¿Podemos confiar o no en las
criptomonedas?
FORBES- 1 de abril de 2019
En la fiebre por minimizar el uso
del efectivo, surge de nuevo la inquietud por los medios alternativos de pago,
aunque aún persiste la desconfianza, ya compiten frente al dinero.
En 2009, cuando apareció Bitcoin,
pocos prestaban atención a las criptomonedas. Una década después vimos cómo esa
divisa virtual pasó por momentos de gloria con altos niveles de aceptación,
desplomes en su cotización y cómo en algunos casos se acumularon fortunas
imposibles de recuperar por los altos niveles de seguridad en las cuentas.
Bitcoin fue la primera de muchas
otras criptomonedas que existen actualmente. Blockchain, la billetera virtual
más popular a nivel mundial considera que hay alrededor de 1,500 alternativas
de criptomonedas diferentes. Las modalidades y funciones de cada una responden
a realidades distintas.
El mercado de las divisas
virtuales es porcentualmente pequeño, pero significativo. Alrededor del 0.22%
de la población mundial tiene más de 1 bitcoin, según datos de bitcoin.com.mx.
El comportamiento de las criptomonedas es tan dinámico que se dificulta
medirlo, pero es un hecho que se usan desde hace una década como medio global
de pago y cobro.
Las criptomonedas representan
riesgos, como ya lo ha mostrado su breve historia. Así como su valor puede elevarse exponencialmente,
también es posible una caída estrepitosa como se vio a finales de 2018 con
Bitcoin. Aunque está en repunte, otras criptomonedas mantienen el paso. Por
ejemplo, Blockchain muestra un porcentaje de crecimiento alto en Stellar, una
moneda que tardará mucho en alcanzar el valor de cambio de Bitcoin, desde sus
0.11 dólares se ven lejos los 4,027.53 de bitcoin.
Valdría la pena preguntar si
realmente es necesaria una moneda virtual, o miles. Tan sólo en 2018 se usaron
31,914,414 billeteras electrónicas de Blockchain en el mundo, según datos de
Statista.com y eso hace pensar que muchos usuarios ya las consideran útiles y
valiosas. Si tenemos bancos y otras instituciones que administran dinero
parecería un riesgo innecesario invertir en algo tan volátil como las
criptomonedas, pero no es un tema tan sencillo.
Los bancos funcionan como
intermediarios. Parte de lo innovador de las criptomonedas es que buscan
eliminar los intermediarios. Al realizar una compra con tarjeta de crédito el
banco decide si aprueba la operación o no, incluso si la cuenta tiene fondos.
Por su parte, los dueños de criptomonedas pueden disponer de ellas de forma
similar al efectivo, sin rendir cuentas a nadie y con la promesa de ser más
seguras y de aceptación universal. De ahí que sean tan importante sus niveles
de seguridad.
Sin intermediario se tiene más
libertad de acción, así prometen las criptomonedas. Pero como todo dispositivo
virtual es vulnerable de ataques informáticos. Al no tener intermediario,
seguir la pista del delito es más difícil.
Si alguien hace mal uso de una
tarjeta de crédito, el banco está obligado a respaldar. En el mundo virtual, el
capital puede sustraerse con una cuenta anónima prácticamente imposible de
rastrear. La libertad que ofrecen las criptomonedas también juega en contra de
los usuarios que no tienen cuidado suficiente.
Las criptomonedas han mostrado
ser funcionales en su primera década de existencia. Se les puede ver como una
inversión de alto riesgo, ofrecen grandes beneficios como la oportunidad de
crecer el capital rápidamente con un alto grado de riesgo. Como cliente
potencial hay dos preguntas importantes antes de entrar en el mundo del dinero
cibernético: ¿les daré uso? Y, ¿estoy dispuesto a correr el riesgo?
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