Los desafíos del comercio internacional y la 4T
FORBES- 25 de abr. de 19
Además del gobierno de Trump, actores
comerciales regionales como Turquía, Rusia y Brasil, juegan discursivamente en
contra de dichas expectativas de certeza regional.
En días recientes, se ha planteado la
posibilidad de que los tiempos electorales alcancen nuevamente la discusión sobre
la aprobación del nuevo tratado de libre comercio entre México, los Estados
Unidos y Canadá. El presidente López Obrador ha dicho que el acuerdo es bueno
para México, por lo que no debería abrirse a discusión nuevamente, por lo que
pidió acelerar la aprobación de las leyes que modifican condiciones laborales,
de acuerdo a lo que se generó en la negociación con dichos países, por lo que
el Congreso entró sin mayor reparo a dicha discusión y aprobación. Eso refleja
la necesidad de mantener condiciones favorables para el comercio, pues eso
implica condiciones para mantener empleos, ingresos, infraestructura y creación
de valor para el país.
El problema, es que el comercio global ha
entrado en un proceso de declive desde el año pasado. De acuerdo a la Organización
Mundial de Comercio (OMC), en 2018 el comercio apenas alcanzó un 3% de
crecimiento, mientras que en 2019 será de 2.6%, con una pérdida importante de
dinamismo. Aunque se espera una recuperación en 2020, esta no necesariamente
abonará a la resolución de las condiciones que ahora impactan el intercambio de
mercancías. Solo para ubicar la referencia más inmediata, en 2017 el comercio
creció al 4.6%.
Algunas de las tensiones que el comercio
internacional enfrenta provienen de dimensiones políticas, como el Brexit, lo
que ha generado prudencia por parte de los actores económicos europeos, lo que
ha debilitado la demanda por importaciones, ante la incertidumbre que la salida
de Inglaterra genera. Pero además, por el crecimiento negativo que diversos
países de Asia han tenido, incluido China, lo que ha debilitado el consumo y,
por lo tanto, la producción y la demanda de insumos para ello.
La incertidumbre creada por la perspectiva
negativa de gobiernos como el de los Estados Unidos, que han utilizado herramientas
para presionar a sus socios comerciales y generar mejores condiciones para sus
socios domésticos, juega en contra de las condiciones de certeza que la
división internacional del trabajo requiere. Además del gobierno de Trump,
actores comerciales regionales como Turquía, Rusia y Brasil, juegan
discursivamente en contra de dichas expectativas de certeza regional.
El valor del comercio nominal en 2018 creció en
casi 10%, pero eso se debió, de acuerdo a la OMC, por el incremento en el
precio del petróleo de casi 20%, el incremento en el costo de los servicios
asociados al comercio, en casi 8%; además de las fluctuaciones en el precio del
dinero y del intercambio de monedas, lo que finalmente impactó en el valor de
las mercancías, generando límites para el acceso a ellas.
Mientras que el nivel de importaciones creció
en los Estados Unidos en 2018, las exportaciones mexicanas no crecieron en la
misma forma, sino que se mantuvieron en el mismo nivel del año pasado, por lo
que, la fortaleza económica del primer país no se está reflejando en el
fortalecimiento de las exportaciones de México, tal vez por la incertidumbre
generada por la renegociación del tratado. Pero, además, México no es uno de
los países líderes en la exportación de servicios, que son más caros y
requieren de procesos más complejos, pero que añaden más valor a la economía
contemporánea.
El reto entonces es mayúsculo, pues nuestro
enfoque como país sigue siendo a la producción industrial, cuando los servicios
y los servicios a servicios, investigación, generación y transferencia de
conocimiento, etc., parecen ser los elementos que lideran el fortalecimiento
del comercio en el futuro. La pregunta es ¿qué estamos haciendo como país para
sortear las condiciones cambiantes en el comercio y la economía
internacionales?
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