Ciudades con inteligencia, más que un concepto
FORBES- 26 de abr. de 19
En Andhra Pradesh, el gobierno ha contratado a
reconocidos arquitectos para que su capital, sea concebida en su totalidad a la
luz de las mejores prácticas existentes en materia de sostenibilidad.
¿Por qué importan hoy más que nunca las
ciudades inteligentes? Además de la posición romántica de priorizar la calidad
de vida de nosotros los usuarios, existen razones económicas que no pasan
desapercibidas. Por ejemplo, en la actualidad ya tenemos interesantes experiencias,
como la ciudad de Londres, que a la fecha representa una quinta parte del PIB
de Reino Unido, mientras que, en Estados Unidos, Los Ángeles y el corredor de
Boston a Washington son la tercera parte del PIB del país.
Esto representa una gran oportunidad si tomamos
como referencia al Banco Mundial, que señala que, para 2025, las 600 ciudades
más importantes del mundo representarían más de 60% del PIB global.
Otra razón evidente es que las zonas urbanas
albergan a más de la mitad de la población del planeta, y la proyección para
2050 es que casi 70% de la gente se concentrará en las ciudades, lo cual se
traduciría en 2.5 billones de habitantes urbanos.
Suena como si nos estuviéramos enfocando en el
80/20, ¿cierto? Justamente esa es la insignia de las ciudades inteligentes:
anticipar que, ante los cambios demográficos, las ciudades como hasta ahora las
conocemos serán obsoletas e ineficientes y que el uso adecuado de datos y
avances en tecnología nos acercarán a las urbes que necesitamos.
La experiencia de los últimos años revela que
el gran error es pensar en una ciudad inteligente como un concepto meramente
estático. Es importante acuñar la inteligencia colectiva como habilitador, de
manera que el usuario, el gobierno y las empresas trabajemos de forma conjunta.
Los casos de éxito más emblemáticos suelen
integrar una plataforma colaborativa: en la ciudad de Boston, para mejorar el
obsoleto proceso de inspección en seguridad alimentaria que se efectuaba en
restaurantes, las autoridades generaron una alianza con la aplicación Yelp y
con la Universidad de Harvard, mediante la que por seis semanas se generaron
datos muy precisos sobre posibles incumplimientos en salubridad.
Para eso fue necesario la apertura de datos del
Departamento de Seguridad Alimenticia y, por supuesto, la voz o comentarios de
los usuarios de Yelp. Así, la utilización de algoritmos y algunos cruces de
informaciones perfilaron un proceso optimizado que permitió a los inspectores
de campo eficiencias de hasta 50% en su gestión cotidiana.
Ese experimento fue altamente exitoso, pues
consideró varios elementos importantes para transitar hacia las ciudades
inteligentes: la transparencia por parte del sector público en los paradigmas a
resolver, datos abiertos y el apoyo de profesionales y ciudadanos en la
generación de información útil.
Otros sucesos alrededor del mundo han derivado
en un mejor entendimiento sobre las necesidades de iluminación, purificación de
aire, generación de energía verde, condiciones de las carreteras y el tráfico y
volumen de desechos, por mencionar sólo algunos de los retos que actualmente
enfrentamos en nuestras ciudades.
Algunos lugares han empezado a diseñarse desde
cero como ciudades inteligentes, como ocurre en la India. Específicamente
sucede en el estado de Andhra Pradesh, en el cual el gobierno local ha
contratado a emblemáticos y reconocidos arquitectos para que Amaravati, su
capital, sea concebida en su totalidad a la luz de las mejores prácticas
existentes en materia de eficiencia y sostenibilidad.
Esto implicó que los espacios verdes superaran
50% y las vías acuáticas 10% de su extensión, lo que además ha propiciado el
uso de energía solar, vehículos eléctricos y taxis acuáticos. De hecho, este
ambicioso proyecto estima oportunidades cercanas a 5,000 millones de dólares
anuales a partir de 2025.
En nuestras latitudes iniciar desde abajo es
casi impensable. Sin embargo, mucho puede hacerse desde un esquema altamente
colaborativo. Es necesario que el gobierno empiece a generar un marco de
discusiones y priorización sobre los dilemas más sensibles a resolver, que el
sector privado adopte un fuerte compromiso y procure las sinergias y que
nosotros como ciudadanos empecemos a actuar como sensores y generadores de
decisión en la evolución hacia ciudades cada día más eficientes y confortables.
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