¿Qué hacer cuando tus cliente son
hostiles?
FORBES- 12 de abril de 2018
El cliente, a través de una
adecuada gestión de ventas, debe descubrir la conveniencia que se le
proporciona. El vendedor debe estar entrenado para ayudarle a descubrir
ventajas del negocio.
Algunas veces las respuestas del
mercado sorprenden dando resultados totalmente impredecibles. Se lleva a cabo
un estudio de mercado, se detecta una necesidad real, se ofrece un servicio
superior a un precio competitivo y se recibe rechazo y comentarios hostiles.
¿Qué hacer en una situación así? Recientemente, tuve una experiencia inesperada
que me llevó a reflexionar sobre este tema. Los empleados de un edificio de una
dependencia gubernamental no tenían un lugar digno donde comer. Se llevó a cabo
el proceso de licitación para operar una cafetería y se eligió entre los buenos
a los mejores con total transparencia. Se informó a toda la gente que tendrían
un espacio en el que se les brindaría un servicio higiénico y a buen precio
para que no tuvieran que comprar productos elaborados en la calle y sin
estándares de limpieza, además no tendrían que salir y exponerse a la
inseguridad ─de la que se habían estado quejando─. El establecimiento cumplía
con toda la lista de deseos que se había expresado por el público objetivo. El
día de la inauguración, los clientes no sólo no llegaron, sino que tuvieron
actitudes hostiles. ¿Qué hacer en un caso así?
Después de haber convivido con
tantos vendedores y supervisores de venta en mi vida, no han sido pocas las
veces en que escuché la temida frase: “el cliente no quiso comprar”. ¿Por? Para
conocer las causas del rechazo, yo me sentaba con el vendedor para hacer una
reflexión. Le preguntaba ¿crees que el cliente necesitaba nuestro producto?
Casi siempre me contestaban que sí. Entonces, insistía sobre las razones que lo
llevaban a pensar que efectivamente el producto o el servicio se estaba
necesitando. Para entender a un cliente hostil necesitamos tener la certeza de
que lo necesita. ¿Cómo logramos tener esa certeza? Preguntando, es necesario
indagar, averiguar, profundizar; es decir, hay que escuchar al cliente. Una vez
que estamos seguros de que el cliente tiene una necesidad y entendemos lo está
necesitando, ese es el momento de presentar nuestra propuesta, antes no, porque
si no estaría tratando de venderle a un candidato equivocado, nadie compra lo
que no necesita o quiere. Entonces, si insistimos, encontramos hostilidad.
Por supuesto, muchas veces pensamos
que la mejor propuesta que podemos hacer gira en torno al precio y no siempre
esa es la única variable con la que podemos convencer. Hay un sinfín de
elementos con los que podemos acercarnos al cliente para obtener una respuesta
positiva, lo primero es entender qué es lo que está generando molestia. En esta
condición, especular es lo peor que podemos hacer. Para conseguir certezas,
necesitamos preguntar eficientemente para conseguir la respuesta. Para ello
tenemos que entrenar a nuestro personal. Necesitamos enseñarlos a transmitir
las bondades del producto o servicio, las ventajas que tendrán al comprarlo con
nosotros y no con la competencia. Tenemos que entender qué quieren, cómo y
cuándo para hacer que nuestros productos se vendan con facilidad.
Sin embargo, obtener la opinión
de un cliente no es una tarea tan fácil. Una cosa es lo que el cliente dice,
otra lo que piensa, otra lo que siente y otra lo que hace. Son muy pocos los
casos en los que estos cuatro elementos coinciden, por lo general, una cosa es
lo que decimos ─llevados por la educación, la pena o la inclinación por quedar
bien─ otra lo que estamos pensando en realidad; otra lo sentimos que tiene que
ver con experiencias personales y por último lo que hacemos. Por eso, es muy
frecuente que se lleven a cabo encuestas de opinión y vayamos confiadísimos
pensando que vamos por el camino como caballo de hacienda y nos damos un golpe
de realidad cuando los clientes lejos de aceptar un producto o servicio lo
rechaza en forma hostil.
El cliente, a través de una
adecuada gestión de ventas, debe descubrir la conveniencia que se le
proporciona. El vendedor debe estar entrenado para ayudarle al cliente a
descubrir las bondades y ventajas que tiene el negocio. El vendedor se
convierte en el asesor que bucea y detecta los buenos negocios que el cliente
no ve por estar abocado en el día a día. Por eso, es muy importante capacitar
al equipo de venta para que al recibir un trato hostil ni se desanime ni se
amedrente, más bien debe estar atento a la información que le proporcionan. Hay
que ocuparse de incorporar y transferir conocimientos, de sugerir y recomendar
acciones que le permitan seducir al cliente. Un vendedor en un negocio con
clientes hostiles debe actuar como un asesor que da asistencia al consumidor a
ver como nuestro negocio le será de ayuda para su propio desempeño. Cuando se
logra esa sinergia, el vendedor se transformará en un generador de negocios y
oportunidades al que estarán esperando con gusto.
Pero la escucha al cliente debe
ser atenta y con una mente abierta. Muchas veces habrá que tener una gran
entereza para escuchar cosas que verdaderamente no serán agradables de
escuchar. En el caso de la cafetería en el edificio gubernamental, el rechazo
llegaba por grupos de interés que se veían afectados: comercio ambulante, venta
clandestina, gente que ofrecía productos sin contar con permiso, malos hábitos
─personas que comen en el escritorio, en los pasillos─, percepción de que un
lugar bonito iba a ser muy caro, empleados que se fugan a media jornada
laboral. Podría parecer que los problemas estaban fuera del área de competencia
del dueño del negocio y no es así. Hay que hacer labor de ventas.
Cuando un cliente es hostil,
necesitamos comprender que un vendedor no es un levanta pedidos. El rol cambia
cuando hay rechazo. Quien está en contacto con el consumidor debe transformarse
en un profesional de las ventas que se debe preocupar por hacer que nuestros
productos y servicios sean un excelente negocio para nuestros clientes. Conocer
las causas del rechazo y poner manos a la obra es lo que muchos emprendedores,
ejecutivos y empresarios necesitan entender. Si se tiene una oferta especial
disponible para vender, si se detectó una necesidad de mercado que podemos
resolver, hay que hacerla al cliente adecuado, en las cantidades posibles y en
el momento oportuno. Queremos vender, pero no asfixiar al cliente. La venta
moderna debe apuntar a hacer que nuestro cliente aprenda a hacer buenos
negocios con su proveedor.
En fin, ¿qué hacer con un cliente
hostil? Orientarlo, asesorarlo y hacerle ver que la opción que le presentamos
le es conveniente y le será de ayuda. Si no contamos con un producto o servicio
que cumpla con estas características, hay que hacer las modificaciones
necesarias para satisfacer al cliente. Si ya lo tenemos, entonces tenemos que
aprender a comunicarnos con nuestro consumidor para que pueda valorar lo que le
ofrecemos. Nadie está peleado con sus propios intereses, si logramos brincar
esa barrera, la hostilidad se transformará en fidelidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario