Crisis de crecimiento y la decisión de
detenerse
FORBES- 13 de abril de 2018
La mayoría de las veces la
decisión de parar no es nuestra, sino que es impuesta por el mercado. Por
ejemplo, con una crisis que nos obliga a detenernos a pensar.
Una de las problemáticas
empresariales que más llama la atención a los participantes de mis cursos es
precisamente la que dice: “Cuanto más crezco, peor estoy”. Pero esto se debe a
que cuando uno toma decisiones de crecimiento, también aumenta la complejidad
en la gestión.
Supongamos que usted está
aprendiendo a conducir un automóvil. Al principio transita despacio, comete
muchos errores que corrige rápidamente, posiblemente consulte a su instructor
sobre las dudas. Luego de un tiempo usted ya tiene cierta práctica y
seguramente la confianza le permite asumir ciertos riesgos, el más importante
seguramente es la velocidad.
Sin embargo, hay una variable que
quizás no tome en cuenta: usted aún no es un profesional y le falta mucho por
aprender y entender. No obstante, su confianza lo lleva a tomar más riesgos y
subestimar la necesidad de seguir aprendiendo. Es así como cada vez maneja más
rápido, tanto, que muchos indicadores empiezan a ser difíciles de medir.
Pero ¿qué está pasando realmente
con su auto y su entorno? Lo que no se da cuenta es que cuanto más rápido se
va, más cosas se modifican. Desde el rendimiento de seguridad del automóvil,
hasta el entorno por donde transita. A esto hay que sumar que un error en este
momento, a 200 km/h, es seguramente fatal.
Utilicé este mismo ejemplo un día
con un cliente que en sólo dos años había pasado de tener una sucursal a tener
tres y ya planificaba la apertura de dos más. Para colmo, este negocio era algo
nuevo para él. Pero, al igual que con el auto, tenía mucha confianza y dejó de
medir los riesgos de ir cada vez más rápido.
Para explicarle mi argumento se
me ocurrió dibujar una escalera y le dije: “las empresas no deben crecer
permanentemente a tasas muy altas”. Lo ideal es que crezcan y cada tanto se
detengan para analizar qué les ocurre, que transiten por un rato en un escalón,
analicen si deben respetar lo que querían, si los indicadores de riesgo
críticos están estables, hagan un plan de negocios y proyecten a futuro cómo
volver a crecer y subir otro escalón. De esta forma disminuiremos el riesgo de
crecer y estar cada vez peor.
La mayoría de las veces la
decisión de parar no es nuestra, sino que es impuesta por el mercado. Por
ejemplo, con una crisis que nos obliga a detenernos a pensar. No recomiendo
esperar a que esto suceda, más bien sea usted el que tome esa difícil, pero
inteligente decisión.
Hace poco tuve la posibilidad de
sentarme por un rato en una cabina de un avión. Una de las cosas que más me
llamó la atención era la gran cantidad de relojes que había. Al preguntarle al
piloto cómo hacían para pilotear algo tan grande y para mí tan difícil, él
respondió: “un avión de estas características sólo es posible de ser piloteado
con muchos indicadores y un gran soporte de una computadora central, la gran
parte del viaje nosotros sólo revisamos indicadores, alarmas y señales que la
computadora nos da. No todos los indicadores son igual de importantes. No es lo
mismo el combustible, la altura o la velocidad, que la temperatura de la
cabina”.
Esto que el piloto me dijo me
hizo pensar en que no es muy distinto a lo que sucede en las empresas. Una
empresa debería tener muchos relojes o indicadores que le permitan, no sólo
medir la evolución de su negocio (viaje), sino también anticiparse a decisiones
futuras.
Es común escuchar a los
empresarios hablar de riesgo. Pero muchos en realidad están hablando de
incertidumbre. Ya que el riesgo es algo que puede ser medido y anticipado,
cuando medimos podríamos decir que estamos más cerca de la incertidumbre que
del riesgo.
En resumen, ser empresario
requiere hacerse preguntas todo el tiempo como: ¿Cuántos relojes (indicadores)
tiene su cabina? ¿Ya decidió cómo quiere crecer? ¿Cuándo fue la última vez que
paró para pensar su negocio? ¿Cuál es la velocidad ideal de crecimiento de su
negocio? ¿Conoce la complejidad de su organización y, en tal caso, cuenta con
posibilidades de incrementarla?
No se preocupe, si no puede
responder estas preguntas, hacérselas al menos ya es un avance…
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