios. Un usuario busca la palabra
“elecciones” y decide dar click en un enlace patrocinado. El costo de la
palabra es de, supongamos, 5 pesos. Eso significa que al anunciante le quedan
95 pesos de su presupuesto. Otra persona realiza una búsqueda con la palabra
“candidato” que tiene un costo hipotético de 2 pesos; si visita el enlace,
entonces se descontará del presupuesto del anunciante. Una vez que se agote su
presupuesto, los enlaces patrocinados ya no aparecerán.
¿Qué sucede si dos o más
anunciantes tienen las mismas palabras clave? Se dará preferencia a quien
invierta más, ya que se trata de una subasta.
Ahora bien, el costo de las palabras
es determinado por la plataforma y no es fijo, ni mucho menos estático. Puede
variar dependiendo de muchos factores, incluidos la cantidad de búsquedas
diarias y de usuarios conectados. Por ello, una palabra puede tener diferentes
costos a lo largo del día.
Además, existen varios formatos
en los que un enlace puede aparecer durante una búsqueda. Puede existir el pago
por click (cobro si se abre el enlace); pago por impresión (cobro por aparecer
en los resultados, independientemente si se abre o no el enlace); o una
combinación de ambos, entre muchos otros formatos.
Por ello, es difícil calcular
cuánto cuesta un click en los enlaces patrocinados. Incluso, existen
especialistas en anuncios (traffickers) que, literalmente, todo el día suben y
bajan la inversión publicitaria de acuerdo con la dinámica de la red. Por ello,
aunque dos anunciantes tengan el mismo presupuesto, uno puede lograr una mayor
cantidad de impactos si entiende mejor el uso de la plataforma.
Como dije al principio, esto no
es ilegal, porque no está contemplado en ninguna normativa electoral. Sin embargo,
puede despertar suspicacias precisamente porque no está regulado y hasta el
momento no hay manera de fiscalizar los costos y montos de inversión.
También se ha acusado a estos
anuncios de ser intrusivos, sin embargo, esto no es cierto. Se considera un
anuncio así cuando ya no permite interactuar con el contenido desplegado en la
página. En este caso, el usuario decide si abre o no el resultado, por ello, lo
que para unos es molesto, para otros es oportuno.
El punto no es lo que Meade hizo
con los enlaces patrocinados, sino que, sin desearlo su equipo ha señalado una
debilidad en las leyes electorales. ¿Qué pasa si en lugar de aparecer otro
candidato, apareciera una campaña negra? ¿Quién sería culpable, qué efectos
electorales tendría, de dónde salió el dinero para realizarla?
La pregunta recae, de nuevo, en
la normativa electoral. Por ello, es importante que institutos y tribunales, se
acerquen a revisar el funcionamiento de la comunicación digital en campañas
electorales para que los ciudadanos podamos tener acceso a información
fidedigna y podamos ejercer nuestro voto de manera libre.
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