Informarse por
internet es como recolectar hongos
FORBES- 1 de marzo de 2018
Lo importante no es llegar al bosque, es saber escoger entre
los hongos. Por eso debemos asumir nuestra propia responsabilidad frente a la
información a la que tenemos acceso.
Cuando estudiaba en la universidad a finales del siglo
pasado, una de las frases más repetidas de la época era: “La información es
poder”. Nuestros profesores nos enseñaron que vivíamos en la era de la
información y que las empresas que dominarían el mundo en el siglo XXI serían
aquellas que en lugar de comerciar con bienes y servicios lo hicieran con unos
y ceros. En otras palabras: con información.
Y así ha sido. Sin embargo, hoy, parece que la información
está en todas partes. Primero tras la pantalla del ordenador, pero ahora ya la
llevamos en el bolsillo en forma de teléfono inteligente.
Si la información es poder, entonces ¿nos hemos convertido
todos en seres muy poderosos?
Yo creo que no. Sigue habiendo algunos mucho más poderosos
que otros. Y aunque lo miremos en el contexto de la información que manejamos
todos es evidente que, con el acceso a la misma información, unos consiguen
mucho más que los otros.
¿Por qué? En mi opinión la clave no está en poder acceder a
la información sino en saber utilizarla.
Consulta la vídeo píldora digital que resume este artículo
en un minuto y compártela en redes:
Si en un bosque ponemos a un micólogo junto a un ignorante,
ambos tendrán acceso a infinidad de setas. Pero solo uno volverá a casa con los
ingredientes adecuados para una buena crema de setas. El otro corre el peligro
de terminar la tarde envenenado a orillas del río.
Lo mismo ocurre con la información. Un escenario similar es
el que sufren a diario los médicos cuando se encuentran a un “paciente
informado” que les da instrucciones del tratamiento que quiere según lo que ha
leído en internet. A menudo el médico concluye que el tratamiento no es el más
indicado. Frente a la misma información, la diferencia entre el doctor y el
paciente está en el criterio aplicado. Gracias a su criterio el médico puede
seleccionar la información buena de la mala, desechar los sesgos y las
exageraciones y quedarse con lo más parecido a la verdad.
Por eso debemos asumir nuestra propia responsabilidad frente
a la información a la que tenemos acceso y desarrollar nuestra capacidad de
pensamiento crítico. Desafortunadamente esa funcionalidad no viene de serie con
el último modelo de dispositivo móvil. El criterio se forma con el tiempo y la
experiencia. Y eso no se puede comprar. Requiere una mente abierta, diversidad
de fuentes y referentes de confianza para moldearlo poco a poco como si de una
escultura se tratase.
De lo contrario corremos el peligro de acabar envenenados
con “fake news” o engañados y adoctrinados por otros contra nuestra voluntad.
Recuerda: la información no es poder. El criterio sí.
Y ahora: ¡anda, ve y crea!
*Profesor de ESADE y cofundador de MamisDigitales
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