Erradiquemos las fake news, es
tema prioritario
FORBES- 26 de abril de 2018
Profesionales de la comunicación
tienen el gran deber de construir historias que contribuyan al bienestar de
quienes les leen y escuchan. Se requiere vestirse de la ética al ejercer la
profesión.
La propagación masiva de
informaciones ficticias con el propósito de desvirtuar hechos, debilitar
reputaciones y establecer una agenda de intereses contrarios al bienestar
colectivo es una tendencia que tiene su punto de inflexión con el surgimiento
de las nuevas tecnologías, donde los usuarios de las plataformas virtuales
obtienen un mayor acceso y participación en las historias que allí se generan.
Las conversaciones actuales
surgidas en medios digitales y tradicionales, aquellas que, en su mayoría,
provienen de emisores ocultos, contribuyen a uno de los antivalores más
nocivos: la desinformación. Históricamente, la desinformación sirvió como herramienta
para distorsionar realidades con el fin de manipular a los lectores hacia la
toma de determinadas decisiones. Tenemos ejemplos nefastos durante la Segunda
Guerra Mundial, la Guerra de Vietnam o la Guerra Fría.
Sin embargo, ha sido con las
tecnologías de la información y las redes sociales cuando la difusión de
noticias falsas ha alcanzado mayor visibilidad a nivel global. Esta realidad la
hemos podido ver en los procesos de referendos de Colombia, Cataluña o el
Brexit; en elecciones presidenciales como la de Estados Unidos, en 2016, cuando
los rumores y hechos sin pruebas sirvieron para desprestigiar a los candidatos;
en años anteriores ha sido la repetida “muerte” de Fidel Castro o, en el caso
dominicano, la divulgación de “pruebas” fotográficas sobre una inminente
invasión haitiana.
Las consecuencias de multiplicar
dichos mensajes o sucesos sin su correspondiente verificación de datos,
denominados en lenguaje anglosajón fact checking, van directamente asociadas
con la alteración de la economía nacional, su clima de inversión, estabilidad
jurídica y política e, incluso, la seguridad ciudadana y la paz social.
“Y conoceréis la verdad, y la
verdad os hará libre”. Partiendo de lo anterior y esta frase bíblica, los
profesionales de la comunicación tienen un gran deber en la construcción de
historias que contribuyan al bienestar
de los ciudadanos que les leen y escuchan. Se requiere vestirse de la ética al
ejercer la profesión, de construir un legado que sea un estandarte y
diferenciador del periodismo amateur o ciudadano que, aunque necesario para las
sociedades regidas por la democracia, carecen del rigor instruido en las aulas
y adquirido en los años de experiencia.
El fact checking debe ser una
prioridad a la hora de publicar o enviar una información a la virtualidad, con
las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) a nuestro alcance es aún
más fácil esta tarea, ya que tenemos acceso a un sinnúmero de fuentes que nos
invitan a confirmar y analizar los hechos ocurridos en determinado tiempo y
espacio. Hoy vivimos en un mundo hiperconectado, transparente, que permite
validar cualquier dato en tiempo real sin afectar cualquier trabajo de
investigación, periodístico o la cobertura de un suceso. La comprobación de
datos es un acto igual o más valioso que la obtención de primicias. La
veracidad de las historias construye legado, confianza en la audiencia, valor,
decencia y objetividad.
Nuestra función como participante
en las conversaciones suscitadas en cada medio de comunicación debe comprometerse
a ir más allá de la ética y llegar a ser una manifestación de nuestros valores.
Es vital y sostenible para nuestro desarrollo como sociedad recordar la
importancia de ser buenas personas en todos nuestros actos, esto es lo que
construye legado con nuestra voz, nuestras letras e imágenes compartidas bajo
nuestra firma.
La expresión ‘fake news’ fue la
“Palabra del Año 2017” por el Diccionario Collins; fue candidata a “Palabra del
Año 2017” de la Fundéu BBVA (como noticias falsas) y hasta el presidente de
Estados Unidos, Donald Trump, ha creado premios en su nombre. Tomo este espacio
para hacer un llamado a sembrar valores en cada ocasión que tengamos de frente,
a ser profesionales de la noticia o reporteros-ciudadanos responsables. Sólo
así podremos cosechar sostenibilidad, confianza, paz y democracia, y dejar un
legado con una estela de decencia y objetividad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario